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Tres escenarios por crisis de gobierno

Rodrigo Aguilera, especialista en economía y parte del equipo de the Economist Intelligence Unit, plantea para The Huffington Post, una serie de escenarios ante una eventual dimisión del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto.

Escrito en NACIÓN el

Rodrigo Aguilera, especialista en economía y parte del equipo de Economist Intelligence Unit, plantea para The Huffington Post, una serie de escenarios ante una eventual dimisión del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto.

Desde la dimisión de Pascual Ortiz Rubio, en 1932, México ha gozado de continuidad presidencial ininterrumpida: a lo largo de 82 años se ha vuelto difícil imaginar una interrupción a esta sucesión ordenada, que la mayoría de los mexicanos han dado por sentado.

Sin embargo, ante las múltiples protestas que se han presentado en todo el país derivadas de la desaparición de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, muchos exigen la renuncia del presidente Enrique Peña Nieto, pero aún prevalece la pregunta: ¿y si el Presidente renuncia?

En un artículo publicado en el diario digital The Hufington Post, Rodrigo Aguilera, especialista en economía y ciencias políticas de Economist Intelligence Unit, plantea la posibilidad de una separación del cargo, al tiempo que expone los posibles escenarios para el gobierno federal, que van desde un cambio de gabinete hasta la designación de un Presidente interino.


Lo que dice la Constitución

De acuerdo con el artículo 84 constitucional, en caso de la "incapacidad absoluta" del Presidente, el Congreso de la Unión podría reconstituirse como un colegio electoral y designaría a un Presidente interino, seguido de una nueva elección dentro de los siguientes siete o nueve meses, siempre y cuando no se hayan cumplido dos años desde que inició su mandato.

Sin embargo, si la ausencia del Presidente se produce después de que sus primeros dos años de gobierno (como sería el caso), el Congreso designará un a Presidente sustituto que completaría el resto del mandato; es decir, no habría una elección.

El artículo 86 especifica que el Presidente sólo puede renunciar voluntariamente por una "causa grave", que tendría que ser definida como tal por el Congreso de la Unión.

Entre el momento en que el Presidente se vuelve ausente, y uno interino es designado (no más de 60 días), el titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), Miguel Ángel Osorio Chong, actuaría como Presidente de manera provisional.

Pero las cosas podrían ponerse difícil en la práctica: en ambos casos, la designación de un Presidente interino tendría que darse con la mayoría absoluta en el Congreso; no obstante, la Constitución no especifica qué sucedería en caso de que no alcanzar esa mayoría absoluta.

Bajo la actual composición del Congreso, la búsqueda de un sucesor potencial para el jefe del Ejecutivo Federal se enfrenta con el problema de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sus aliados cuentan con 313 de 628 escaños en ambas cámaras.

Su déficit es mínimo: sólo dos votos más serían suficientes para darle la mayoría absoluta, pero la matemática deja claro que una oposición unida, de hecho, empujaría a un propio candidato, si así lo quisiera.


Escenario 1: Sacudida en el gabinete

Enrique Peña Nieto y su equipo podrían decidir el camino menos perjudicial para el país: eliminar a ciertos integrantes del gabinete.

En este caso, el primer nombre en la lista es el titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Jesús Murillo Karam, quien ha sido fuertemente criticado por la demora del gobierno federal responder ante las desapariciones en Iguala, Guerrero, así como en ofrecer una explicación convincente de lo que el destino sucedió a los 43 estudiantes normalistas que desaparecieron el 26 de septiembre pasado.

Otro integrante del gabinete que podría ser separado de su cargo es el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Salvador Cienfuegos, quien también ha sido criticado por la ejecución de 22 integrantes del crimen organizado en Tlatlaya, Estado de México, por parte el Ejército Mexicano.

Aunque no está relacionado con la seguridad, también corren riesgo el secretario de Educación Emilio Chuayffet (por la huelga del Instituto Politécnico Nacional, IPN), y secretario de Energía Pedro Joaquín Coldwell, debido a las reformas recién aprobadas en esa materia.

Aunado a que ambos funcionarios pertenecen además a la vieja guardia del partido tricolor y no forman parte del círculo cercano al Presidente, abunda el especialista.

Otro funcionario que podría ver su salida en próximos días, según vaticina Aguilera, es el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Gerardo Ruiz Esparza, “dado el fiasco sobre la cancelación de la licitación tren bala entre la Ciudad de México y Querétaro”.

Finalmente, sobre la cuerda floja, está la esposa del Peña, Angélica Rivera, como presidenta honoraria del Sistema Nacional DIF, que aunque no tiene precedentes, se ha convertido en centro de la atención mediática luego de darse a conocer que es propietaria de una residencia en un lujoso vecindario de la Ciudad de México.

Escenario 2: Presidente renuncia, PRI elige reemplazo

Si las protestas se intensificaran y se complementan con huelgas de ámbito nacional, así como otras formas de desobediencia civil, aumentaría la posibilidad de que el Presidente dimita, según Aguilera.

La pregunta ahora se vuelve: ¿quién sería designado como Presidente sustituto?

El que viene a la mente es el diputado Manlio Fabio Beltrones, que si no hubiera sido por la existencia de Peña Nieto bien pudo haber sido presidente hoy, asegura el académico mexicano. Sin embargo, a pesar de la astucia y el dominio de la realpolitik, su reputación como protagonista del “viejo PRI” probablemente amortigüe la esperanza de que la reforma política sustantiva se logre durante su administración.

Pero un factor en contra es sin duda la represión del PRI de la década de los sesenta, y un estilo corporativista.


Escenario 3: Presidente renuncia, un reemplazo no partidista

La falta de una mayoría absoluta en el Senado de la República podría ser el catalizador para discutir la posibilidad de una figura política no partidista para los próximos cuatro años.

Esta persona debería tener tres características principales:

La primera es que él o ella, deben exigir el respeto de un amplio sector de la población mexicana y tener una carrera profesional que no deje cuestionamientos sobre su integridad moral.

En segundo lugar, esta persona debe contar con alguna experiencia de trabajo con gobierno; incluso si él o ella no ha trabajado directamente, o si nunca ha sido elegido para un cargo público.

Tercero y quizás lo más importante, la persona debe ser vista como “ideológicamente comprometida” y capaz de apelar a los políticos y los mexicanos comunes de todos los partidos.

En el escenario político mexicano hay pocos que cumplen con las tres características:

El primero es Juan Ramón de la Fuente, quien se desempeñó como secretario de Salud durante el gobierno de Ernesto Zedillo, y más tarde fue nombrado Rector de la UNAM tras una grave crisis en la institución en el año 2000.

El segundo es José Woldenberg, mejor conocido como el presidente del Instituto Federal Electoral (IFE) durante las elecciones de 2000, y es reconocido como quien aseguró que la transición en México luego de siete décadas de gobierno de partido único a una democracia electoral transcurrió sin problemas.