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“Que sea Felipe Ángeles”, pide AMLO a militares no llamar Santa Lucía al aeropuerto

El rostro del presidente era de satisfacción después del carpetazo dado a un “proyecto fallido”, como calificó al aeropuerto internacional Peña-Nietista en Texcoco

Escrito en NACIÓN el

Así nomás le cambiaron de nombre. De nada le sirvió su antigüedad e historia. En segundos, pasó de ser Lucía para ahora ser Felipe. Lo dijo el presidente; y al jefe supremo de las fuerzas armadas no se le chista.

-Y bueno, comúnmente se le llama Aeropuerto Internacional de Santa Lucía o Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, son los nombres con que toda la gente identifica este proyecto, informó el General Gustavo Vallejo de la Defensa, a López Obrador, tras finalizar un recorrido oficial por el lugar.

-Que sea Felipe Ángeles, solicitó el mandatario.

El militar dudó unos segundos, y luego obedeció,

-Así lo empezamos a llamar, enterado. Utilizaremos en adelante ese acrónimo.

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Felipe nació al mediodía a los pies de lo que será la Torre de Control, cuyo diámetro es de 60 metros y donde esta mañana se encontraban trabajando un promedio de cincuenta personas. “¡Son admirables los avances del aeropuerto más grande que se construye en el continente!”, presumió López Obrador a escasas 24 horas de su informe de gobierno, acompañado del gobernador mexiquense, el priista Alfredo del Mazo.

El recorrido dentro de esta base militar en el municipio de Zumpango -al que acudió acompañado por los reporteros que cubren la fuente presidencial-, duró poco más de dos horas, entre polvorines y montones de tierra propios de la obra que, al momento, da empleo a un promedio de dos mil 654 trabajadores civiles y 500 militares. El rostro del presidente era de satisfacción al haberse salido con la suya, después del carpetazo dado a un “proyecto fallido”, como calificó al aeropuerto internacional Peña-Nietista en el municipio de Texcoco, Estado de México. Pero su cara también denotaba orgullo al atestiguar el avance de uno por ciento de esta obra cuya inauguración será el 21 de marzo del 2022

No. La cara de del Mazo no era franca. Sin embargo, bajo una sonrisa forzada, sin expresar grandes palabras y guardándose sus opiniones, aplaudió el trabajo de los ingenieros militares que precisaban con detalles técnicos las bondades del tipo de suelo en la zona, así como su resistencia y estabilidad. “En 44 días de obra llevamos más de dos millones 165 mil metros cuadrados de instalaciones de trazado y nivelado, más 650 mil metros cuadrados de material compacto”, explicó el General Vallejo durante su exposición.

Los reporteros grababan, anotaban, escribían, fotografiaban aquellos tecnicismos poco comprensibles. Y como el informe no destacaba lo que el presidente quería, él -haciendo uso de su colmillo político- intervino y guío a la prensa, hacia donde él quería.

-Yo quiero que el General les explique la diferencia de este suelo con el suelo de Texcoco donde se pretendía construir el aeropuerto, porque esa fue una de las razones por las que se decidió realizar el proyecto aquí. Y que les hable de los costos que eso implicaba.

Bajo la línea marcada, el militar sacó a relucir que en Santa Lucía el suelo firme se encuentra a cuatro metros de profundidad contra los 26 que había en Texcoco; por lo que de haberse mantenido en pie el “proyecto fallido” su hundimiento y mantenimiento periódico hubiera sido costoso a corto plazo. Y abundó “son diferencias exponenciales de recursos: una sola pista en Texcoco, en carpeta asfáltica, representaba 10 mil 500 millones de pesos… Aquí el sistema de tres pistas con sus rodajes, salidas rápidas y plataformas se van a construir en dos años y nos van a costar 7 mil 700 mdp, con concreto hidráulico de la mejor especificación”. En total, un ahorro promedio de 23 mil mdp tan solo en la construcción de pistas. Y López Obrador sonrió de oreja a oreja.

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Del Zócalo capitalino a la base aérea de Santa Lucía, el autobús que llevó a la prensa realizó el trayecto en un promedio de 90 minutos, muchos de los cuales se vieron afectados por el tráfico previo y posterior a la primera caseta a la carretera a Pachuca. El regreso aumentó el tiempo por las mismas razones. La pregunta fue generalizada: ¿Es el mismo tráfico que enfrentarían los usuarios del nuevo aeropuerto internacional?

Una parte del recorrido por el recién nacido Felipe, ofreció la respuesta: desde hace cinco meses el gobierno federal y el gobierno mexiquense trabajan en el proyecto para ampliar la línea del Tren Suburbano que correrá de la zona de Lechería hasta Zumpango, para facilitar la movilidad de pasajeros; además de una terminal de autobuses y ocho nuevos carriles (cuatro de ida y cuatro de regreso) en el Circuito Exterior Mexiquense, lo que detonará el desarrollo de la zona.

Todo estaba calculado. Incluso, el trabajo de interconexión entre este aeropuerto, el aeropuerto internacional de la CDMX y el de Toluca, que tal como adelantó López Obrador el 1 de septiembre, contaría con nuevos proyectos.

“Se va a habilitar porque el Estado va a adquirir las acciones que tenía una empresa privada, el 49 por ciento; mientras que el gobierno federal y el mexiquense tenían el 51 por ciento restante. Así, tendremos la propiedad total del aeropuerto de Toluca”, señaló, además de agradecer a del Mazo por su apoyo en el tema.

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Felipe también nació con el ADN de la austeridad. El 25 por ciento de los materiales adquiridos para el “proyecto fallido” de Texcoco serán enviados en las próximas semanas a la base de Santa Lucía, con el fin de ser reutilizados allí. La Defensa precisó que, específicamente, serán arena, grava, basalto y otros materiales a utilizar en las últimas capas de plataformas y edificios. Serán trasladadas también subestaciones, transformadores, cables de potencia, elevadores y campamentos, entre otros. El General Vallejo precisó que el 75 por ciento del material restante quedará a disposición de la Guardia Nacional para la edificación de sus instalaciones.

Además, el cascajo resultado de la demolición y reubicación de las actuales instalaciones militares, unidades habitacionales y pistas militares, serán utilizadas en las zonas de terraplén del nuevo aeropuerto. Y el acero que resulte del mismo, precisó el militar, será fundido para la fabricación de nuevas varillas.

“Aunque llevamos uno por ciento de avance en general, ya estamos en procedimiento de adquisición de cemento, acero y tabique”, agregó Vallejo. “La contratación será por invitación a tres proveedores y el trato será directo con las empresas, sin intermediarios”, apuntó. “Nuestro salario sale de la Sedena, por lo que no buscamos tener utilidades”, subrayó.

El presidente asentía y avalaba las buenas noticias del nuevo aeropuerto que además de moderno y vanguardista -en comparación con el resto de los aeropuertos del continente- tenía la etiqueta de austeridad y la capacidad para movilizar a más de 85 millones de pasajeros. “Tenemos 44 días de construcción y restan 841 días de trabajo, a la fecha hemos gastado 57 millones de pesos”, remató Vallejo.

Sí, el presidente siguió sonriendo. No pudo evitarlo. No quiso evitarlo, por el contrario. Por eso al final de este recorrido cerró su primer año de gobierno con un breve discurso, que bien podría convertirse en la línea discursiva de su segundo año de mandato, que comienza mañana. “Nuestros adversarios no son nuestros enemigos… Los respetamos y queremos mucho... Vivimos en el mismo país, aunque piensen distinto, pero hay que tener tolerancia”. Por un momento, pareció que su discurso de hace tres meses, de “la oposición moralmente derrotada” era pasado. Por las dudas, el mandatario les recetó una buena dosis de pasiflorina “para que se serenen y tranquilicen”. Y anunció que a la par del bautizo de Felipe (es decir, la inauguración del nuevo aeropuerto), convocará a la revocación o no, de su mandato. “Y vamos a preguntar ¿quieres que el presidente continué o renuncie? No hay necesidad de usar la fuerza”, advirtió. “Que la mayoría decida”.

djh