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¿Puede tener AMLO libertad de expresión?

¿Tiene el presidente López Obrador derecho a la libertad de expresión? ¿O solo a derecho de réplica?

Escrito en NACIÓN el

¿Tiene el presidente López Obrador derecho a la libertad de expresión? ¿O solo a derecho de réplica? La pregunta abre un debate tras los calificativos que el mandatario suele utilizar para referirse a políticos opositores o la prensa, por ejemplo. O para responder a estos en lo que él ha justificado, en algunas de sus conferencias mañaneras, como uso de su derecho de réplica.

Sergio López Ayllón, director general del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), señala que “las libertades de expresión corresponden a los ciudadanos, no a las autoridades”. Y desglosa “cuando el presidente todas las mañanas da una conferencia de prensa, no lo hace en el ejercicio de una libertad de expresión o un derecho de réplica. Lo hace conforme a su obligación, a su deber de informar a la sociedad sobre las acciones gubernamentales; hay una diferencia importante entre el ejercicio de la libertad y el cumplimiento de un deber, de una facultad que sí tiene el presidente quien sí tiene obligación de informar de manera puntual a los ciudadanos las razones y acciones de gobierno”. 

“El presidente puede opinar como cualquier funcionario; tiene la oportunidad de argumentar y contraargumentar respecto de las acciones de gobierno. Pero de nueva cuenta, lo hace en ejercicio de un deber, no de una libertad. Por lo tanto, cuando pasa de esta línea de dónde está informando, argumentando, expresando, justificando; y después se vuelve un discurso de crítica, de denostación, de polarización; ahí es cuando entramos en un problema, porque no está hablando como ciudadano sino como autoridad; está hablando desde la investidura presidencial”, explicó el académico.

Una recopilación elaborada por La Silla Rota sobre las expresiones más utilizadas por el mandatario contra sus adversarios políticos, muestra que algunas de estas no son nuevas pues solía utilizarlas desde su encargo como Jefe de Gobierno capitalino; y posteriormente como presidente nacional de Morena y precandidato presidencial, hasta ahora como presidente.

Son: minoría rapaz, cajamanes, mafia del poder, traficantes de influencias, payaso de las cachetadas, chachalaca, canallas, neofascistas, conservadores, mezquinos, achichincle, alcahuete, aprendiz de carterista, arrogante, blanquito, calumniador, camajanes, canallín, cínico, corruptos desvergonzados, espurio, fifí, gacetillero vendido, hablantín, lambiscones, machuchón, mafiosillo, maiceado, malandro,  mapachada de angora, matraquero, minoría rapaz, mirona profesional, monarca de moronga azul, ñoño, pandilla de rufianes, pelele, pequeño faraón acomplejado, piltrafa moral, pirrurris, politiquero demagogo, reaccionario de abolengo, reverendo ladrón, riquín, señoritingo y tecnócratas neoporfiristas, entre otros.

El tema ha sido motivo de análisis en algunos ensayos publicados en la revista Nexos y Letras Libres; y por el columnista Mauricio Merino, quien señaló hace unos días que si tal como aseguró el presidente López Obrador (en su discurso del 1 de julio para celebrar su victoria electoral) ser el mandatario más insultado en el siglo, era en gran parte por la forma como él se dirigía a sus críticos.

“Él no es ciudadano”

Bajo esta lógica, López Ayllón ejemplifica “si un periódico emite una opinión crítica respecto una acción de gobierno, el presidente puede razonablemente argumentar por qué está en desacuerdo con la opinión de periódico. Pero eso es muy distinto a denostar a criticar”.

-¿Por los adjetivos que utiliza?, pregunta La Silla Rota

-Exacto, porque no está actuando como ciudadano. Un ciudadano tiene toda la libertad de criticar al gobierno; de hecho, la Suprema Corte ha establecido que los servidores públicos están sujetos a un escrutinio mayor justamente porque ejercer una función de poder. Lo voy a poner en otras palabras la libertad de expresión está diseñada para que los ciudadanos que se expresen, critiquen, ejerzan su libertad frente al poder. No es un derecho que corresponda al poder. El poder lo único que tiene que hacer es proteger el ejercicio de esa libertad. 

El titular del CIDE advierte que cuando el discurso presidencial se transforma en discurso para denostar, criticar, denigrar, “y llamar mentirosos a la acción de la prensa, ahí sí tiene un efecto inhibitorio de la libertad de expresión; y se convierte en un acto que podría ser equiparado a la censura”.

-¿Se puede arreglar esto? ¿Se le puede corregir al presidente?

-Sí, su gente cercana podría hacerle notar que él no tiene derecho de réplica porque no es un ciudadano. Él habla desde la investidura presidencial; y como tal tiene deberes de información, pero no ejerce derechos cómo no ejercen sus derechos los servidores públicos, porque los derechos son para los ciudadanos.

Un dato más. López Ayllón enfatiza que, legalmente hablando, “es difícil ejercer un amparo contra el discurso del presidente”. Y finaliza “la manera en que está diseñada la libertad de expresión no tiene mecanismos claros para remediar estas situaciones, pero diré algo más. Este planteamiento no debe aplicarse sólo al presidente: estamos pensando en cualquier funcionario público un gobernador o presidente municipal. Recientemente algunos presidentes municipales han tenido expresiones discriminatorias, denigrantes, para ciertos grupos de personas, migrantes. Y todas esas hipótesis caen exactamente en la misma crítica que estamos haciendo; es decir es una crítica al discurso del poder no es una crítica exclusiva al discurso del presidente”.