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“Pensé que podría ser una extorsión ¡Pero era el Papa Francisco!”

El Padre Miguel celebraba misa virtual cuando recibió la inusual llamada

Escrito en NACIÓN el

“¿Bueno? ¡Santo Padre!”. Sí, era el Papa Francisco quien llamó al celular del Padre Miguel en el momento en que él celebraba la misa virtual y ante un reducido número de feligreses, en su parroquia “Nuestra Señora de la Asunción”, en Jalostitlán, Jalisco.

Todo comenzó la mañana del martes cuando a las 10:15 horas el sacerdote Miguel Domínguez llamó al Sumo Pontífice para saludarlo vía telefónica, pero no lo encontró. Esa fue la razón por la que el jerarca católico le devolvió la llamada, sin saber que en ese momento él oficiaba misa.

En entrevista con La Silla Rota, él relata cómo sucedió todo. “Son cosas que no esperas, aunque en mi caso sí esperaba su respuesta porque en otras ocasiones cuando estuve en Roma, había respondido. Esta vez le llamé y él suele responder después ¡Pero no tan rápido ni en misa! ¡Y se impone que sea El Papa! Si pensé en no contestar”, relata con franqueza, “porque cuando revise el celular decía número privado, y creí que podría ser una extorsión. Por eso dudé. Pero como no lo encontré en mi llamada, cargué el celular porque sabía que podía llamar en cualquier momento”. Y remata “de todos modos pensé ¿Le contesto en misa? Mmmmm… ¿De la palabra de Dios proclamada, a la palabra de Dios hecha vida por el Papa en sus detalles, en sus gestos amables y amistosos? Contesto”.

En el video que circula en redes sociales, se puede escuchar la conversación que mantuvieron en esa llamada inusual, que podría ser la primera en la historia religiosa de México y el mundo.

Papa Francisco: Todavía aguanto

Padre Miguel: ¿Qué tal sus pulmones?

Papa Francisco: Bien, gracias muy bien, ¿qué estás haciendo vos ahora?

Padre Miguel: Voy a prepararme para la misa

Papa Francisco: Pero ¿Qué cargo tenés?

Padre Miguel: Soy párroco en una parroquia de mi diócesis y encargado de cultura.

Papa Francisco: Dales mis saludos a tus feligreses, y mi bendición y que recen por mí ¿eh?

Padre Miguel: ¡Cómo no, Santo Padre! Con mucho gusto, un abrazo de parte de ellos y de mi familia.

Papa Francisco: Que Dios te bendiga, me acuerdo mucho de vos, adiós.


Al reintegrarse a la ceremonia religiosa, el Padre Miguel se disculpa primero, aunque sonríe de manera franca. Se le ve feliz. “¿Se oyó? Poquito”, explica a su minúscula audiencia. “Demos un aplauso al Papa ¿no?” Las ovaciones resonaron por el eco del templo. “Que se toma el tiempo de llamar y saludarnos, que nos sintamos fortalecidos con eso”. Posteriormente, continuó con la liturgia.

-¿Sigue feliz Padre?

-El Papa significa mucho para nosotros y es una gran felicidad. Somos amigos, lo aprecio mucho. Él también me ha mostrado su aprecio y es otra cosa ¡Mucha felicidad pascual!

-¿Qué le comentaron sus compañeros y jefes?

Algunos sacerdotes me echan carilla porque respondí la llamada en misa; nada ofensivo. En las redes sí no lo tomaron muy bien, pero no las veo. Los sacerdotes amigos, el cardenal Robles y mi Obispo simplemente me llamaron y dijeron en plan amistoso ‘espero no interrumpir tu santa misa’. Y bueno, los demás sacerdotes de otras Diócesis están muy contentos. También alguna que otra carrilla y en el mismo tono de broma les respondo ‘es que así debe ser no debes responder en misa ¡Y menos el sacerdote! A menos que, claro, sea el Papa’. Y como tardan en responderme ya nada más les digo sonriendo: lo que me digas no cuenta.

La relación entre el padre Miguel y el Papa Francisco data de hace unos años, cuando el sacerdote estuvo en Roma como formador espiritual de sacerdotes en el Colegio Mexicano en Roma. En 2013 envío una carta al entonces recién nombrado jerarca católico. En ella le expuso las necesidades de los nuevos sacerdotes en formación, hecho que fue bien visto por el Sumo Pontífice. A partir de ahí, ambos han mantenido comunicación.

En una entrevista que dio al Semanario Arquidiocesano de Guadalajara en 2015, el sacerdote relató que en aquellos años “la primera impresión que percibí al tratar a Su Santidad fue de cercanía y de sencillez. Luego de una carta intrascendente que le hice llegar, me respondió a los tres días, mostrando el interés que quizá otra gente difícilmente hubiera manifestado, y me invitó a trabajar en un punto muy específico como es la Formación Permanente, haciendo un aporte en verdad muy sencillo, pero que él tomó con gran interés. Sentí esa cercanía porque me convidó varias veces a su casa, en Santa Marta”.

“Acerca de la salud del Sumo Pontífice, el Padre Miguel Domínguez apunta que, en general, es buena, si bien ocasionalmente resiente crisis de cansancio, incluido algún dolor de cabeza. Sin embargo, asegura que, “emocionalmente, se ve bastante bien, de un ánimo muy estable, no obstante, su padecimiento crónico del pecho y la respiración. De todos modos, se ve fuerte”, declaró.

-¿Cuál es su aprendizaje en esta experiencia inesperada?, le pregunta La Silla Rota.

-Que no se necesita tanto para hacer felices a los demás. En este momento hay mucha gente sola con la cuarentena, recluidos, tristes, con ansiedad. Una llamadita a los conocidos, no nos cuesta nada y claro no va a ser el Papa ¿Verdad? Pero a veces el afecto logra eso.

-¿Qué le dijo el Papa Francisco cuando usted le dijo que estaba en medio de la misa?

-No, no, (explica sonriendo). No me ha dicho nada ¡Espero que no se dé cuenta! No se enteró que estaba yo en misa, hasta ahora habíamos guardado las comunicaciones mas en lo privado. Pero si se presta la ocasión y me dice algo, ya me disculpare. Pero contesté su llamada para no hacerlo esperar y ser cortes también.

(Sharira Abundez)