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Pedro y Margarito, los gemelos que infiltraron a “El Chapo"

Tras escalar en el mundo del narcotráfico, y ser amigos de Guzmán, decidieron colaborar como agentes encubiertos con la DEA

Escrito en NACIÓN el

Dos jóvenes gemelos de origen mexicano vieron escalar sus carreras en Chicago de la mano de cárteles de la droga, construyendo un imperio que movilizaba toneladas de cocaína y heroína en Estados Unidos para finalmente terminar convirtiéndose en agentes que infiltraron a la organización de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera.

Ambos, están programados para testificar en el juicio contra el ex líder del cártel de Sinaloa que se lleva actualmente en Brooklyn, Nueva York.

Una tarde de otoño, Margarito Flores paseaba por Humboldt Park en un Cadillac del año cuando la Policía de Chicago le detuvo.

Para entonces, Flores, de 22 años, y su gemelo Pedro habían construido un imperio que literalmente movilizaba toneladas de cocaína y heroína de México a Estados Unidos, y se daban la gran vida -casas, autos de lujo y dinero para parrandear en Rush St.

La detención de Margarito cerca de las 9 pm esa noche de 2003 no fue debido a un gran operativo. En realidad había un retén, no traía el cinturón puesto y en el cenicero un carrujo de mariguana. Ese delito menor resultó ser el problema más serio que los gemelos Flores habían enfrentado.

Poco después de la infracción de tránsito de Margarito, con los federales investigando sus operaciones, los gemelos se reubicaron y ampliaron en México, ganándose la confianza del más poderoso capo de las drogas, Joaquín "El Chapo" Guzmán.

Cuando todo terminó en la primavera de 2008, los gemelos movieron sus piezas. Regresaron a Estados Unidos y hablaron con las autoridades -y pronto se convirtieron en dos de los más importantes agentes encubiertos en la historia de la oficina en Chicago del Fiscal federal.

En un mes intenso, los gemelos Flores participaron en la mayor y más peligrosa cooperación posible, al grabar conversaciones telefónicas con Guzmán y encuentros cara a cara con sus principales líderes con grabadoras ocultas en sus bolsillos.

La infiltración condujo finalmente a lo que muy probablemente es la mayor formulación de cargos por drogas en Chicago -contra “El Chapo” y sus lugartenientes inmediatos del cártel de Sinaloa, el líder de un cártel rival y docenas de distribuidores e intermediarios en México y Chicago.

SU HISTORIA

Pedro y Margarito flores nacieron en 1981 de padres mexicanos. Al crecer se les conoció como "Pete" y "J" o "Júnior". Gemelos idénticos -separados 17 minutos al nacer- pasaron los primeros 14 años de su vida en una modesta casa de ladrillo de un piso en el corazón de La Villita, un barrio obrero donde las familia deben lidiar a diario con la violencia de las drogas y las pandillas.

Sus padres, obreros en fábricas, emigraron a Chicago por los años setenta para criar a su amplia familia a sólo pasos de la bulliciosa 26th St., entre tiendas y restaurantes.

Los gemelos Pedro y Margarito Flores trabajaron coordinados pero tomaron diferentes roles para establecer su negocios. Margarito fue responsable de asegurarse de que la droga llegaba a Estados Unidos desde los proveedores en México.

Pedro realizaba las operaciones en tierra en Chicago, donde tenía que coordinar los movimientos de unos 15 repartidores y asegurarse de que hacían las conexiones con los consumidores mayoristas.

"Junior… era más agradable al teléfono", testificó Antonio Aguilera, uno de los repartidores, en el juicio. "Y Pedro era más ''ve aquí, ve allá''".

Los gemelos ampliaron su base de consumidores sobre la transitada Cicero Ave., donde su hermano Armando trabajó en Crown Motors, un concesionario de autos, en los noventa.

Pero su bien establecida reputación les pasó factura. En el verano de 2003 los gemelos fueron el objetivo de un secuestro por parte de un importante narcotraficante de Chicago que fue presentado a los hermanos en el gimnasio Hoops, al oeste del centro de Chicago, donde jugaban baloncesto, según los documentos.

Los socios del narco, disfrazados de policías, bajaron a Pedro de su Lexus azul, le cubrieron los ojos y se lo llevaron a un sótano en Burbank. Margarito negoció unos $2 millones de rescate entre cocaína y efectivo, según los documentos.

Pedro fue liberado ileso. A pesar de que los gemelos tenían una buena idea de quién estuvo involucrado, simplemente lo dejaron pasar sin represalias.

EL ENCUENTRO CON CAPOS

En México, el negocio de la cocaína de los gemelos Pedro y Margarito Flores creció, según declaró Pedro ante un jurado federal en 2009.

El estatus de los gemelos se cimentó en la primavera de 2005 cuando fueron invitados a una reunión de tres días con varios capos de la droga de alto nivel en Sinaloa, incluida una reunión el último día con "El Chapo" en su complejo en lo alto de una montaña.

Según su testimonio ante el gran jurado, Guzmán era el proveedor principal, con una vasta operación que traía droga de Sudamérica en aviones jumbo 747, submarinos, botes rápidos e incluso navíos anfibios para evitar a las autoridades en el mar.

Después las drogas eran llevadas a Los Ángeles y Chicago, núcleos de distribución en Estado Unidos, la propia red de los hermanos Flores comenzaba a trabajar, distribuyendo drogas a los consumidores principales en ocho ciudades, entre ellas Nueva York, Washington y Cincinnati a través de cajas de trailers, con la carga oculta en paredes falsas, en contenedores de aguacate y pescado congelado.

“El Chapo” Guzmán, en algún momento hizo incluso una rara intervención personal que habría salvado la vida a Pedro.

Según los documentos de la corte, Pedro tuvo un desencuentro con un ex asociado del cártel de Sinaloa sobre una deuda por droga que condujo a su secuestro y petición de rescate -algo muy extraño entre los cárteles de México y que con frecuencia terminaban mal.

Pero cuando Guzmán se enteró de la disputa, intervino y negoció la liberación de Pedro.

Entonces, en una reunión subsecuente con los gemelos, “El Chapo” les brindó el honor de permitirles matar al secuestrador personalmente, según los documentos. Los gemelos se negaron. El sujeto en cuestión terminó muerto de todos modos, pero una vez más los hermanos Flores se mantuvieron alejados del problema.

LA GUERRA DE “EL CHAPO” Y LOS BELTRÁN LEYVA

En la primavera de 2008 los gemelos enfrentaron una amenaza aún mayor. Una guerra sangrienta surgió entre dos facciones de la "Federación" -por un lado "El Chapo" e Ismael "El Mayo" Zambada García, colíderes del cártel de Sinaloa, y por el otro Arturo Beltrán Leyva, quien entonces tenía su propio cártel.

Los gemelos se vieron atrapados en el medio, traficando drogas de ambas partes. Con los líderes de los cárteles en disputa, negociar con ambos "te ponía en riesgo de castigo por parte de alguno de ellos", dijo Reed.

Sus vidas y las de sus familias estaban en peligro, y los gemelos decidieron que estaban listos para hablar con las autoridades en Estados Unidos.

Un abogado que representó a los gemelos en un principio se comunicó con la DEA para informarles que los hermanos estaban listos para volver.

A ello le siguió una serie de llamadas telefónicas entre los gemelos y las autoridades, y cuadraron la cooperación. El 6 de noviembre de 2008, los agentes de la DEA y un fiscal de Chicago hicieron un inusual viaje a México, bajo estricta seguridad, para reunirse con Pedro y hablar más en detalle sobre qué tipo de cooperación sería, según testimonio en el juicio por parte de los agentes de la DEA.

El resultado de la intensa discusión no tenía precedentes: Los hermanos acordaron cooperar desde México mientras distribuían toneladas de cocaína y heroína simultáneamente para dos cárteles violentos y confrontados.

En el siguiente mes los gemelos proporcionaron a los investigadores detalles de las cantidades masivas de droga que se enviaban a Estados Unidos, lo que condujo a unos 20 decomisos de droga y dinero en Chicago y Los Ángeles, y en los que agentes federales y policías de Chicago participaban en ocasiones hasta en dos operativos al día.

En algo aún más atrevido, los gemelos grabaron unas 70 conversaciones con miembros del cártel, por teléfono y en prisión, con algo tan simple como un micrófono oculto en un bolsillo de la cintura del pantalón. Grabaron a varios elementos de alto nivel del cártel de Sinaloa, entre ellos al coordinador de logística del "El Chapo" quien les contó fascinantes historias de cómo Guzmán movilizaba la droga en un complejo sistema de túneles.

Y el 15 de noviembre, Pedro hizo quizá la grabación más impresionante en la historia del narcotráfico en Chicago cuando llamó a "El Chapo" para hablar sobre reducir el precio de un envío reciente.

"El Chapo": Mi amigo

Pedro: ¿Qué tal, cómo estás?

"El Chapo": Bien, bien. Me da gusto hablar contigo. ¿Cómo está tu hermano?

Pedro: Todos bien. Qué mal que no pude verte el otro día.

Tras los saludos, Guzmán acordó reducir el precio de una carga de 20 kilos de heroína. Las autoridades ahora tenían grabado a uno de los hombres más buscados en el mundo justo en medio de una conspiración internacional de drogas con conexión directa a Chicago.

Con tantos decomisos de drogas en tan poco tiempo, el peligro para los Flores aumentaba día a día. Para finales de noviembre fueron sacados en avión del país por la DEA, seguidos de sus familias en autos y sólo algunos objetos personales, según los documentos.

Una vez seguros en Estados Unidos, los gemelos se reunieron con agentes federales y siguieron haciendo llamadas, enfocándose ahora en sus clientes locales.

En tanto los gemelos estaban seguros bajo protección, su trabajo encubierto tuvo trágicas repercusiones. Poco después de que se supo de su cooperación en 2009, su padre regresó a México a pesar de las advertencias de su familia y autoridades federales. En sólo días fue secuestrado. Su cuerpo nunca fue localizado y se cree que fue asesinado, indicó la fiscalía.

Una nota dejada en el parabrisas del auto abandonado de su padre, hallado en el desierto de Sinaloa, tenía un mensaje para los gemelos: O se callan o les enviamos su cabeza.

LA SENTENCIA

Para Pedro y Margarito Flores, la hora de la verdad fue en enero. Más de seis años después de haberse entregado, comparecieron en corte por primera vez en medio de un fuerte dispositivo de seguridad en el edificio federal Dirksen, en el centro de Chicago.

Los gemelos lucían considerablemente más viejos en comparación con las fotos que se mostraron cuando eran fugitivos en 2005. Ahora con 33 años, tenían arrugas en los ojos y los años bajo custodia les hicieron engordar.

Ataviados con ropa de presos y la cabeza casi a rapa -Margarito a la izquierda y Pedro a la derecha- se sentaron juntos en la mesa de la defensa ante el juez federal Rubén Castillo, hablaban entre sí en voz baja y movían los pies nerviosamente mientras esperaban a que iniciara la audiencia para su sentencia.

Cuando fue su turno para dirigirse a la corte, los gemelos hablaron bajo, sin acento y sin las expresiones callejeras que utilizaron en las conversaciones grabadas con los proveedores.

Al sentenciar a los hermanos a 14 años en prisión, Castillo dijo que era una lástima que no hubieran utilizado su inteligencia callejera y perspicacia empresarial para lograr una vida legítima.

Ahora, seguramente no dejan de pensar en qué pasara cuando vean de nuevo cara a cara a su antiguo amigo Joaquín “El Chapo” Guzmán.

El artículo original en Chicago Tribune

JGM