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Mi reino por una prueba covid-19

Una de las dudas a resolver ante la pandemia es dónde se pueden conseguir las pruebas para saber si alguien es portador del virus

Escrito en NACIÓN el

Cuando la pandemia de covid-19 se asoma de frente a nosotros, nos coloca a distintas interrogantes. Absurdas o inesperadas, como debe ser ante una situación para la que pocos están preparados y que además genera miedo.

Pero una de dichas preguntas que debería ser sencilla de resolver pero no es así, es la de dónde se pueden conseguir las pruebas para saber si alguien es portador del virus. Porque una cosa es reportear y escuchar a los médicos decir que cuando las personas fallecen aunque se sospeche que tenía covid-19, no  se les hace la prueba debido a lo costosas que son y entonces esa posible muerte ya no se contabiliza ni engrose las estadísticas, porque ya no se hizo la prueba.

Otra cosa también es que una fuente periodística comparta que se hizo la prueba en algún laboratorio privado que le costó 3 mil pesos y debió pagarlos de su bolsillo porque el sistema de Salud público está copado de solicitudes para hacerla. Pero quizá lo que no se indaga es todas las horas o hasta días que la fuente, en plena angustia y estresado, debió buscar la prueba.

Incluso uno puede ver en las noticias que el Instituto Politécnico Nacional ya generó pruebas rápidas portátiles, pero de eso a que se aprueben por la Comisión Federal de Protección y Riesgos Sanitarios y luego se produzcan en serie, ya es otra cosa.

Por eso cuando el zarpazo de la desfortuna toca a nuestros seres queridos, la cuestión de cómo conseguir la dichosa prueba adquiere otra perspectiva.

Eso ocurrió luego de que el primo de mi esposa resultó contagiado. Ahora se encuentra en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), donde está intubado y ha tenido una esperanzadora mejoría paulatina.

Pero su familia estaba preocupada porque inevitablemente estuvo en contacto con su esposa y sus papás y consideró que debían hacerse la prueba.

Mi esposa y otra prima suya se ofrecieron a buscar dónde hacerlas. El primer lugar al que llamó mi mujer fue a Salud Digna. Son laboratorios con servicios a precios económicos, comparados con otros. Ahí la prueba vale mil 300 pesos. El problema es que aunque ella habló desde el lunes 25 de mayo, se enteró que para el resto de la semana ya no había pruebas disponibles y que si quería tener una debía meterse a la página de internet puntualmente a las 9am, y que además la prioridad eran las personas en condición vulnerable, y sólo hay al día 20 reactivos disponibles. 

Entonces volteó a la UNAM, que también hace pruebas. Supuso que por tratarse de una institución donde prácticamente se puede estudiar gratis, las pruebas tendrían un precio moderado. Pero ahí el costo es de 4 mil 500 pesos, aunque hay que decirlo, incluye la toma de muestra, valoración médica y seguimiento de la enfermedad. Más caras que en el Chopo, de a dos mil pesos. Como sea, tampoco había.

En Médica Sur la prueba llega a costar 3 mil 949 pesos, autoservicio, sin bajarse del vehículo. Las precauciones nunca están de más.

La escasez de pruebas de diagnóstico de covid-19 no es una sorpresa y era de esperarse. México es el país de la Organización de Cooperación y Desarrollo  Económica (OCDE) con menos pruebas por habitante, 0.4 por cada mil.

A la falta de pruebas debe agregarse que la entrega de los resultados tardan un día o hasta 20, como han reportado algunos pacientes del Instituto Mexicano del Seguro Social, que además dicen que no son enviados por internet, sino que hay que ir por ellos.

Afortunadamente la familia del primo le llamó a un doctor que les pidió tener calma y se propuso revisarlos, a distancia, eso sí, para ver si requerían la prueba o no, ya que no tenían los síntomas como él.

En estos tiempos, además de enfrentar al virus de cerca, conseguir una prueba es también otro motivo de angustia. 

Mi reino por una prueba, parafraseando a Ricardo III.

 

RGG