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“Me dio mucho miedo escuchar que me iban a matar si iba a México”

India Oxenberg, hija de la actriz Catherine Oxenberg, fue la primera víctima en ser marcada en su grupo de esclavas dentro de la secta sexual NXIVM

Escrito en NACIÓN el

“Fue una pesadilla, pero estaba tan apegada en ese momento a NXIVM que no veía que estaba en ella”, contó a El País India Oxenberg, la primera mujer en ser marcada en su grupo de esclavas dentro de NXIVM, una organización señalada por la Justicia estadounidense como una secta sexual, que se vendía bajo la fachada de la superación personal.

Aunque la promesa de DOS, una sororidad secreta dentro del culto, era empoderar a las mujeres, ayudarlas a conquistar el éxito y mejorar sus vidas, en 2016, un artículo de The New York Times expuso la patraña: todo había sido orquestado por Keith Raniere, el líder y fundador, para tener un harén a su disposición, mismo que será sentenciado este próximo martes en Nueva York.

Cuando explotó el escándalo, India, hija de la actriz Catherine Oxenberg perdió el control de su vida. Su madre recurrió a la prensa y lanzó un grito desesperado para rescatarla y funcionó. El FBI decidió tomar cartas en el asunto.

“Me mandaron documentos legales amagando con acusarme de muchos delitos y con meterme a la cárcel. Me dio mucho miedo escuchar que me iban a matar si iba a México, esta gente era muy poderosa”, relata Catherine Oxenberg, quien ha asegurado que el hijo de un expresidente mexicano fue directamente quien la amenazó.

“Los mexicanos eran muy importantes en el grupo, gente de estatus y familias prominentes y eran quienes, probablemente, aportaban más dinero, más que los de Estados Unidos y los de Canadá”, considera India para El País.

El halo de exclusividad, con cursos que costaban miles de dólares, se vendía como pan caliente en México, bajo la idea de que, si los familiares de tres expresidentes, empresarios y miembros de la farándula lo avalaban, debía merecer la pena.

“Durante mucho tiempo quise endulzar las cosas para sentirme mejor y ahora me doy cuenta de que es mejor aceptar lo que fue: un abuso de poder”, señala.

El perfil de India Oxenberg, entonces una chica de 19 años con vínculos con la realeza europea y Hollywood, la hacía un blanco perfecto para Raniere. El patrón era explotar las vulnerabilidades, la fama y la riqueza de sus seguidores, que desembolsaban grandísimas cantidades de dinero para un gurú incuestionable que se presentaba como “el hombre más inteligente del mundo”.

A finales de 2015, Raniere instruyó a mujeres de su círculo cercano para que crearan DOS, una estructura paralela dentro de NXIVM formada sólo por mujeres, y prepararan a otras para tomar un juramento vitalicio, que incluía ser marcadas sin anestesia, sufrir humillaciones y participar en actos sexuales con el gurú, que se vendían como retos de “superación personal”. Se decía que la marca era “una runa”. Pero, en realidad, eran las iniciales del líder.

Sin embargo, antes de llegar a ese punto había un largo proceso de adoctrinamiento, empapado de misoginia.

GRUPO DE ESCLAVAS

El grupo de esclavas partía de un esquema piramidal, en el que las mujeres eran reclutadas por amas y después metían a otras seguidoras bajo su jerarquía. La cima de la pirámide estaba reservada para el líder, el único hombre, algo que la inmensa mayoría no sabía. Además de ser marcadas, las reclutas debían entregar “colaterales”, como fotografías íntimas o títulos de propiedad para evitar que divulgaran la existencia del grupo.

El control era total. India Oxenberg debía pedir permiso a Mack para dormir o salir a la calle y someterse a una dieta de 500 calorías al día, el equivalente a una rebanada gruesa de pastel. Los abusos hicieron que dejara de menstruar y que se le cayera el cabello.

“Quiero que lo condenen a cadena perpetua”, afirma la joven y confiesa que está muy nerviosa a unos días de conocer la sentencia y de confrontar a su agresor en la corte.

Le tomó siete años dejar la secta. En el verano de 2018, Oxenberg se mudó de Albany (Nueva York), la sede principal del grupo, a la casa de su madre en Malibú. En sus cajas había memorias USB y cosas personales de Mack, que no confiaba dejar en una bodega. Ahí encontró grabaciones que incriminaban a la actriz y a Raniere, en las que detallaban lo que realmente sucedía tras bambalinas. “Eso me abrió los ojos”, recuerda. A partir de ese momento, colaboró nueve meses con el FBI.

Fue entonces también cuando comenzó un proceso de terapias para combatir el lavado de cerebro y reconciliarse con su familia. “Fue muy doloroso. La habían programado en mi contra y cualquier cosa que saliera de mi boca, ella lo rechazaba”, explica su madre.

NXIVM QUEDA AL DESCUBIERTO

El escándalo mediático que desenmascaró a NXIVM se produjo semanas después del primer mensaje en redes sociales del movimiento #MeToo y días después de las primeras revelaciones sobre el productor Harvey Weinstein. La marea de denuncias empujó a mujeres a hablar de lo que habían vivido dentro de la secta, en un momento en que la sociedad empezaba a mirar de frente a los depredadores sexuales.

“Es una coreografía divina, si esto no hubiera pasado, la prensa nunca hubiera contado esta historia e India tal vez seguiría en NXIVM. Le debemos mucho al #MeToo”, dice Catherine Oxenberg.

LA CAÍDA DE RANIERE

Raniere fue detenido en México en marzo de 2018 y declarado culpable de explotación sexual y otros seis cargos en junio del año pasado. Pero, esto no hubiera sido posible sin la ayuda de un grupo de miembros, sobre todo mujeres, que decidieron exponer la estafa cuando se enteraron de la existencia de un grupo de esclavas.

Catherine Oxenberg, que acompañó a su hija al primer curso de NXIVM en 2011, pero lo abandonó poco después, se sumó a actrices como Sarah Edmonson y Bonnie Piesse para presionar a las autoridades estadounidenses a que tomaran cartas en el asunto. Nadie las tomaba en serio al principio, pues NXIVM llegó a tener hasta 18,000 seguidores, principalmente en México, EU y Canadá, y no sólo se daba el lujo de limpiar su imagen con eventos como conferencias con el Dalai Lama, sino que acosaba con demandas y amenazas a sus desertores.