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“Me dio covid en el Censo y me discriminaron”

Vive encuestador del Inegi calvario por contagio de covid-19; amaga con protesta en Palacio Nacional

Escrito en NACIÓN el

Froylán (nombre cambiado a petición de él mismo) recibió la noticia de que tenía el covid-19, el miércoles 25 de marzo. Ese día, el entrevistador del Inegi recibió a las 10:02am un diagnóstico del hospital Fernando Quiroz, perteneciente al ISSSTE. El documento decía “covid-19”. Ahí comenzó su calvario, porque aunque lo regresaron a su casa –antes de esto le negaron utilizar el baño del hospital por temor a que lo infectara, según le dijo un médico– no mejoró.

Ya en su casa, se quejó vía telefónica con Norma Cruz, la directora de personal de dicho hospital, por la atención discriminatoria que recibió. Cruz le dijo que si regresaba tendría mejor atención y se justificó porque aún no estaban preparados para recibir a alguien con el temido virus.

Pero cuando Froylán quiso regresar ya no se lo permitieron y lo enviaron al hospital 20 de Noviembre, donde ingresó el jueves 26. Entrevistado por La Silla Rota, menciona que los síntomas que lo aquejaron fueron alta temperatura corporal y dificultad para respirar; además comenta que le diagnosticaron un pulmón dañado, lo cual enfrentó en aislamiento y sin saber de su familia.

También narra cómo a su paso por las instalaciones del hospital, la gente que se le cruzaba se replegaba a un lado por el temor a contagiarse del coronavirus. Al ser dado de alta, el sábado 28, se enfrentó a la discriminación de parte de sus vecinos, quienes al verlo llegar a su domicilio y ya sabían de su contagio, corrieron a sus respectivas casas por temor a tener contacto con él, debido a ello solicitó el cambio de nombre para este reportaje.

Pese a que está seguro de que contrajo el covid-19 durante las labores de su trabajo como encuestador del Censo de Población y Vivienda 2020, afirma que el Inegi no lo ha apoyado económicamente para enfrentar la cuarentena obligatoria a la que debe estar sometido, así como su esposa y su hija, periodo en el que no tendrá ingresos.

Asegura que en el Inegi le dijeron que como el personal administrativo ya suspendió actividades por la emergencia sanitaria, será hasta el próximo 30 de abril que podrían realizar su pago y la incapacidad a la que tiene derecho.

Ante ello, el joven encuestador le advirtió a un funcionario que lo atendió que si no le resuelven pronto lo de su pago, irá a Palacio Nacional a quejarse y a exponer ante el presidente Andrés Manuel López Obrador las fallas que hay dentro del instituto.

“Le dije que me contagié trabajando, yo pagué todo esto, no se vale que ustedes estén en su casa y no me den solución, por eso le advertí que me voy a parar afuera de Palacio Nacional, no voy a entregar mi credencial, la mochila y el celular del Inegi y así me voy a amparar, si no la gente va a creer que estoy mintiendo”, agrega.

La Silla Rota buscó al Inegi para tener una postura al respecto, pero al cierre de la edición no había respondido. El caso de Froylán ocasionó que además se pusiera en cuarentena a 25 trabajadores más del instituto, que presumiblemente tuvieron cerca de él, informó el área de comunicación social el 26 de marzo pasado.

EL CALVARIO

Froylán dice que a inicios de año obtuvo la beca Jóvenes Construyendo el Futuro y concluyó su capacitación el 27 de enero, pero cuando salió la oportunidad de convertirse en encuestador no lo pensó y se postuló. Acudió a un módulo del instituto en Zenón Delgado, en Álvaro Obregón.

“Me decidí a postularme, créame, si yo hubiera visto que me pasa esto mejor no me meto a trabajar”.

En febrero fue aceptado, contratado como eventual. Recibió una capacitación, el acuerdo de que se le pagaría cada mes a través de una tarjeta de nómina por Banamex. Incluso envió a La Silla Rota la copia de su credencial como encuestador del Inegi, y a él le correspondió la colonia de Belén de las Flores, en Álvaro Obregón, cerca del Metro Observatorio.

Entrevistado vía telefónica, recuerda que desde el lunes 23 de marzo sintió síntomas leves de malestar. Así empezó su calvario.

“El lunes empecé con síntomas muy levesones. La sintomatología era más canija el martes, con temperatura casi de 40 grados, con dolor de cabeza, me estuve deshidratando y tuve mucho escurrimiento nasal. Me estuvieron tomando la temperatura, sentía el cuerpo cortado como si fuera una gripe y no le di tanta importancia. Tomé paracetamol  de 650 gramos y me pusieron compresas de agua fría y sólo así bajó la temperatura a 37 grados. Luego de dos horas volvió la calentura ya a 39, pero ya no me dolía el cuerpo sino que la cabeza me empezó a punzar muy fuerte, muy fuerte y dije ‘ya no aguanto’”, recuerda con la voz agitada.

“Me bajé a echar un baño de agua tibia, solo así llegué a calmar el alta temperatura, pero el dolor del cuerpo seguía, me sentía débil de los brazos y es cuando digo ‘ya no me pinta bien’ y es que me voy al Fernando Quiroz”, añade.

El hospital se encuentra en Felipe Ángeles, Calle Canario y Bellavista, en Álvaro Obregón, y forma parte del ISSSTE. Froylán, por estar contratado como eventual, contaba con el servicio médico como una de sus prestaciones.

“Le digo a la doctora que ya empiezo con problemas para respirar, la temperatura no me baja porque me tomaron la temperatura y en la casa la tenía a 36 y llegando al hospital ya tenía otra vez 38 grados. Entonces la doctora hace el protocolo para personas por probable covid-19, ‘vamos a hacer el estudio, para descartar’. Porque como estuve en contacto físico con la gente, hablaba, de la gente con la que hice el censo y que es del extranjero, es venezolana y cubana. En Belén de Las Flores hay mucha gente extranjera porque trabaja en la Policía Federal, entonces no sé en qué momento me contagio”, continúa.

“Yo no soy doctor, cómo iba a saber que estaba infectado, que estaba enfermo, como voy a saber, es asintomático’”, expresa, algo exasperado al recordar.

“Me voy al ISSSTE, al Fernando Quiroz, me hacen el estudio, me aíslan en una ambulancia porque yo que sepa no está diseñado para tener personas con covid, no está capacitado el personal de ahí, me trataron como a una persona extraña. Me metieron y me encerraron en una ambulancia porque ni un cuarto especial tenían. Dije ‘si no hay protocolo, no importa, pero que me hagan el estudio’”.

Agrega que llegó el infectólogo y le hizo una prueba de hisopo y otra de estudios de sangre y comenzó a interrogarlo para saber más de cómo se contagió.

“Sí, estuve hablando con personas porque hacía mi censo y estaban esas personas en su casa, pero no sé en qué momento fue, si fue ahí o más abajo. Mi recorrido fue en Belén de las Flores porque en otro lado no fue, fue ahí. No fue otro lado donde haya ido, no salí del país, con problemas tenemos para comer”, ironiza.

“Me hacen estudio que duran entre 5 a 6 horas, la prueba en el Fernando Quiroz con el infectólogo que le da resultado al doctor Darío que me atiende y que llegó en primera instancia. Me ponen bata, cubrebocas y me dice ‘estas confirmado con covid-19’.

“Yo no me la creía, le dije ‘hágamelo de nuevo pero él decía ‘va a resultar lo mismo, soy infectólogo, yo te lo estoy diciendo, soy infectólogo’. Los estudios de sangre también salieron  así, muy alterados y el azúcar gracias a Dios no salió mal, no tengo diabetes ni hipertensión. El Infectólogo dijo es covid pero tú llegaste a tiempo, nada más tienes calentura y poca dificultad para respirar. Estos no son signos mucho de alarma para que te que quedes internado”, le dijo el doctor e incluso le dio paracetamol y naproxeno y lo envió a su casa.

“Le digo ‘Doc, por la impresión se me revolvió la panza, deme chance de pasar al baño’. El doctor me dijo ‘no, no, no, aquí no vas a hacer del baño, vete a tu casa y ahí haces del baño’”, lo que sorprendió a Froylán, reconoce.

“Pero si no soy una persona con lepra, le dije. ‘No, no, no vayas a contaminar el baño’, me dijo. Por favor sea humano, si usted estudió para médico, yo no tuve la culpa de estar trabajando, doc, discúlpeme”.

Pero el doctor se negó tajantemente a dejarlo pasar al baño y lo mandó a su casa. Froylán comenzó a sentir el miedo de los demás a estar en contacto con él y era apenas el comienzo.

“Me doy la vuelta, y el oficial me dice ‘¿por qué te vas a salir por aquí?’. Oficial, el doctor me dice que me salga por aquí, le enseño la receta y no sé por qué tiene esa maña la gente de sacar fotos sin consentimiento, no sé por qué lo hicieron. No dije nada porque me sentía mal y el trato que me dieron me hizo sentir más mal.

“Le dije a mi esposa ‘me trataron así’ y me dice ‘hay que hablar con la directora’. Entonces cuando quiero ir con la directora cierran el hospital definitivamente porque iba a llegar personal capacitado para desinfectar el hospital”, afirma.

Entonces  pensaron que era mejor intentarlo por internet. Salieron a la calle y caminaron hacia arriba, donde hay una base de taxis frente al hospital y los taxistas se comenzaron a alterar porque había una persona con covid-19.

“¿Quién les dijo? Los únicos que sabían eran el infectólogo y el doctor. Fue el personal que me sacó fotos. No traía dinero para moverme, pensé que era un gripe cualquiera y el examen fue positivo para covid, nos fuimos como pudimos y llegando me dio el bajón por el trato que hubo hacia mí”, dice con pesar Froylán.

En internet halló que la jefa de médicos del Fernando Quiroz se llama Norma Cruz, que también es la directora y le marcó y ella lo atendió y cuando le reclamó el trató ella aseguró que no estaba al tanto e incluso le dijo que le hubiera hablado antes.

“Como le voy a hablar antes y como voy a saber que estoy enfermo, no soy doctor, doctora, discúlpeme si los agarré en sus cinco minutos”, le reclamó.

“Ella me dijo ‘es que tú eres la primera persona que llegaste al hospital, estamos de acuerdo pero el protocolo se podía seguir antes’. Me dijo que no tenía al hospital listo para atender estas situaciones, pero me ofreció que si me sentía mal, Dios no quiera, ya iba a estar diseñado para que se atendiera. Le dije que me trataron inhumanamente y me dijo que iban a corregir esa situación.

“Ya en casa en aislamiento con mi medicación volvió la calentura, yo tomaba las indicaciones de paracetamol y naproxeno, me metí a bañar con agua tibia y al día siguiente ya tenía dificultad para respirar y otra vez sentí el dolor de cabeza y la dificultad fue mayor”.

Volvió a hablar con la doctora con la esperanza de ser recibido, pero ella le paso al infectólogo. “Dile qué tienes. Le dije tenía dificultades para respirar y me está subiendo la temperatura y me duele la cabeza.

“Me dice el doctor ‘como tú eras positivo el hospital no estaba diseñado para atender estos casos  y te vas a tener que ir al 20 de Noviembre, allá te van a atender.

-¿No me van a dar atención ustedes?, preguntó Froylán.

-No está el hospital diseñado, reconoció el infectólogo.

-Muchas gracias, le dijo y colgó para no ser grosero.

“Le digo a mi esposa, con los pocos centavos que tenía, vámonos. Me armé de valor, con doble cubrebocas, guantes y lentes y gel me trasladé al 20 de noviembre, llegando al área de urgencias había un área especial para personas con covid o posible covid, llego y les entrego los estudios que me hacen, los demás estaban en internet y me dicen de la temperatura. ‘Tienes 37 pero el pulmón empiezas a respirar como si fueras fumador con enfisema’.

“Una doctora de pulmones pide una muestra para ver que no tenga complicación, entrego mi papel y veo que cada que pasaba desinfectaban el pasillo, por los protocolos. A nadie se lo deseo, es muy fuerte y  desgastante emocionalmente, me hicieron la placa me trataban como ‘hazte para allá, no nos vayas a contagiar’. Quien me atendió no sé si era director del hospital y jefa de enfermeras y me dicen ‘sabes qué, uno de tus pulmones sí sale con una infección y aun no se va a los bronquios, tu infección empieza de abajo y lo que quiere es expandirse de abajo hacia arriba. Te vas a quedar internado. Es cuando empieza el calvario.

Froylán remarca que vivió un calvario. Es una palabra que repite a lo largo de la entrevista, así como la frase de que no desea a nadie, ni a su peor enemigo, que le pase lo que él vivió, estar contagiado.

“Empieza el calvario. No sabes si tu familia está bien, si tu esposa está bien, no sabes nada, porque te aíslan en un solo cuarto. No tienes comunicación con nadie, empiezan a llegar los médicos a sacarte sangre de arterias para sacar gasometrías para ver que empiezas a respirar bien. En las dos manos ponen soluciones, sacan sangre, empiezan a poner heparina inyectada en mi cuerpo, ahorita no la he desechado. Son 72 horas por cada una, me ponen varias en el cuerpo, empiezan a sacar más sangre y me ponen suero, ya llegué deshidratado y no se percibían. Tengo más de 10 piquetes en cada brazo porque no encontraban las enfermeras mis venas que estaban escondidas por la deshidratación. Una de ellas me canaliza y me empieza a pasar antibióticos para eliminar esa mancha que tengo en el pulmón y esa pequeña infección de un pulmón, el otro estaba libre”, describe.

“Era un calvario porque me empezaba a agarrar sueño a las 9 de la noche y entraban los médicos a decir ‘te vamos a hacer otro estudio de sangre, te vamos a volver a picar, te vamos a sacar otra placa’. Salí muy desgastado del hospital, placa tras placa, sangre tras sangre, muy doloroso”, asegura con la voz entrecortada.

“Yo les decía a mis amigos, no tomen a juego esto, porque es muy real y delicado. Cuando estuve internado sí vi a gente morir, escuchaba ‘es que ya falleció’, por insuficiencia respiratoria, de eso moría. Dos personas, tres se iban a entubar, se iban a terapia intensiva y que a lo mejor ya no sale, porque una persona entubada ya no puede respirar, ya no saben si va a estar bien o mal.

“Les decía a mis compañeros, no saquen a un familiar a la calle si no hay necesidad y no le deseo esto a nadie, ni a quien me caiga gordo. Así como dicen en la tele sobre la limpieza aunque no les haya gustado, háganlo. Aunque sus hijos se enojen porque ahí no sabes si tu hijo ya comió, si está bien, no lo vas a estar cuidando, si respondió al medicamento, porque los doctores siempre te van a decir ‘está bien, no va a pasar nada’. Es lo que le decían a mi esposa, ‘él está bien’. Los informes los daban en la noche. Yo, sin comer, sin dinero ni apoyo de la gente pero eso sí me discriminaban porque la gente es inculta, no se actualiza y es ignorante. Decían ‘ahí viene ese cuate no nos vaya a contagiar’.

Recuerda que si él salio del hospital es porque la infección del pulmón salió diferente en hospital 20 de Noviembre a como la tenía en el Fernando Quiroz.

“Como me la habían tomado anteriormente ya estaba limpia mi sangre, entonces llegaron médicos extranjeros en la madrugada de viernes, ven mi caso, dicen ‘dalo de alta porque se les puede complicar más o puede agarrar otra infección’. Puede ser una neumonía o equis cosa, mis defensas las tengo hasta abajo, por inyecciones de heparina, te da en la torre. Muchos dicen ‘no pasa nada’. Me gustaría que probaran un día la heparina para que vean que es el dolor de tenerla en el cuerpo, entrando fría la heparina y subcutánea la cual se absorbe muy lentamente. Es un dolor, yo me paro y siento como si me hubieran abierto el cuerpo y sacado los órganos, se siente muy feo y fuerte, no se lo deseo ni a mi peor enemigo.

“Si la gente no entiende estos temas, que esté preparada para con un dinerito guardado estar en el hospital. Es estar plantado, no sabes en que momento te pongas grave. Llegó una señora bien y terminó falleciendo y la familia no tenía dinero, creía que era una simple gripe. Si no tienen para qué salir, no salgan.

“El día sábado salí del hospital en la noche como a las 11, me dieron de alta, no encontraba transporte y un amigo taxista nos ayudó. Nos bajamos, ‘limpia tu unidad’, le dije. La gente estaba en la calle tomando y al vernos se fue corriendo, como si estuviera a punto de morirme. Si eso hubiera pasado hubiera sido en el hospital. Si vives sales y si no te dejan allá, no tiene caso de velar a tu familiar. Te creman y entregan y es todo para evitar un medio de contagio”.

Aunque sabe por protocolo no dejan pasar a los familiares de los que tienen covid-19, dice que no ver a su familia que lo acompañara lo hizo sufrir. No fue como cuando lo operaron de un ojo y su esposa pasó la noche con él en el hospital.

“Acá para evitar que te contaminen el protocolo es que no hubiera gente adentro, que la gente no enferma no se acercara porque el virus está en el aire y muchos dicen que no, ¿entonces como lo contraj? No fue besando a alguien, solo tengo a mi esposa y a mi hija. Yo recalqué esto fue trabajando no fue haciéndome menso en mi casa, están las cámaras del C5 y los vecinos”.

Al llegar el lunes fue cuando habló al Inegi para pedir que le pagaran lo que le debían y una incapacidad porque por riesgo de trabajo contrajo el coronavirus. Le dijeron que atenderían el problema, pero al insistir le informaron que las actividades administrativas habían sido suspendidas y que hasta el 30 de abril se podrían reanudar. Él les dijo que necesita dinero ya.

“El responsable del Inegi no metió a tiempo mi hoja de riesgo de trabajo y como vieron que no me quedé callado quieren ver qué solución me dan. Le comenté al encargado del Inegi que me enfermé trabajando, no en mi cada y ahorita no puedo buscar trabajo porque tengo que guardar la cuarentena. ¿Quién me va a ayudar durante ese periodo. Con lo que me dijo, el Inegi se deslinda de todo”, dice.

También donde vive ha sufrido discriminación y ha notado como además del alejamiento, a veces platican afuera de su casa y hablan de él de manera despectiva.

“Estoy hasta abajo, debo armarme de la tercera fuerza para plantearme afuera de Palacio”.

El martes 31 de marzo recibió su pago por vía electrónica de su sueldo de marzo, pero aún no le pagan su incapacidad.

“Tengo que estar en revisión médica. Mínimo que me den chance de estar en revisión médica porque no sé qué llegue a pasar estos días”, concluye.