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Luis Ángel recorre el país en la 'Bestia' como turista

El adolescente de 16 años originario de Ciudad Juárez, Chihuahua conoce México sin gastar un sólo pesos pero arriesgando la vida

Escrito en NACIÓN el

El cansancio en el cuerpo lo hace arrastrar los pies. Las piedras entre los durmientes de la vía del tren dificultan los pasos. Con el brazo derecho sujeta una cobija, lleva la mirada clavada al suelo y avanza con la paciencia de un condenado al que nada le inquieta a su alrededor. Hace más de nueve horas que probó el último alimento que le regalaron: una manzana y un vaso con agua.

Luis Ángel es un pasajero de "La Bestia", el tren carga que transporta migrantes centroamericanos que anhelan “el sueño americano” y cambiar con dólares la vida de sus familias. Hoy llegó a Tultitlán, donde finaliza la ruta del tren procedente de Tierra Blanca, Veracruz, y sale el que va a Laredo, Texas. La colonia Lechería es el sitio que reúne esas dos vías de ferrocarril. El punto obligado en el itinerario de los migrantes a los Estados Unidos.

Comparte el hambre, el cansancio, la sed, las horas de sol, la persecución de algunas autoridades mexicanas y el acoso de la delincuencia organizada con otros hombres y mujeres que han viajado entre los fierros del tren durante días enteros desde el sur de México. Viaja y sobrevive como uno de ellos, pero él no es como el resto. No escapó de la violencia de un país, un desastre natural o de la miseria económica, tampoco ambiciona pisar suelo norteamericano y conseguir un trabajo. Luis Ángel es un adolescente de 16 años originario de Ciudad Juárez, Chihuahua, que abandonó desde hace 3 años la casa paterna para conocer México sin gastar un sólo pesos pero arriesgando la vida.

Su oficio es el “charol”, dice, esto es pedir dinero a la gente para comer, viajar, comprar ropa e invitarle un refresco a alguna novia, como lo hizo con una estudiante de preparatoria de Veracruz.

"Está chido andar así, no me falta nada, cuando voy y lo pido me dan mucho”, dice con sonrisa suave Luis Ángel.

“Vi un día a los hondureños y me platicaron lo que vivían, y como pasa por Juárez el tren me salí de mi casa para andar conociendo, pedí una cobija en la Casa del Migrante que está en el centro. Yo no quiero ir a Estados Unidos, se saca más en México y aquí no la sufres”, explica.

Se llama así mismo “turista”, no migrante, porque en el tren ha conocido Coahuila, Guanajuato, Veracruz, Oaxaca y otros estados. Comenta que hay otros mexicanos y centroamericanos que se dedican a viajar, recorrer y conocer el país en el tren y pedir dinero.

“Aparte de charolear, cuando se puede trabajo de lo que sea, barrer, más que nada a barrer y me dan hasta los 50 (pesos), unas monedas, pero más más con el charol”, señala.

Camina por la vía del tren y con los 5 pesos que consiguió entra a un café internet en la colonia Mariano Escobedo en Tultitlán, renta una computadora por 15 minutos para revisar su perfil de Facebook y dejarle un mensaje a su hermano Daniel para decirle que está bien.

Toma su cobija del suelo y sale del negocio. No le preocupa que va a comer, confía en la generosidad de las personas, “ahorita toco en una casa para pedir una tortilla con sal”. Lo hará antes de la 7 de la noche para tomar el tren de Ferromex rumbo al norte. Su objetivo es bajarse en San Luis Potosí y de ahí llegar a Saltillo.

Asegura que no tienen miedo y que se encomienda a la Santa Muerte cada que se sube al tren para pedir su protección, que se amarrará con la sudadera a los fierros para no caerse del tren por si se queda dormido. Tampoco le incomoda que lo confundan: “la policía en Tierra Blanca pensó que era salvadoreño y me quería detener, le dije que le cantaba el Himno Nacional para demostrarle que era mexicano, comencé a cantar y ya me dejo ir”.

En las entradas y salidas de las estaciones Tultitlán y Lechería del Tren Suburbano es común que los migrantes centroamericanos pidan una moneda a los usuarios, algunos de ellos “charolean”, otros utilizan el dinero para comprar comida y seguir la ruta de los dólares. Es complicado distinguir, sólo cada persona que pide sabe para que utiliza el dinero.

Luis Ángel, es uno de los muchos niños y adolescentes mexicanos que no aparecen en las cifras oficiales, de los que no hay registro, de los que seguirán viajando y arriesgando su vida por la aventura de conocer el país ayudados por el “charol”.


fmma