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Los narcosatánicos que atormentaron a México

Hace tres décadas fue puesta al descubierto una de las bandas criminales más sanguinarias y oscuras en la historia moderna del país

Escrito en NACIÓN el

Interminables minutos de balacera protagonizaron policías y una banda de criminales. Los uniformados los superaban en número, pero las armas de alto poder de los delincuentes alargaron el enfrentamiento.

El escenario del combate fue un departamento de la calle Río Sena, en la colonia Cuauhtémoc, en el centro de la Ciudad México, un viernes 5 de mayo de 1989.

Las autoridades iban tras una banda de narcosatánicos liderados por Adolfo de Jesús Constanzo, un cubano estadounidense formado bajo la religión de Palo Mayombe.

Como si fuera una secta, engañaba a sus seguidores a través de dicha religión para que cometieran torturas, asesinatos y pactos suicidas.

Cuando fueron acorralados por los uniformados, Adolfo de Jesús Constanzo pidió a uno de sus seguidores que le disparara, éste lo hizo y luego se suicidó.

Otros de los miembros de la banda, se creyeron invisibles y al intentar salir del departamento fueron abatidos.

Las indagatorias contra los narcosatánicos comenzaron un mes antes, en abril de 1989, cuando David Serna, uno de los integrantes de la banda, fuera detenido en un operativo de rutina de la Policía Federal.

Serna tenía en su vehículo no sólo droga, sino también un extraño caldero (una olla grande) con restos de sangre, corazones, partes de columnas vertebrales.

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Los restos eran partes del cuerpo del estudiante norteamericano Mark Kilroy, reportado como desaparecido mientras realizaba un viaje a México.

Kilroy había sido secuestrado en Matamoros, Tamaulipas, y su desaparición desató una intensa búsqueda, pues tenía lazos familiares con funcionarios del gobierno estadunidense.

Los narcosatánicos fueron fundados en tierras tamaulipecas por Constanzo, quien atraía a personas no mayores de 30 años de clase media alta.

Adolfo de Jesús Constanzo arribó a México proveniente de Estados Unidos en 1983 para trabajar como modelo.

Sin embargo, el modelaje no le dejó muchas ganancias, por lo que empezó a trabajar como santero, curandero y médium, como alcanzó fama.

Dicha fama le ayudo a establecer relaciones con personas importantes, entre ellas jefes policíacos y narcotraficantes.

Así comenzó a reclutar a los primeros integrantes de lo que sería su banda de narcosatánicos.

La detención de David Serna dio pistas a las autoridades. Ubicaron el rancho Santa Elena, donde operaba la banda.

Ahí fueron encontrados los cuerpos mutilados de 13 víctimas a las que les habían sacado el corazón, el cerebro y partes de la columna vertebral.

Informes policiales detallaron que utilizaban los restos de sus víctimas para preparar un brebaje en sus ceremonias de santería. A este brebaje le añadían sangre, ajos y tortugas asadas.

Constanzo hacía creer a sus seguidores que con el consumo de este brebaje podrían adquirir poderes extraordinarios, como el ser invisibles.

Cuando los narcosatánicos iban a ser detenidos en el rancho de Santa Elena huyeron a la Ciudad de México, donde ya los esperaban otros “discípulos”.

Las autoridades dieron con ellos en el centro de la Ciudad de México gracias a la carta de Sara, estudiante de Antropología de la Universidad de Texas que había sido reclutada por Adolfo de Jesús Constanzo.

En la misiva, la joven firmaba que era rehén y que temía por su vida.

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Los policías llegaron al lugar y fueron recibidos por las balas de los narcosatánicos, convirtiéndose el enfrentamiento en una masacre.

Unos abatidos, otros se dispararon entre ellos como parte de su pacto suicida, los que quedaron vivos fueron arrestados, murieron en prisión y otros, como Sara, aún purgan su condena.

En aquellos años, el narcotráfico y las sectas no tenían el vínculo que tiempo después amarrarían. Tampoco la violencia sangrienta que hoy acecha a gran parte del país.


Con información de Infobae

rgg