Ciudad de México.- Don Isidoro tiene a su sobrino en el Hospital Magdalena de las Salinas en la Ciudad de México. Le han reportado que la situación es muy grave, pues su familiar, un joven de unos 28 años, tiene el 95 por ciento de su cuerpo quemado.
“La lumbre llegó hasta sus riñones, eso es lo más grave”, dice Don Isidoro.
La explosión del pasado viernes que, hasta hoy, dejó un total de 79 muertos, hoy es contada por los pobladores de Tlahuelilpan como la mayor tragedia.
Don Isidoro es un agricultor del campo, asistió al lugar por gasolina quince minutos antes de que el ducto de Tuxtla-Tula explotara.
“Vecinos, amigos y conocidos comenzaron a llamarnos por teléfono para decirnos que ahí estaban regalando gasolina.
Mucha gente iba pasando y pues si su carro no tenía gasolina, dicen: pues vamos por lo menos por un litro, cinco litros, sin saber qué se quedarían en el camino. Yo también fui, pero le doy gracias a Dios que me salí del lugar antes del suceso”.
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Para Don Isidoro la tragedia es producto del desabasto de gasolina, la injusticia de los altos precios del combustible y la pobreza en la que viven.
“Nosotros qué trabajamos el campo es imposible comprar la gasolina a ese precio. Es una injusticia para nosotros que trabajamos en el campo, eso nos lleva a lo que hoy estamos pasando”, dice.
Don Isidro gana alrededor de 180 pesos diarios, un total de apenas 1,260 pesos a la semana. Él es el sustento de su familia conformada por cuatro personas.
Una de sus hijas estudia, sin embargo, el otro no pudo continuar con sus estudios por la falta de dinero.
La gasolina que ellos ocupan para manejar tractores y camionetas en el campo se vende en un promedio de 19 pesos el litro.
A una camioneta de tres toneladas se le llena el tanque con alrededor de 80 litros, es decir, con 1,520 pesos. Mayor cantidad de dinero que gana un agricultor a la semana.
“Esto es una injusticia”, recalca.
Tenemos que conseguir un litro, tal vez regalado, pero ¿a costa de que? De una vida de que hoy puede ser cientos”.
Su familia perdió ya dos familiares en el accidente del viernes pasado. Apenas ayer se enteraron de la muerte de uno de ellos, Mario, quien, entre lágrimas, Isidoro dice que encontraron su ADN.
“Estábamos conscientes que era un riesgo estar entre la gasolina, más nunca nos imaginaríamos que esto llegaría a una gran explosión en el cual acabaron muchas vidas”.