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La oscura intervención de un ex gobernador veracruzano en el Movimiento Estudiantil del 68

Fernando Gutiérrez Barrios, fue uno de los personajes clave en la matanza y represión a estudiantes el 2 de octubre en Tlatelolco

Escrito en NACIÓN el

La represión y matanza de estudiantes durante los meses que duró el movimiento estudiantil de 1968, no se entendería sin la participación de uno de sus personajes clave: un ex militar veracruzano que durante décadas fue pilar del espionaje en México.

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Fernando Gutiérrez Barrios, oriundo de Alto Lucero, municipio de la zona centro de Veracruz, se enlistó en las filas del Ejército Mexicano en los años 40, y posteriormente se ganó la confianza de su paisano, el entonces presidente Miguel Alemán quien creó las guardias presidenciales (hoy Estado Mayor Presidencial) a las que ingresó el militar.

Gutiérrez Barrios aprovecha la cercanía con Alemán para crear un aparato de seguridad argumentando paz social y estabilidad política, aunque el primer objetivo fue proporcionar seguridad personal al primer mandatario, desde entonces, ese aparato se tradujo en espionaje, desapariciones, tortura y masacres de cientos de estudiantes, líderes sociales y campesinos.  

“De él aprendimos mucho, mucho. De su sabiduría y constante apego a la Constitución, a los principios de la Revolución Mexicana, a la doctrina de la democracia; su búsqueda vital fue incansable, construir consensos, desarrollar acuerdos, aspirar a coercionar pero ante todo, a aplicar lo que le diría la Ley, la autoridad, para encontrar el bienestar colectivo”, dijo Fidel Herrera, ex gobernador de Veracruz en 2010, durante el homenaje anual que el priísmo rinde a su más férreo defensor, y que operó durante al menos 4 sexenios.

La dirección Federal de Seguridad

Para 1950, Gutiérrez Barrios había dejado el Ejército Mexicano para enfilarse como priísta y comenzar su carrera en el servicio público en la Dirección Federal de Seguridad, a donde llega como jefe de Control Político (1952), y escala a Subdirector Federal (1958). Finalmente se convierte en Director General entre 1964 y 1970.

Justo ahí, en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, Fernando Gutiérrez Barrios encabezó la operación de cada organismo de inteligencia y seguridad nacional desde el inicio del movimiento estudiantil de 1968 y hasta su culmen, con la represión y matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.

A través de esta Dirección, se infiltraron agentes en el movimiento estudiantil, y se dieron informes puntuales  a la Presidencia de la República, la Secretaría de Gobernación, y a la Agencia Central de Investigaciones (CIA) de los Estados Unidos.

Tlatelolco, los departamentos del Chihuahua y el Batallón Olimpia

De acuerdo con la Revista Proceso, otro de los personajes turbios de la época, el general Marcelino García Barragán, documentos póstumos entregados al ya fallecido periodista Julio Scherer García, el Ejército Mexicano llegó el 2 de octubre a Tlatelolco, como consecuencia de información “falseada, exagerada y alarmista”.

En dichos documentos, detalla que la tarde del 2 de octubre el objetivo era el arresto de los cabecillas del movimiento, sin embargo, el Estado Mayor Presidencial argumentó no haber hallado la forma de realizar las detenciones sin disparar.

“Eran las siete de la mañana, estaba en mi despacho, donde tenía varios días durmiendo en la Secretaría con mi Estado Mayor, mi secretario particular y ayudantes, planeando la forma de terminar con el movimiento; en esos momentos llegó el Capitán (Fernando Gutiérrez) Barrios (actual subsecretario de Gobernación) al que esperábamos sus informes para completar mi plan.

“Reunidos en mi despacho, escuché todos los informes y pregunté al Capitán Barrios: ¿podremos encontrar en el Edificio Chihuahua algunos departamentos vacíos, donde meter una compañía?, Barrios me contestó: déjeme ver; tomó el teléfono y habló con el general Oropeza, me pasó al audífono, y le dije a Oropeza que me consiguiera, para antes de las dos de la tarde, los departamentos que pudiera para meter a una Compañía; en media hora tenía conseguidos tres departamentos vacíos a mi disposición, uno del 3er piso y 2 en el 4o piso; serían las 11 de la mañana del 2 de octubre cuando recibí este informe, se necesitaba para completar mi plan que nada más yo lo sabía, pues el Estado Mayor me indicó que no encontraban la forma de aprehender a los cabecillas sin echar balazos”.

Más adelante, se detalla la operación: “Terminamos el plan a las dos de la tarde y lo traducimos en órdenes que se cumpliera a las 15:30 de esa tarde El Capitán Careaga, faltando 20 minutos, estaba acantonado en los departamentos vacíos del Edificio Chihuahua, con órdenes de aprehender a Sócrates Amado Campos cuando estuviera en el micrófono; el Coronel Gómez Tagle a las 3:40 del día 2 estaba con su Batallón Olimpia con su dispositivo, para tapar todas las salidas del Edificio Chihuahua, para evitar la fuga de los cabecillas que a las cuatro de la tarde ya estaban todos en los balcones del 3er piso y una terraza para empezar el mitin, este Capitán Fernando Gutiérrez Barrios Empezó; y a la hora en que Sócrates estaba más entusiasmado hablando a la multitud con micrófono en mano, un soldado escogido por el Capitán X, muy fuerte y decidido, jaló de las piernas a Sócrates derribándolo, éste siguió hablando hasta que el Capitán le puso su pie en el micrófono y se lo quitó, en esos momentos comenzaron los disparos de las cinco columnas de seguridad que a las órdenes de XXX estaban apostados en la azotea de los demás edificios esperando al Ejército, quien contestó el fuego”.

Fernando Gutiérrez Barrios se encuentra en la lista de militares y políticos acusados de genocidio, como parte de una denuncia de hechos presentada en 1998 ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que buscó determinar la posibilidad de abrir investigaciones y castigo a los responsables de la matanza del 2 de octubre de 1968.

En octubre del año 2000, antes de su muerte, Gutiérrez Barrios se deslindó de las acusaciones en el Senado de la República, ahora como  legislador: “El presidente Gustavo Díaz Ordaz asumió ante la nación la responsabilidad personal, ética, social, jurídica, política e histórica por las decisiones de su gobierno en relación a los sucesos de ese año”.

Finalmente, dijo, los hechos fueron consecuencia de una “atmósfera de tensiones, potencialidades y rupturas” que prevalecían en el conflicto; “El gobierno instó en preservar el orden institucional, y los grupos de manifestantes, por su parte, en mantener sus demandas. Se trataba de dos leguajes, de dos universos políticos distintos”.

Los últimos años

Luego de haberse mantenido una estructura de seguridad basada en el espionaje y la tortura, Gutiérrez Barrios aspira a cargos públicos desde Veracruz, donde logró la gubernatura en 1986, aunque sólo se mantuvo dos años en el puesto, tras el llamado del expresidente Carlos Salinas de Gortari que lo llamó como secretario de Gobernación.

De acuerdo con el escritor Fabrizio Mejía, autor de la novela Un hombre de confianza, basada en la vida y obra del ex gobernador veracruzano, el llamado de Salinas está relacionado con la sed de legitimidad para su gobierno tras la “caída del sistema” que lo llevó al poder, además del multitudinario acarreo de votos en Veracruz que bien le benefició.

Gutiérrez Barrios, detalla Mejía, fue bien conocido por dar con el paradero de Fidel y Raúl Castro, y Ernesto Guevara durante su estancia en México previo al estallido de la Revolución Cubana.

Sin embargo, no fue precisamente una detención –explica el escritor- lo que se llevó a cabo, sino una alianza con los gobiernos mexicanos priístas que beneficiaron el intercambio de información; Cuba reportaba posibles guerrillas en México, mientras este le devolvía el favor con información de relevancia sobre Estados Unidos.

Fue así que el ya presidente y líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, asistió a la toma de posesión de Salinas como presidente de México, causando escozor entre la izquierda mexicana.

Para el año 1997, Gutiérrez Barrios fue víctima de secuestro; para el año 2000 realizó su último encargo político y por poco tiempo, llegó hasta el Senado de la República como legislador.

En el Senado, es cuestionado por otros legisladores sobre los hechos ocurridos el 2 de octubre de 1968: ““En la madrugada del 3 de octubre de 1968, cumplí con la obligación que tenía asignada en ese tiempo Informé por escrito y con detalle al presidente de la República sobre los hechos violentos que se habían presentado.

“Le di a conocer el número de muertos, heridos y detenidos, así como los lugares donde se encontraban recluidos cada uno de estos últimos. Lo hice con veracidad y oportunidad, tomando en cuenta la situación del momento que se vivía. Nada oculté”, dijo ante el pleno antes de morir, días más tarde, durante una operación el 30 de octubre del 2000.


kach