José Valentín Hernández Cornejo y Jessica Itzel Bautista Villada, de 26 años de edad, hacían todo juntos. Avecindados en el municipio de Tezontepec, a unos 20 minutos en coche de Tlahuelilpan, salieron a toda velocidad hacia este poblado, la noche del viernes pasado.
Eran las 18:00 horas y a bordo de un Chevy habilitado como taxi al parecer llegaron al sitio donde cientos de personas tomaban gasolina de un ducto de PEMEX.
Tras la explosión hay aún decenas de desaparecidos.
Autoridades municipales creen que sus restos se desintegraron, pues probablemente estaban más cerca del origen del estallido.
Es el caso de José y Jessica, según consideró la hermana de ella, Érika.
Poco ha dormido y comido. Con un palo escarba la Zona Cero en busca de lo que pudieran ser los restos de la pareja.
Le hablaron a José y le mencionaron que en Tlahuelilpan estaban dejando pasar por combustible; no se lo pensó dos veces y vino con mi hermana”, contó.
Y es que José es taxista y desde hace días estaba sin combustible. Desesperado, animó a Jessica a juntar un par de bidones e ir al ducto aparentemente intervenido por huachicoleros.
Afortunadamente, señaló Érika, su hija de 9 años de edad y su hijo de 3 se quedaron en casa.
“Se la pasan preguntando por sus papás”, expresó, angustiada.
Con cubrebocas, ella y la muchedumbre soportó el intenso sol y el olor a gasolina.
Los alrededores de la zanja donde estaba el ducto de PEMEX están plagados de manchas negras, pastizal quemado y padecería de ropa.
Para muchos, aún hay esperanza de recuperar los cuerpos de sus seres queridos.
fmma