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Huelga del 99, un triunfo; paros actuales, “sin legitimidad”: “El Gato”

Se cumplen 20 años de la entrada de la PFP a la UNAM para deshacer nueve meses de huelga, Mario Benítez, uno de los líderes del CGH, rememora la historia del conflicto y opina sobre la actual crisis en la universidad

Escrito en NACIÓN el

Mario Benítez “El Gato”, uno de los líderes duros del Consejo General de Huelga (CGH) de la UNAM es contundente: la huelga que paralizó a la Máxima Casa de Estudios de México en 1999 y principios de 2000 y de la que fue partícipe, fue todo un éxito, pese a que terminó con la entrada de la Policía Federal Preventiva (PFP) aquel 6 de febrero; y del movimiento actual que tiene en paro a varias escuelas y facultades carece de legitimidad pues carece de organización, debate y se excluye a las mayorías para la toma de decisiones.

A 20 años de aquel movimiento que le costó el cargo al rector Francisco Barnés y que amenazaba con convertirse en tema electoral para la campaña presidencial del 2000, en la Universidad se respiran aires de conflicto.

Benítez es cuestionado sobre si ve similitudes con el movimiento en el que fue un líder. Su respuesta es que no ve un movimiento legítimo.

Acoso por parte de profesores y alumnos, violencia de género, inseguridad y negligencia de las autoridades de la UNAM son los principales motivos por los que los que grupos de estudiantes han tomado las instalaciones y hasta el momento se mantienen en paro: la Facultad de Artes y Diseño; Facultad de Filosofía y Letras; Facultad de Ciencias Políticas y Sociales; CCH Naucalpan y las Preparatorias 3, 7, 8 y 9.

No hay similitud con lo que está pasando ahorita. Hace 20 años el paro era con asambleas, discusiones, había foros, conferencias, todo el tiempo se estuvo discutiendo. No se expulsa a la masa; al contrario, se le integra, se le dan tareas de agitación, de propaganda, la causa es legítima y está respaldada por horas y horas de discusión por una asamblea con delegados y actualmente vemos un paro que no está legitimado por asambleas, no es un paro auténtico. No nos encapuchábamos, dábamos la cara, no cambiamos nuestro nombre; escribíamos las peticiones, no las cambiábamos a cada rato. Era un ambiente de lucha de masas organizadas en asambleas y horas y horas de debate y eso está ausente en este tipo de eventos donde no tienen esta tradición de incorporar. Es una lucha que yo no la caracterizo como un movimiento, sino como algo que está abordando un tema relevante pero sin la organización, sin la masa y legitimidad que todo movimiento debe tener a través de las asambleas

1999, RUTA DE PRIVATIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

“En 1999 Francisco Barnés incrementa las colegiaturas, viene una consecución de eventos por privatizar la educación, entonces el triunfo de la huelga de 1999-2000 es que llevamos 20 años sin que se atrevan ni a mencionar el cobro en la universidad y en números cuantitativos es que cerca de un millón y cuarto de estudiantes han pasado por la Universidad sin pagar, manteniendo la gratuidad, eso es un triunfo a todas luces”, dice en entrevista con La Silla Rota.

A 20 años de la irrupción de la Policía Federal en Ciudad Universitaria –ocurrida el 6 de febrero de 2000- y en otros planteles universitarios tomados para defender la gratuidad de la UNAM, Benítez no duda de sus palabras, pese a que estuvo preso en el Reclusorio Norte con cargos como el de terrorismo.

Permaneció ahí poco más de cuatro meses recluido y afirma que fue gracias a las movilizaciones del propio movimiento después del 6 de febrero que salió libre. Lo dice mientras muestra con orgullo recortes de periódicos que reportaron marchas para pedir que los liberaran a ellos y a los cerca de mil estudiantes y maestros presos ese 6 de febrero, incluida una protesta de padres que se crucificaron en CU.

El 6 de febrero detienen a todo el CGH, estábamos en una sesión en el auditorio Che Guevara. Era el auditorio de todos, no es lo que tenemos ahora desgraciadamente, y nos sacan a todos. A mí me conducen en una camioneta especial, resguardado, hay un helicóptero y dos patrullas adelante y dos atrás, motociclistas, llegó a la Procuraduría General de la República en Revolución, de ahí me trasladan al Reclusorio Norte. Evidentemente yo estaba confiando en un movimiento porque la masa está presente. De hecho a este movimiento le debo la libertad

“Siempre estos rumores, gente muy mal intencionada que señala que no estuve en la cárcel o que no pasé ni un día. En fin, tonterías, es lo de menos, estuvimos en prisión. No me arrepiento de lo que hicimos, es muy importante. Es un movimiento triunfante y no dejó a ningún preso político. El 7 de junio salimos todos de prisión, salí el último día con Alejandro Echavarría Zarco ‘El Mosh’ y Alberto Pacheco ‘El Diablo’ y Jorge Martínez Valero, y del lado femenil con Leticia Contreras y Guadalupe Carrasco. No hay lucha ni victoria indolora. Lo logramos y estamos firmes y convencidos de lo que hicimos”, reitera.

Ahora sin el cabello largo que lo distinguió durante los 10 meses que duró la huelga y que se cortó días antes de la entrada de los federales, pues ya preveía que entraran y prefirió contárselo él a que lo hicieran las autoridades, Benítez continúa como profesor en la Facultad de Economía.

Se le cuestiona si no le pesa que a 20 años aún hay exestudiantes que recuerdan que perdieron un año o se cambiaron de escuela, y que consideran que cuando las autoridades universitarias encabezadas por el rector Francisco Barnés anunciaron que se suspendía el reglamento que imponía cuotas obligatorias para los estudiantes, ya era un triunfo y ya no era necesaria la huelga, Benítez explica que el pliego petitorio incluía que dicho reglamento fuera derogado, por eso no se levantó la huelga, aunque un grupo importante, los llamados “moderados” ya no apoyó el movimiento. Pero quienes mantuvieron la huelga fueron los llamados “ultras”, entre quienes estaba él.

El reglamento no se derogó, pero el tema de las cuotas se volvió letra muerta, un tabú desde entonces, por lo que la gratuidad está garantizada y el costo que se pagó valió la pena, remarca.

“No hay un movimiento indoloro, hubo un costo que pagar, el más caro fue la vida de nuestra compañera Marta Alejandra –atropellada en una marcha- del compañero Renato en Naucalpan –atropellado cuando iba a una manifestación-, pero hay un sector que estuvo con nosotros que no terminó la lucha, que a mitad del movimiento decidió retirarse porque consideró que era una victoria e incluso hubo algunos reclamos de sectores más acomodados que tuvieron que cambiarse de universidad y quizá con cierta amargura pudieran reclamarnos".

Yo a esos sectores les digo: la lucha se ganó, sí tuvimos que dar una cuota de sacrificio. Pero hoy podemos decir, incluso a esos sectores que quizá sus hijos estén en la universidad y están porque en la lucha se triunfó, ganó y era para un bien social, no era individual, era para un pueblo que merece educación porque la paga y la costea y este triunfo se lo dedicamos a ese pueblo que finalmente es quien costea esa educación

LOS RECUERDOS

Entrevistado en la Facultad de Economía, Benítez muestra fotos, propaganda del CGH y recortes de periódico que lo muestran en prisión y que conserva de manera ordenada.

Se le pregunta por qué una parte del CGH no aceptó levantar la huelga cuando las autoridades anunciaron que se suspendía la obligación de cuotas y que algunos sectores consideraron fue lo que prolongó el movimiento al punto que para acabarlo entró la policía federal, pese a la autonomía de la UNAM.

El profesor de economía y también extrabajador de la Compañía de Luz y Fuerza responde que las autoridades de manera recurrente desde 1986 buscaban imponer cuotas y se remonta a ese año, cuando el rector era Jorge Carpizo. Entonces el Consejo Estudiantil Universitario (CEU) encabezó las movilizaciones contra la intención de aumentar las cuotas. El paro duró 12 días y la amenaza se desactivó en una sesión cerrada de Congreso Universitario a la que acudieron los líderes del CEU, Imanol Ordorica, Carlos Imaz y Antonio Santos. Un movimiento en el que emergió también una destacada estudiante, Claudia Sheinbaum, ahora jefa de gobierno capitalino.

El acuerdo se negoció en casa de Manuel Camacho (en ese entonces encargado del proceso de reconstrucción por el sismo de 1985) a espaldas del movimiento. Hay notas en Proceso que dice que Ordorica e Imaz acordaron que se suspendiera la propuesta de aumento de cuotas y que se fuera a Congreso la discusión. Está escrito pero no aplicado, no deja de existir. Está latente pero amenazante. A eso se le llamó triunfo histórico
 

“Su triunfo histórico duró 3 años, porque en el Congreso del 90, con José Sarukhán como rector, intentan imponer las colegiaturas, volverlo a poner en marcha y en el 90 otra vez marchas, saloneos, a levantar un movimiento para impedir que el Congreso apruebe contra lo que luchaste”.

Afirma que el rector reculó luego de amenazas de paros y protestas, pero en 1992 el mismo Sarukhán volvió a consultar lo de colegiaturas y las movilizaciones se repitieron. En 1995 otra vez intentó el cobro de colegiaturas y separar a los CCH; y en 1997 Francisco Barnés buscó aplicar las reformas de anular el pase automático y limitar la permanencia. Fueron los antecedentes de 1999.

Es una especie de guerra permanente, vienes de 86-87, 90, 92, 95 y 97 en todos estos casos quien mete a la universidad en conflictos son las autoridades con sus decisiones y este movimiento de 86-87 que fue un triunfo duró tres años porque de 90 en adelante todo el tiempo estuvieron chingue y chingue queriendo imponer. Entonces en 1999 cuando Barnés quiso cobrar ya tienes esta historia. Si en 1999 te dicen ‘quedan suspendidas las reformas’ dices ‘no manchen’, esa película ya la vi

EL INICIO

Con esos antecedentes, sabían que iba a haber Consejo universitario para insistir con las reformas. La fecha era el 14 de marzo. Un grupo de maestros y alumnos fueron a rectoría a protestar y la sede fue cambiada al auditorio de Cardiología y con dos votos de representantes estudiantiles se aprobó la temida reforma. Pero fueron descubiertos y entonces marcharon de cardiología a Rectoría y se congregaron miles. Ahí decidieron iniciar los preparativos de la huelga. La gratuidad era una bandera legítima, añade Benítez.

Entonces inició una etapa de activismo con asambleas y paros con brigadas de visitas a escuelas porque algunas escuelas no estaban enteradas o eran indiferentes a la movilización. Las visitas eran para convencerlos. Además, veían que los medios de comunicación empezaron una campaña en contra y los llamaron fósiles o desmadrosos y argumentaban que si los estudiantes podían pagar una torta podían pagar las cuotas, pero se trataba de un derecho, el de la educación, defiende.

Era no querer que el dinero fuera para el banquero y no para el pueblo y una escuela
 

Vieron que las facultades de Ciencias y Economía eran muy movidas, después estaba Filosofía, Trabajo Social y Ciencias Políticas, y de parte de los Colegios de Ciencias y Humanidades el Oriente fue el más movido, luego Vallejo y después las preparatorias. Pero había facultades como Odontología, Contaduría, las ingenierías y Derecho que no tenían tradición de debate.

No decretas un paro, debes ir a las escuelas a convencer. ¿Qué pasa del 16 de marzo al 20 de abril? Haces paro para ir a convencer no para que la gente no venga. Paros de un día o dos para convencer. Veterinaria por ejemplo, no hay una sola materia que permita análisis social, entonces tenías que ir a convencer salón por salón. Imagínate Química, Arquitectura, sumar a un conjunto de escuelas que no tenían conciencia o información o incluso versión contraria
 

El 20 estalla la huelga y la primera acción era lograr que se fueran a huelga las más difíciles y una de ellas fue la de Derecho, que fue la última en sumarse.

El 20 de abril estalla y comienza el movimiento más importante, destinado por otros pensadores a fracasar nos decían la generación X y que nadie había derrotado al gobierno, ningún sindicato, ningún movimiento popular campesino porque gobierno se quedó con ferrocarriles, la banca, teléfonos y los medios de comunicación, nadie había podido impedir que el neoliberalismo fuera detenido y el primer lugar donde el neoliberalismo es derrotado es aquí en la universidad. Como resultado de ese ambiente el PRI queda golpeadísimo
 

Ese día tomaron la universidad y luego vinieron las marchas.

LA DIFERENCIA

Las autoridades en junio de 1999 propusieron que la cuota fuera voluntaria, lo que parecía abrir la puerta para levantar la huelga, pero el CGH no la aceptó aunque eso se tradujo en una fractura y nació la división de grupos, entre ultras y moderados.

Benítez explica que no aceptaron porque buscaban que las cuotas obligatorias fueran abrogadas, porque si no el problema emergería otra vez después.

- ¿Estaban a favor de aceptar esa propuesta?

- No, la mayoría aceptó continuar.

- ¿No se apoderaron de esa asamblea cuando hay la posibilidad de levantar el paro con la suspensión?

- Lo que pasó es que aparece una diferencia fuerte en junio, donde se propone lo voluntario y los históricos dicen “aceptemos, ya ganamos”. Fue lo que hicieron en 86-87. Yo me pongo a imaginar: otra vez aceptamos y en dos años otra vez lo mismo. Y otra vez a levantar un movimiento y a hacer paros. Cuando dicen “se suspende”, baja el movimiento y se descongela, ya no me engañas. Ahora era por la derogación total. El radicalismo tiene sustento, historia, antecedente, no es irracional, es que si ahorita acepto dos años después vuelve. Era un ciclo de dos años, ya estuvo, o bien muertos o bien vivos, o me ganan o les gano. Pero ya no. Quien mete en desorden cada dos años a la universidad es la autoridad y entonces en eso consiste el “no queremos dialogar, queremos la solución” y que se derogue el cobro y las reformas del 97’. Y luego discutimos lo que quieras.

En eso consistió la diferencia. Un sector social que corresponde a moderados decía ‘ya ganamos’. Nosotros decíamos que era un gane que en dos años significaba regresar a luchar. Al sector más consciente, más jodido, que olfateaba esto, el más castigado económicamente dijo ‘no, vamos a continuar’. Sí eran los ultras, pero los ultrajodidos porque no tenía visos de solución permanente
 

Al tercer mes de huelga un grupo de profesores académicos, entre ellos Miguel León Portilla y Alejandro Rossi propusieron que se suspendieran las cuotas, pero no tuvo eco la iniciativa entre los paristas. Ellos además pedían diálogo abierto con el rector Barnés que se negó a hacerlo y en noviembre renunció.

“Nos dijeron que ya habíamos ganado, pero no queríamos una cabeza sino la abrogación”, aclara. En diciembre llega Juan Ramón de la Fuente, desempacado de la Secretaría de Salud federal y con rostro amable, se realizaron reuniones en el Palacio de la Minería, pero al no abrogar el reglamento el CGH rompió el diálogo. Entonces el rector llamó a un plebiscito para enero de 2000, para consultar a la comunidad estudiantil sobre si estaba de acuerdo en que la huelga se resolviera a partir de la propuesta institucional de rectoría. Un plebiscito al que llamaron también diversas personalidades como Rosario Robles, Carlos Monsiváis y hasta Elena Poniatowska.

El CGH desconoció el plebiscito y organizó su propia consulta el mismo enero para consultar si las autoridades debían cumplir el pliego petitorio.

Las asambleas lucían menos numerosas, los llamados moderados que aún permanecían tenían menos voz.

Todos ya preveían que habría una incursión y las asambleas ya se rolaban las guardias porque ya esperaban un operativo. “Se organizaba quién se quedaba un día, quién se quedaba otro. En cualquier momento iba a entrar el Ejército y no íbamos a permitir que tomaran a todos. Era ver quién se quedaba, a lo mejor eran unos u otros los detenidos, se discutía quién se quedaba en la guardia.

“Entran en una sesión del CGH, por eso detienen a 998. Ya sabíamos que iba a pasar pero el día y la hora no. Llegaron al amanecer, estábamos en sesión”, rememora.

- ¿Cómo fue ese día?

- Ya era muy tensa la situación, ya había pasado la provocación de Prepa 3, ahí entró el grupo Cobra, entraron golpeadores, hay un enfrentamiento, hay heridos, llegó la PFP y detuvo a varios compañeros y se los llevó al reclusorio. Eso ocurrió en prepa 3 el 1 de febrero, fue el ensayo. Ya estaba muy próximo el desenlace. Ya era muy tenso, estábamos en el Che Guevara, entraron al amanecer y ocuparon todo CU. En prisión me enteré que van cerrando todo y se van llevando a todos. Había albañiles, deportistas que iban a CU con sus bicis, arrasaron parejo y lo que encapsularon es el Che Guevara que era el centro de operaciones. No es lo que era ahorita que es una caricatura.

La sesión del CGH empezó a las 5 de la tarde del 5 de febrero. A 10 meses del inicio de la huelga se discutía hasta el amanecer, no eran oradores de 3 minutos, eran debates, se escuchaba, se argumentaba, había propuestas, no eran 10 oradores de 2 minutos, es la universidad. Es la gran diferencia con ahorita que ni debate ni discusión hay. Cuando irrumpen van sacando a todos los chicos y cuando me sacan me llevan gorilas encapuchados de cada lado y me sacaron en vilo. Los compañeros temieron por mi vida y gritaron “Mario camarada, tu muerte será vengada
 

Recuerda que fue el último en salir, junto con “El Mosh” y “El Diablo”.

A diferencia de otros del CGH él se fue solo en una camioneta, rodeado de policías. Lo llevaron al Reclusorio Norte y lo aislaron en una celda, ya después junto con “El Diablo” y “El Mosh” compartieron celda de 2 por 2 metros. Estuvo encerrado del 6 de febrero al 7 de junio, acusado de terrorismo, despojo, robo y asociación delictuosa. Contó con la abogada de Tierra y Libertad, Bárbara Zamora como su defensora y padres de familia y estudiantes pidieron su liberación, así como organizaciones como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y el Frente Popular Francisco Villa (FPFV).

“El movimiento nos sacó”, afirma.

Durante su estancia en el reclusorio, a los pocos días comenzó a recibir el periódico y se enteraba de las marchas y recibió la visita de Luis Javier Garrido y Hugo Aboites.

Nadie quedó en la cárcel, pero en su caso debió ir a firmar semanalmente al reclusorio durante dos años, además de que durante tres años la compañía de Luz y Fuerza le congeló su plaza, por el antecedente de haber estado en la huelga universitaria.

Reconoce que en lo escrito no se derogó el reglamento de las cuotas, pero en los hechos sí.

- ¿Cuál derrota?- cuestiona a quienes así califican al movimiento.

Reconoce que estiraron la liga pero dice que era porque tenían que hacerlo.

“Era la única salida. La otra era entregarte, era una carta de rendición. No lo íbamos a hacer”, concluye.

(María José Pardo)