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Fausto Soto Miller, el cocinero de los Arellano Félix

Fausto comenzó cocinando para los Arellano Félix, hasta que poco a poco se fue introduciendo al cártel de Tijuana

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Fausto Soto Miller era cocinero en un restaurante de mariscos en Culiacán, Sinaloa, por allá de 1982, cuando conoció a Benjamín Arellano Félix, el temible líder del cártel de Tijuana.  

De acuerdo con Infobae, el capo criminal acudió a comer al lugar acompañado su hermano Eduardo Arellano Félix, quien los presentó. Diez años antes, Eduardo y Fausto se habían conocido en la escuela. 

Dos años antes de conocer a Benjamín, el cocinero había conocido a Francisco, el mayor de los Arellano Félix. 

Al poco tiempo, Soto Miller se mudó a Tijuana, Baja California, donde ingresó a trabajar, también de cocinero, en un restaurante llamado “Boca del Río”. 

El restaurante era de Jesús Labra, “El Chuy”, operador financiero de los Arellano Félix, quien se lo regaló a Guillermo Salazar Ramos, comandante de la Policía Judicial Federal en Tijuana. 

El uniformado era cooptado por el cártel de Tijuana, le hacía favores y ofrecía protección a los Arellano Félix.

Para 1992, diez años después de su primer encuentro, Benjamín contrató a Soto Miller como su cocinero personal con una paga de entre mil y mil 500 dólares mensuales.

Durante un año fue el cocinero de los Arellano Félix, hasta el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, ocurrido en mayo de 1993. 

Fausto había sido pieza clave en la versión oficial de que el cardenal murió en un fuego cruzado cuando los Arellano Félix buscaban asesinar a Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, en el Aeropuerto Internacional de Guadalajara 

Ese mismo año compró un remolque para vender tortas y hamburguesas en Guadalajara, Jalisco, para mantener un perfil bajo, por el magnicidio del cardenal había una cacería por por parte del gobierno federal contra los Arellano Félix.

El último de los hermanos que conoció fue Ramón Arellano Félix, en un restaurante de Polanco, en la Ciudad de México. Ahí estuvo trabajando como cocinero, luego regresó a Tijuana, donde volvió a cocinar para los Arellano Félix, en esta ocasión para Ramón.

Durante un año cocinó para Ramón Arellano Félix, para volver a su puesto de Guadalajara.

Era llamado ocasionalmente por los hermanos, en una ocasión, por ejemplo, fue a Acapulco, Guerrero, durante una semana santa, para cocinar a Ramón.  

La cocina, sin embargo, no evitó que las manos de Fausto se llenaran de sangre, pues lo señalaron por el asesinado de Ernesto Ibarra Santés, quien era subdelegado de la extinta Procuraduría General de la República en Tijuana. 

Ibarra Santés protagonizó una cacería contra los hermanos Arellano Félix, de ahí el móvil del crimen. El subdelegado viajaba con tres personas en la avenida Insurgentes en la Ciudad de México cuando fue asesinado, era septiembre de 1996.

Posteriormente, Ibarra Santés fue acusado de formar parte de del cártel de Juárez, encabezado entonces por Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos”

Ese mismo año, Fausto Soto Miller fue detenido en Guadalajara. El cocinero aseguró que durante dos semanas los uniformados lo torturaron antes de ser presentado ante un ministerio público. 

La tortura contra Soto Miller fue incluso documentada por Human Rights Watch: “Uno de los soldados me conectó cables a los dedos de los pies y encendió la corriente. Más tarde, me golpeó los talones con una tabla. La segunda persona me interrogó y amenazó”, dice en una carta desde prisión.

Y continuó: “También me torturaron poniéndome trapos sobre la cara, asfixiándome y echándome agua en la nariz y en la boca para ahogarme, aplicando en esos momentos corriente eléctrica cada vez más fuerte”.

Aun así, en 1998, Fausto Soto Miller, el cocinero de los Arellano Félix, fue condenado a 40 años de prisión por delitos contra la salud, asociación delictuosa, acopio y portación de armas de uso exclusivo del ejército. 

El cocinero cumple condena en el penal del Altiplano. Saldría de prisión hasta el 2038 cuando tenga 80 años. 

Actualmente todos los hermanos Arellano Félix se encuentran neutralizados, ya sea muertos o detenidos, la única en libertad y operando es Enedina Arellano Félix

El cártel de Tijuana ha mantenido el control de la ciudad bajacaliforniana debido a un acuerdo con varias organizaciones criminales a quienes les cobra un “impuesto” para usar la plaza para traficar su mercancía a Estados Unidos.

El Cártel de Sinaloa, el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y los Beltrán Leyva son algunos de los cárteles que utilizan Tijuana para cruzar su mercancía.

Actualmente, la organización Arellano Félix no se encuentra entre los cárteles mexicanos prioritarios de la Administración para el Control de las Drogas (DEA, por sus siglas en inglés). 

Sin embargo, sí aparece en la lista de carteles de la Fiscalía General de la República (FGR).

La principal amenaza para Enedina ya no lo es el cártel de Sinaloa, sino el CJNG, quien ha hecho alianzas con los desertores de la organización Arellano Félix para crear el Cártel de Tijuana Nueva Generación.

 

Con información de Infobae

(Rodrigo Gutiérrez)