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“Esperé casi 20 años para ver este momento”

El AMLOFest, como se bautizó al festejo, inició después de las 14:30 horas; en ese momento el Zócalo estaba tranquilo; No hubo cercos de seguridad en el primer cuadro ni revisiones

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Faltaba poco para las 17:00 horas. Esos minutos parecían una eternidad después de esperar 13 años. Carolina Vazquez estaba muy emocionada. Ella fue una de las 10 mil “adelitas” que protegieron a Andres Manuel López Obrador después de 2006 cuando perdió su primera elección presidencial. 

Ataviada de “adelita revolucionaria”, Carolina llegó a las 7:00 horas a la Cámara de Diputados. “Yo quería verlo desde el Congreso. Esperé mucho tiempo para esto. No me podía perderlo”. 

Ya en el Zócalo, Carolina esperó varias horas enfrente del Palacio del Ayuntamiento, ese edificio donde López Obrador gobernó la ciudad durante cinco años de 2000 al 2005. 

A las 17:04 horas desde el escenario, instalado frente a la Catedral Metropolitana, se escuchó la voz de Jesusa Rodríguez, quien también fue adelita, “ahí viene, ahí viene”. Era el presidente de México en una triunfal entrada al Zócalo, a esa plaza que con llenos totales lo ha cobijado desde hace 18 años.

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La espera terminó y la euforia comenzó: “presidente, presidente”, “ahí está ya lo vi”, se escuchaba en medio de la multitud que lo recibía con gran jubilo. “Es un honor estar con Obrador”. 

Ahí estaba, María Magdaleno Montes, una señora de 81 años que a pesar de las advertencias de sus hijos de no ir a la celebración cultural de la Cuarta Transformación por lo masivo que se podía poner, no le importó y llegó desde las 14:00 horas. 

No me lo podía perder. Este momento lo estuve esperando desde hace muchos años. Lo tenía que ver y tenía que estar aquí. Me llena de emoción. Desde que AMLO era jefe de gobierno yo lo seguía a donde fuera”.

El AMLOFest, así como le bautizaron a esta fiesta en redes sociales, inició después de las 14:30 horas. En ese momento el Zócalo estaba tranquilo. Todavía no estaba lleno. Se podía caminar sin problema. No hubo cercos de seguridad en el primer cuadro ni revisiones. Eso agilizó el paso de los asistentes.


A esa hora, ya estaban los comerciantes ambulantes que, como en cada evento en el Zócalo, hicieron su agosto. En esta ocasión vendían banderas con la cara de López Obrador, muñecos de peluche, máscaras, paraguas, sombreros. Toda la parafernalia para este festejo inédito. Tampoco podía faltar la comida y los refrescos preparados. 

En el programa de la celebración se había anunciado que daría un mensaje desde el palco presidencial de Palacio Nacional, donde los jefes de Estado dan el grito de independencia. Sin embargo, esta actividad se canceló, debido a que López Obrador prefirió dar su discurso cuando le dieran el bastón de mando. 

A pesar de ello, la gente esperaba abajo del palco. Tenían la esperanza de que en cualquier momento saliera. Desde ahí gritaban porras como la clásica “es un honor estar con Obrador”. No salió. 

Al otro lado de la plaza, como si fuera un concierto masivo de rock, había grupos de amigos que compartían “el trago” en vasos de plástico. Solo que no esperaban a  la “banda” del momento ni tenían 20 años. Sino que celebraban el inicio de la llamada Cuarta Transformación y ya rebasaban las seis décadas.

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Cuando comenzó la ceremonia de la entrega del bastón de mando a Andrés Manuel López Obrador por parte de representantes de pueblos y comunidades indígenas del país, toda la gente que estaba en el Zócalo miraba atenta hacia el escenario. Se sentía la emoción en cada espacio. 

“La bandera, la bandera, laaa bandeeeraaa”, se escuchó la voz de un vendedor. “Shhhhhh, shhhhh”, de inmediato lo callaron, mientras le daban el bastón del mando a López Obrador. 

Había quien presenció este ritual de purificación con la boca abierta. “Que hable en español, así lloramos todos”, dijo una señora. Pero si hubo quien lloró. Las lágrimas fueron contagiosas. 

Llegó el mensaje del presidente más votado en la histórica del México reciente. Al principio, los asistentes lo escucharon con atención y mucha emoción. Aplaudían, gritaban porras. Conforme avanzaba el tiempo, la gente buscaba salir del Zócalo. 

“Presidente, presidente, presidente”, se escuchó cuando cerró su primer discurso en el Zócalo, en su calidad de Jefe del Ejecutivo Federal. La fiesta continúo. Cantaron Regina Orozco, Calle 13, Eugenia León, entre otros. El júbilo no se apagó.