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En un camión escondimos a uno que matamos a golpes: confesiones de policías

Uniformados que deben cumplir la ley se confiesan como su antítesis, cometen los crímenes más atroces con la placa en el bolsillo

Escrito en NACIÓN el

Durante la realización de un documental en 2016 –el cual se canceló– el periodista Alejandro Almazán recopiló una serie de testimonios de policías que caminaron por el mal camino, violando la ley que debían proteger.

Secuestros, negligencia, asesinatos y corrupción, fue lo que Almazán descubrió y dio a conocer en una publicación en Vice. Estos son algunos de los casos presentados por el periodista.

Debajo de un camión escondimos a uno que matamos a golpes

A.E. (identificado así por Almazán) se estrenó como granadero del Estado de México en una fecha y un lugar muy particular: en mayo del 2006 en Atenco.

Él fue parte del grupo policial que protagonizó uno de los actos de represión más sonados de los últimos años, ordenado por Enrique Peña Nieto, exgobernador mexiquense y expresidente.

“La orden de los jefes fue romperle la madre a la gente”, dijo A.E. a Almazán sobre cómo inició en Atenco.

Y añadió: “Debajo de un camión escondimos a uno que habíamos matado a golpes, lo escondimos por miedo a que desde los helicópteros de la prensa grabara el cadáver”.

A.E. relató cómo era el trato que la corporación tenía con los granaderos: “Los antimotines somos unos perros: no nos dan de comer y no nos dejan dormir para que el día del operativo seamos unos salvajes”.

Ya como presidente de México, Peña Nieto, según contó el uniformado, los llevó a él y a varios de sus compañeros a hacerse pasar como miembros del hoy extinto Estado Mayor Presidencial (EMP) para golpear manifestantes que marcharon por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

De acuerdo con Almazán, A.E. buscaba soltar toda la sopa: dar nombres de los mandos policiacos que vendían armas en el Estado de México, sobre los uniformados que siembran droga a la gente y les roba a los detenidos, así como el abandono de las autoridades a elementos agredidos durante su trabajo.

Secuestro en mis días de descanso

Doble C, una mujer de la policía de la Ciudad de México, le confesó a Almazán que durante sus días de descanso se dedicaba al secuestro exprés.

Para sostener sus palabras, Doble C sacó su teléfono y mostró un video donde ella, desde el copiloto del vehículo, le grita a un taxista que es sometido por dos de sus cómplices en la parte trasera del automóvil. Están en medio de un secuestro exprés.

Para justificar su crimen, la mujer policía señala que su jefe le pide casa semana 3 mil pesos: “¿de dónde crees que voy a sacar tanto dinero?”.

Otro de los argumentos para cometer estos crímenes es que dentro de la policía todo cuesta: vehículos, armas, esposas, uniforme.

Me pedían dinero para trabajar… también acostarme con el jefe

P.D. era policía de Nezahualcóyotl, en el Estado de México. Fue durante un tiempo “voladora”, es decir, cobraba sin trabajar y la mitad de ese dinero debía entregárselo a su jefe.

Sin embargo, tuvo que dejarlo porque llegó un nuevo jefe, quien no sólo le pidió la mitad de su dinero, sino también que se acostara con él.

Al igual que Doble C, P.D. relató que les cobraba todo, por ejemplo, los uniformes. Ellos los tenían que conseguir por fuera, la única vez que la institución vistió a los uniformados fue durante la visita del Papa Francisco a Ecatepec.

P.D. también contó que los mandos policiales les piden a los elementos de seguridad una cuota mínima de detenidos que cumplir, por ello, explicó, detienen a gente inocente.

Con información de Vice

rgg