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En la prisión española de Lozoya “hay más droga que en la calle"

El Centro Penitenciario de Navalcarnero, madrid, fue construido en 1992 sobre una superficie de 40 mil 88 metros cuadrados, con alrededor de 860 celdas

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Este lunes Emilio Lozoya, exdirector de Petróleos Mexicanos (Pemex), fue trasladado a la prisión de Navalcarnero, ubicada en Madrid, para afrontar desde ahí su juicio de extradición a México, luego de que la autoridad penitenciaria de España tomó la decisión de que Lozoya no siguiera en la cárcel malagueña de Alhaurín de la Torre, donde permaneció tras ser arrestado en un fraccionamiento de Marbella.

Así es la prisión de Navalcarnero:

Construido en 1992 sobre una superficie de 40 mil 88 metros cuadrados, con alrededor de 860 celdas, este Centro Penitenciario al que ha sido remitido Lozoya es de los que presentan un mayor déficit de personal de seguridad, de acuerdo con el portal español El Independiente, al registrar 82 plazas sin ocupar. 

(Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex)

 

En tanto, de acuerdo con el sindicato Comisiones Obreras (CCOO) de Madrid, resaltó en 2016 que las agresiones contra guardias de seguridad dentro de la prisión habían pasado a ser “muy graves”.

El 23 de julio de 2018, trascendió en medios locales e internacionales el caso de un preso apodado “El Grapa” que arrancó de una mordida una oreja de uno de los elementos de seguridad, además de agredir a otros tres custodios con la pata metálica de una mesa. 

Adicionalmente a la falta de plazas, CCOO ha criticado que la plantilla de guardias está muy envejecida y afirma que el personal del centro de Estremera ha sufrido diferentes agresiones.

Por su parte, Erlantz Cantabrana, un expreso político detenido y condenado por militar en el Comité por un Socorro Rojo Internacional, quien permaneció recluido de enero a octubre de 2008, refirió que dentro de la cárcel de Navalcarnero “hay más droga que en la calle”.

Desde el primer día en que fue encarcelado, según un diario que Cantabrana escribió tras las rejas, las deficiencias en la atención médica le dieron una mala señal sobre las condiciones en que se mantiene el inmueble. “Me han trasladado a Navalcarnero. En la enfermería, mala, mala impresión”

Al empeorar su salud física, decayó la salud psíquica. Durante su encierro llegó a estar medicado con hasta diez pastillas diarias. La mayoría de los fármacos facilitados en las cárceles “sirven para tener al enfermo –psíquico o no, y ahí radica la gran cuestión– en un estado de letargo continuo”, explica en su diario.

“J.S. se ha cortado las venas, le pillamos y le ponen puntos. No tienen tiritas para taparlos. ¡No tienen ! Ya las pediremos…”, escribía el ex preso el día 26 de encierro.

Día?137: “El mayor problema es que fuera no se sabe nada de las prisiones”.

MARCHA

Ante las malas condiciones en que los presos de Navalcarnero son mantenidos, familiares y amigos organizan cada 31 de diciembre una marcha en solidaridad alrededor de la cárcel. “No recuerdo en qué año empezó esto exactamente, yo llevo viniendo varios”, comenta a KaosEnLared una de las veteranas en la lucha anticarcelaria.

Al respecto, la guardia civil establece todos los años un punto de control en el camino de tierra que lleva a la cárcel. 

“Entonces, ¿venís a estar un rato y luego os vais?”, pregunta uno. Son las doce del mediodía y las puertas de la cárcel están cerradas para las familias que han ido a despedir el año a quienes tienen dentro. Algunos niños corretean y juegan para hacer más llevadera la espera.

(diego joaquín)