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El riesgo de comprar medicinas dos o tres veces más baratas

La venta clandestina de medicamentos representa 16 mil 650 mdp, es decir, 9% del total del mercado de ese sector valuado en 185 mil mdp

Escrito en NACIÓN el

Cajas de clonazepam, losartán, paracetamol y complejo B se venden con naturalidad en la calle, a plena luz del día, a la vista de todos, como si fueran un producto más. Así es como se comercializan de manera ilegal medicamentos robados y falsificados en el tianguis conocido como El Salado, ubicado en Iztapalapa, en la Ciudad de México.

LA SILLA ROTA realizó un recorrido por este tianguis conocido por ser un lugar en el que se venden artículos robados de diversos tipos. Predominan la venta de autopartes, celulares, aparatos electrónicos y ropa, pero al avanzar por las calles, la gente encuentra fácilmente medicinas que se pueden adquirir sin la necesidad de una receta médica.

De acuerdo con datos de la Unión Nacional de Empresarios de Farmacias (Unefarm) la venta clandestina de medicamentos representa 9% del total del mercado de ese sector.

Al situarlo en materia económica, el impacto es importante, ya que el mercado de medicamentos está valorado en 185 mil millones de pesos, de los cuales 16 mil 650 millones corresponden a la venta clandestina de medicinas robadas y falsificadas.

A unos metros de la estación del Metro Acatitla está el primer puesto, en el cual los medicamentos están “camuflados” con maquillaje y otros productos de belleza. Al preguntarle al encargado si tenía diazepam -que es un medicamento controlado-, él respondió que “no”, pero nos ofreció otras pastillas que “también sirven para relajarse”.

Más adelante, en una de las calles paralelas a Calzada Ignacio Zaragoza, fue fácil localizar cuatro puestos cercanos entre sí en donde ofrecían medicamentos de todo tipo, tres de ellos eran atendidos por hombres y uno por una mujer.

Cajas de cartón son el aparador para las empaques y frascos con pastillas, cápsulas, jarabes, gotas para los ojos y pomadas, entre otros productos.  “¿Tiene diazepam?”, se preguntó de nuevo en uno de estos puestos. “No”, respondió el hombre de aproximadamente 40 años, “pero tengo éste, es parecido”, dijo mientras enseñaba una caja de clonazepam, que también es una medicina controlada.

Este medicamento puede costar casi 600 pesos en las farmacias, pero aquí lo venden en 120 pesos. Es decir, 80% más barato. El empaque indica que es de Tempus Pharma, del laboratorio Investigación Farmacéutica SA de CV, pero al buscar información se observó que es diferente al que se comercializa, ya que esta empresa lo ofrece bajo otro nombre y presentación.

En ese mismo puesto se adquirió amoxicilina en suspensión, la cual caducó en febrero de este año e incluso tiene una etiqueta de color como las que les colocan en algunas farmacias, en la que se indica un precio de 115 pesos. El empaque además está en mal estado y polvoso. Por esas razones la vendieron en sólo 70 pesos, también sin la necesidad de mostrar una receta médica a pesar de que es un antibiótico, aunque en las farmacias llega a costar hasta 130 pesos.

Al preguntarle al vendedor por diversos medicamentos, él contestaba de manera normal, si no los tenía a la vista los buscaba en otras cajas que tenía detrás y debajo de la mesa u ofrecía otro que fuera similar.

En el siguiente puesto también tenían medicinas de patente y genéricas a precios accesibles, pero algunos llamaban la atención porque en el empaque tenían la leyenda “Propiedad del Sector Salud”.

Uno de estos es Combivent Respimat, que se recomienda para el tratamiento de enfermedades respiratorias como el asma, y tiene la clave “010.000.2190.01” del sector salud en su caja, que es la misma que aparece en el Diario Oficial de la Federación. 

El precio comercial de ese medicamento ronda en los 650 pesos, pero en El Salado se pudo comprar por 250, en su interior se encontró el producto idéntico al original e incluso con su respectivo instructivo. Es decir, 62% más barato.

En otro lugar del tianguis vendían muestras médicas, por ejemplo, tenían Dolo-Neurobión en cajas de una pastilla, las cuales costaban 10 pesos, mientras que el precio comercial del empaque con 10 tabletas es de aproximadamente 160 pesos.

Durante el recorrido más personas se acercaron a comprar medicamentos a estos puestos, preguntaban por diversas sustancias como lo hace cualquiera en una farmacia. El bajo costo de las medicinas en estos lugares es la razón por la que la gente los compra; sin embargo, se arriesgan a tener daños en su salud.

El otro riesgo es la amplia posibilidad de acceso a medicamentos controlados y antibióticos, para los cuales se necesitaría la prescripción médica para poder comprarlos de manera normal en una farmacia.

Quienes atendían en los puestos parecen conocer por lo menos un poco de los productos, porque si no tenían el que la gente buscaba trataban de vender otro parecido o que tuviera una función similar. Durante el recorrido ninguno de los compradores cuestionó a los vendedores si los medicamentos eran originales.

A pesar de los esfuerzos realizados por las autoridades y la industria farmacéutica, no se ha logrado disminuir de manera sustancial la venta ilegal de medicamentos, la cual se duplicó, al pasar de 4% a 9% entre 2017 y 2018, según Unefarm.

El principal peligro, alertan especialistas, es para los consumidores, quienes se arriesgan a comprar una medicina que no cumple con los estándares de calidad ni de verificación, ya que al ser robados no estuvieron en las condiciones requeridas para su conservación. Esto puede causar severas afectaciones a la salud de las personas, porque los productos no harán el efecto deseado e incluso les puede causar reacciones adversas.

fmma