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El fracaso de Peña con los desaparecidos... contado por excolaboradora

Padres, madres, esposas o hermanos de algunos de estos desaparecidos murieron en vida por tristeza, dolor, cansancio y espera

Escrito en NACIÓN el

No son expedientes, son más de 40 mil personas ausentes dentro de una familia, una casa. Aunque oficialmente se les llame desaparecidos (contabilizados entre el inicio de la guerra contra el crimen organizado hasta enero pasado) son un faltante en la vida de alguien; y para que una autoridad comenzara su búsqueda individual, legalmente debieron convertirse en un número de expediente al que se le llamó averiguación previa.

Padres, madres, esposas o hermanos de algunos de estos desaparecidos murieron en vida por tristeza, dolor, cansancio y espera. Pero también murieron por enfermedad después de diez años de buscar, no hallar, seguir buscando, exigir y tocar puertas sin resultados; fueron padres y madres que aunque pertenecieron al Movimiento por la Paz, nunca encontraron a sus hijos. ¿Burocratismo? ¿Incompetencia? ¿Politiquería? ¿Desinterés? ¿Desconocimiento? ¿Qué es lo que ocurre en la búsqueda masiva de tantos y tantos desaparecidos?

Eliana García destacó por su activismo en derechos humanos desde hace 44 años. Hoy tiene 61 de edad. Esta experredista chilango-guerrerense y exfuncionaria federal guardó silencio respecto a la experiencia que vivió dos años y medio (entre 2013 y 2015) en la búsqueda de desaparecidos, como integrante de la subprocuraduría de derechos humanos dentro de la ex Procuraduría General de la República (hoy llamada Fiscalía). Ahora, en exclusiva para LA SILLA ROTA, platica por qué los desaparecidos siguen sin aparecer; y su testimonio -en un tema tan delicado y doloroso en la historia de nuestro país- ayuda a comprender por qué a la fecha este capítulo sigue y seguirá abierto.

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Eliana cuenta cómo se unió al Movimiento por la Paz que inició Javier Sicilia en 2011, cuando esta experiencia la marcó y enfocó parte de su activismo hacía la búsqueda de desaparecidos luego de escuchar, de plaza en plaza, historias y testimonios de asesinatos, tortura y desaparición; de gente que buscaba a su gente desaparecida por policías y por el crimen organizado.

“El movimiento hizo visibles a las víctimas de una guerra que militarizó la seguridad pública. Nadie imaginó que durante su trayecto por los estados las víctimas se unirían porque sus testimonios fueron marcando líneas delictivas por zonas: en el norte y Nuevo León, por desaparición; en Ciudad Juárez por feminicidios; en el sur por violaciones de derechos humanos hacia organizaciones sociales y comunidades indígenas”. De ese tamaño era el problema, aunque para ella apenas era el principio.

Durante los siguientes dos años las familias continuaron haciéndose presentes de manera local o nacional, incluyendo la huelga de hambre (mayo 2013) que madres de desaparecidos llevaron a cabo frente a la PGR. La suma de sus acciones les llevó a conseguir, por decreto, la creación de una unidad ministerial que buscaría a sus familiares. En aquel entonces Eliana había recibido una invitación para integrarse en la subprocuraduría de derechos humanos de la PGR, oportunidad que aprovechó para trabajar por las víctimas desde otra trinchera que ya no era la del activismo. “Los primeros expedientes se levantaron en Veracruz, Guanajuato y Tamaulipas”, relata al tiempo que hace memoria. “El procurador Murillo Karam comenzó a tener reuniones con ellos; arrancamos nuestro trabajo con entre 700 y 800 carpetas de investigación”.

Un día, al otro y al siguiente tocaban a la puerta de su oficina un promedio cinco familiares, todas provenientes de diferentes estados de la República. Cada uno era un caso en particular, y todos, tenían la intención de ser atendidos y recibidos para hablar, conocer o concretar avances en sus casos. “Fue un período de intenso dolor”, reconoce Eliana frente al café que bebe y que no desea endulzar pese a la amargura del tema. “La Comisión Nacional de Búsqueda no debería llamarse así, sino Comisión para Encontrar Desaparecidos, porque no es suficiente que los busques: lo que hay que hacer es encontrarlos”.

“Acompañar a las víctimas es una tarea de gran… ¿Cuál sería la palabra? ¡Enorme responsabilidad humana! Porque tú no puedes acercarte a ninguna víctima ni trabajar con ellas con una actitud burocrática, de omnipotencia. Es un tema de profundo acercamiento humano donde lo primero es saber escucharlas sin decir nada, sin juzgar, sin cuestionar”.

“¿Cómo definimos a un desaparecido?” se pregunta a sí misma. “La actual comisionada nacional de búsqueda mencionó en alguna entrevista la definición por ley. Pero un desaparecido es mucho más que eso: es una persona que no sabes dónde está ¡No importa por qué! y como autoridad, tu obligación es empezar a buscarla. Si tú partes por definir que un desparecido es donde se presume la comisión de un delito ¡Ya te fregaste! ¿O sea que si no hay un delito no la vas a buscar? ¡A ti no te importa porque no está! Sino que su familia no sabe dónde está y en su casa falta alguien todos los días”.

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Conforme la entrevista avanza, Eliana se sumerge en aquellos tiempos de dolor y narra detalles, anécdotas, historias no contadas. Se abre y pone sobre la mesa hechos que atestiguó y que, muy probablemente, fueron el lado no público del ex procurador Murillo Karam a quien describe como un hombre que atendió directamente a grupos de familias u organizaciones de desaparecidos, a los que escuchaba y, en consecuencia, ordenaba dar atención inmediata a las instancias correspondientes.

Por la gravedad y tamaño del problema, la PGR adoptó un esquema de trabajo en varios frentes. Uno de ellos fue reestructurar el protocolo forense lo que incluyó la firma de un convenio con organizaciones de derechos humanos dedicadas al trabajo con migrantes desaparecidos en México, para identificar restos de víctimas en fosas clandestinas. Esto incluyó al grupo Argentino de Antropología Forense; la Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho; grupos de madres de migrantes desaparecidos y la Cruz Roja internacional. Como equipo conformaron una base de datos anti-mortem y post-mortem con el fin de cruzar información para identificación de víctimas. También se trabajó con expertos y familias en la creación de protocolos de investigación para desaparición forzada.

Si bien esto fue un avance significativo, no fue suficiente. “No importa todo lo que hagas institucionalmente. Para las víctimas sigue siendo poco a pesar de que se hizo mucho. La víctima te puede reconocer que has trabajado, que le has echado ganas, que construiste una unidad de búsqueda… pero mientras no le digas dónde está su hijo, su madre, su padre, su hermano, no has hecho lo que ellos necesitan: saber dónde están”.

“Es muy frustrante y no te queda más que respetar las maneras en se organizan para trabajar contigo o sin ti. Hoy se han empoderado, han crecido. Tú platicas con ellos y te das cuenta que cuando el Movimiento por la Paz, estaban en la etapa más fuerte de su dolor. Ocho años después vuelves a hablar con ellos y te das cuenta que tras su visibilización, pasaron de víctimas a defensores que te exigen ser copartícipes en la investigación además de la reparación de daño y/o disculpas públicas; y te siguen señalando los faltantes que, a la fecha, siguen”.

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Una mano golpeó con fuerza en la mesa de una sala de juntas, al tiempo que gritaba y acusaba:

-¡Usted es el responsable de que me mutilaran los dedos!

-¡Yo no soy el responsable! -respondió Murillo Karam a la víctima-, ¡no soy la autoridad ministerial!

Era el 8 de abril de 2012 y esa mañana el entonces senador priista se había reunido con un promedio de 80 víctimas de asesinato, desaparición y secuestro entre quienes se encontraba Alejandro Martí. “Y las víctimas golpeaban una y otra vez en la mesa y lo acusaban de todo” recuerda Eliana quien atestiguó lo sucedido como secretaria técnica de la comisión de Desarrollo Social. También estaban presentes el senador priista por Chihuahua, Fernando Baeza; la organización Fundar y el Centro de Colaboración Cívica.

“Estábamos impactados, fue muy tenso. La única solución fue dejarlos hablar porque hacerlo fue como desinflar un globo; de los gritos, la crispación, el dolor, la rabia, pasaron poco a poco a la serenidad. Como resultado de esa reunión, Murillo se dedicó a recolectar las firmas de todos los senadores que integraban las comisiones de Gobernación y Justicia para que la ley general de víctimas saliera fast track”. Pero no contaban con el veto del presidente Felipe Calderón.

Aunque esta ley se publicó en el Diario Oficial en enero de 2013, ya en el sexenio del presidente Peña Nieto, Eliana cuenta los obstáculos que tuvo Murillo Karam ya como procurador. “Esa ley fue de tal impacto humano que Murillo la defendió a pesar de la postura de Videgaray (ex secretario de Hacienda), Aurelio Nuño (entonces Jefe de la Oficina Presidencial) y el propio Humberto Castillejos (ex Consejero Jurídico de Presidencia) que aseguraban que esta ley era incosteable. Y Murillo la defendió, la impulsó y salió”.

Eliana habla también de escenas y personajes que entorpecían su trabajo pues durante las visitas de familiares de víctimas y desaparecidos para conocer los avances de su caso, se encontraba con ministerios públicos que dejaron empolvar expedientes; que no avanzaron su investigación; y otros que pese a contar con información nueva, no la entregaron a familiares de desaparecidos por diversas razones. Fue así que ella se acercó al procurador para solicitar su espaldarazo y poder destrabar nudos en trámites que impedían el avance de resultados.

-Use mi nombre, -le autorizó Murillo Karam-. Dígales que digo yo, que el procurador ordena lo que usted requiere en ese momento, que se haga en tal o cual caso.

Y así lo hizo; Eliana pasó de recibir familiares a perseguir ministerios públicos (MP), investigadores y otros funcionarios, con el fin de indagar en qué estado de encontraba tal o cual caso y por qué no había avances las investigaciones que tenían más de un año sin resultados.

“Mira, el exprocurador tendrá que resolver y responder por lo de Ayotzinapa. Pero al margen de eso, puedo decirte que todo lo que se construyó en su breve gestión para trabajar en el tema de desapariciones no ha tenido el reconocimiento que pudo haber tenido. Él quitó acusaciones de personas que estaban detenidas y que habían sido torturadas; tomó decisiones de no impugnar los actos de liberación de personas que habían sido criminalizadas por lucha social en el Itsmo. Cuando era necesario directamente atendía a víctimas de desaparición en casos de evidente emergencia, y asignaba responsabilidades ‘a ver fulano, tú te harás cargo de tal cosa’. Siempre, todo el tiempo, tuvo una actitud de apoyo. En fin, muchas cosas que nunca se sabrán”.

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El caso Ayotzinapa trajo consigo su renuncia el 28 de febrero de 2015; y aunque Eliana continúo en su encargo, dos meses después presentó su renuncia.

“Me fui por dos razones en especial. Una, porque al llegar la procuradora Arely Gómez con un equipo cuyo último interés eran las víctimas; yo no encajaba ahí. Ella tenía buena voluntad, pero su equipo, pese a la propia Arely, estaba decidido a no trabajar con las víctimas, a subestimarlo. Y eso se vio reflejado inmediatamente. Se rodeó de gente que no tenía la misma convicción que Murillo Karam; y al irse él, se rompió la continuidad”.

“La segunda razón por la que me fui es más dura porque en una visita con un colectivo de desaparecidos una mamá me enfrentó”. Entonces, toma aire para contenerse y relatar serenamente aquel episodio que cambió su vida drásticamente. “Me dijo que ella quería que me entregaran en la puerta de mi casa un hijo desmembrado, para que yo entendiera lo que significaba el dolor que ellas estaban sufriendo”.

“Y cuando me dice eso todo me queda más claro. Primero porque tiene razón, aunado al hecho de que yo ya no podía hacer lo que hacía con Murillo, de trabajar cerca de las víctimas. Y segundo porque lo que me dice es terrible y me desea un mal profundo para mi vida; no de mala fe, sino porque con esas palabras ella entiende que yo voy a ser capaz de entenderlas desde su enorme dolor. Y yo más bien lo que entendí es que nada de lo que había hecho había sido suficiente, como para que una madre pudiera comprender que estoy haciendo lo máximo que puedo. Porque a pesar de que lo estoy haciendo, no es suficiente para ellas y hay reclamos. Por eso en esta entrevista ofrezco disculpas a todas estas familias porque no hice lo que ellas hubieran esperado, para ayudar a encontrar a su familiar”.

-¿Y sí podías hacerlo?, se le pregunta

-Es difícil. No es suficiente el deseo ferviente ni todo lo que haces para lograrlo porque el sistema está hecho para que eso no suceda. Te topas con un MP que le pides haga una diligencia y no la hace. Que se compromete a realizar una búsqueda en campo, pero no van ¡Y eso fue tan importante! El trabajo de la unidad de búsqueda. Todo lo que nos pidieron las víctimas lo hicimos hasta donde fue posible. Cada víctima es un hijo, padre, hermano, una madre que sufre, que esta buscando a un ser querido y de acuerdo a su propia manera de asumir su dolor, busca caminos distintos”.

“Y aun así lo que hicimos no fue suficiente porque no los hemos encontrado. Mientras no le digas a la persona ‘encontré a tu familiar vivo, o lo siento mucho lo encontré sin vida’, no has hecho lo que a ellos realmente les importa. Con mi renuncia cerré un período de intenso dolor para mí. Y no me arrepiento”.

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Eliana García estudia ahora el diseño y aplicación de las actuales políticas sobre atención a víctimas y manejo de casos de desaparecidos. No ha abandonado el activismo ni la defensa por los derechos humanos; lo hace por gusto pues su trabajo es otro en el senado de la República, como secretaria técnica del servicio civil de carrera.

“Hoy has más desaparecidos y más violencia entre otras cosas. El nuevo gobierno decidió darle continuidad a una estrategia militarizada de seguridad. Me parece que quienes ocupan ahora el cargo no tienen idea de lo que tienen que hacer; por eso están dando tumbos. El Fiscal no recibe a nadie si no es por orden presidencial, como sucedió con los padres de Ayotzinapa. El presidente instruye el 30 de agosto de 2018 aceptar la competencia del comité de desapariciones forzadas y la secretaría de Relaciones Exteriores no ha hecho nada. Y las disculpas públicas no dicen ‘perdónanos porque el Estado no te protegió’. La violación de derechos humanos continúa de manera individual y colectiva, aunque se vive de manera más trágica en crímenes atroces. Es decir, no ha habido ni hay en este momento, una política de Estado que tenga a las víctimas como el eje de la construcción”.

Por su breve experiencia en la extinta PGR, Eliana considera que el trabajo para localizar desaparecidos no es ni humana ni administrativamente imposible. Y pone de ejemplo países como Chile o Bosnia donde, tras circunstancias de guerra sucia o de corte político, se han realizado acciones que conducen al hallazgo de personas.

“En México -a estas alturas-, la voluntad para encontrarlas no es suficiente. No lo es. Hay un sistema político que está construido para la impunidad aún con este gobierno.  Si tú no trabajas en serio como Estado, y nadie lo está haciendo ni lo ha hecho, no se podrán destruir las redes macro criminales que cruzan de manera horizontal y vertical a todas las autoridades”.

“Ahí tienes Ayotzinapa” y relata cómo el caso ha involucrado a personajes de los tres poderes de la Unión además de políticos, policías de varios niveles, gobernadores, alcaldes, partidos y grupos delincuenciales entre otros. Y enlista otros como Pemex; el ex fiscal de Nayarit Edgar Veytia vinculado a un cártel de drogas; Tamaulipas; la ‘Estafa maestra’; Tlatlaya, San Fernando o Allende.

“En estos y otros casos meten a uno o dos a la cárcel ¿y el resto cuándo? Mientras no desmanteles las redes macro criminales -y nadie las ha desmantelado-, no esperes tener resultados completos. Tú no vas a poder combatir las redes macro criminales sin ayuda de un mecanismo internacional contra la impunidad, que trabaje la justicia transicional para llegar a la verdad sin politización y alcanzar la reparación integral de daños. Donde las disculpas no sean simbólicas y en realidad se ofrezcan garantías de no repetición. Porque el sistema político mexicano está involucrado en sus distintas partes y es una tarea titánica que no están dispuestos a asumir como política de Estado”.

-Eliana ¿te extrañaron las víctimas?

-Me extrañaron cuando salí de la PGR. De hecho, algunas todavía me reclaman por haberlo hecho. Pero al interior de la PGR, no, no creo que nadie me haya extrañado.