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El error de la esposa que llevó a la detención de Roberto Sandoval

La persecución del exgobernador de Nayarit arreció este año, aunque ya lo tenían en la mira incluso desde finales del gobierno del expresidente Peña Nieto

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Roberto Sandoval vivió a salto de mata entre San Pedro Garza García y Linares, en Nuevo León; también en Zapopan, Jalisco, y en Santa Fe, en la Ciudad de México, durante casi un año. Finalmente, tras más de tres meses encerrado sin abrir las ventanas de su refugio, fue detenido por fuerzas federales el domingo 6 de junio, justo antes de la jornada electoral más grande en la historia de México.

La persecución del exgobernador de Nayarit arreció este año, aunque ya lo tenían en la mira incluso desde finales del gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto. Agentes federales de diversas corporaciones, excepto de la Secretaría de Marina, le seguían los pasos, en domicilios y ranchos en Zapopan, Jalisco; en la capital del país; en la zona de Santa Fe, y en el barrio más rico del país: San Pedro.

De acuerdo con fuentes federales, en Nuevo León tuvo cobijo político que alcanzó para lo judicial. Hubo órdenes de cateo solicitadas, pero que fueron negadas, lo que le permitía moverse cuando estaban muy cerca de detenerlo.

Los informantes cuentan que hubo un momento, hacia principios de año, en que Sandoval, su esposa e hija, así como su entorno de mayor confianza, se deshicieron de todos sus teléfonos móviles, salvo uno de un ayudante del nayarita.

Ese fue el hilo de la madeja que desde hace cuasi cuatro meses y medio los llevó a saber que estaba en un domicilio de San Pedro Garza García, considerado como el municipio donde viven las personas con mayor poder adquisitivo del país.

La operación con recursos de procedencia ilícita fue el delito por el que la Fiscalía de Nayarit buscaba a quien gobernó ese estado por el PRI entre 2011 y 2017. De origen humilde, en su ascenso por la política comenzó a hacerse de gustos caros, como los caballos finos. Llegó a contar con uno de esos animales disecado en uno de sus ranchos en Nayarit.

Según cuentan, en Nuevo León intentaron hacer vida casi normal. Salían a plazas comerciales, se sentían seguros.

En algún momento, los Sandoval estuvieron en una casa en Zapopan de alguien muy próximo que les brindaba apoyo en Nuevo León.

Después de eso se disgregaron. Por ahí del mes de marzo, luego de que se hizo público que había una orden de aprehensión en contra de su hija, ambos se fueron a refugiar otra vez en Nuevo León. De acuerdo con las fuentes, el exgobernador y su hija no salieron ni a las ventanas, por eso es que su apariencia era pálida al momento de ser capturados.

Reportes aseguran que Sandoval confiaba en que el relevo de gobierno en Nayarit le fuera benéfico para evitar ser capturado.

Sin embargo, detrás de él, explican las fuentes consultadas, su principal talón de Aquiles es Édgar Veytia, apodado El Diablo, quien fue su secretario de Seguridad Pública, subprocurador y luego se atrevió a impulsarlo para la Fiscalía General del estado.

Roberto Sandoval ha sido señalado por Estados Unidos de presuntamente tener nexos con el narcotráfico

Edgar Veytia fue condenado por la Corte de Brooklyn, en Nueva York, –la misma en la que llevó el caso del general Salvador Cienfuegos y el de Genaro García Luna (sin indicios de posible relación entre ambos hasta el momento)– a 20 años de cárcel, en 2019, luego de declararse culpable de cargos de narcotráfico. 

En mayo de 2019, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos incluyó en su lista a Roberto Sandoval Castañeda. Con ello fueron aseguradas sus cuentas bancarias, así como propiedades en cualquier parte del mundo, de acuerdo con la Ley Patriot del gobierno estadounidense.

Por eso es que el seguimiento a un amplio círculo de contactos de Sandoval se prolongó durante meses.

Hasta el viernes, cuando la esposa del exgobernador llegó a Monterrey y fue detectada por el seguimiento que tenían de ella y de uno de los celulares del cuerpo de seguridad de Sandoval.

Ese fue el error. No se percató que era seguida por agentes especiales y así, sin un sólo disparo, cayó un personaje cuyas ramificaciones con el narco presuntamente van más allá de lo que hoy es público.

MJP