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Desaparecidos, 4 jóvenes en Jalisco; autoridades, sin avances del caso

Calep, Alan, Israel y Jorge desaparecieron afuera de una tienda de conveniencia en Lagos de Moreno. Originarios de SLP, sus familias luchan por encontrarlos

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Escrito en NACIÓN el

En San Luis Potosí, cuatro familias buscan a Calep, Alan, Israel y Jorge. Afirman que su ausencia es resultado de una desaparición forzada por un grupo armado en Lagos de Moreno, Jalisco. El último día que tuvieron contacto con ellos fue el 26 de julio pasado, cuando se despidieron para ir a trabajar. La última vez que se fueron vistos fue en una tienda de conveniencia ubicada en ese municipio.

La relación entre los cuatro jóvenes –cuyas edades oscilan entre los 17 y 24 años– es que eran empleados de Grupo Mysi, que los contrató para desempeñar oficios de albañilería, plomería, electricidad y limpieza en la construcción de un hotel en Tonalá, Jalisco.

Fue durante las investigaciones hechas por autoridades locales que estas familias supieron que Calep, Alan, Israel y Jorge fueron contratados de manera irregular para trabajar en Tonalá, en condiciones de hacinamiento y con pagos incompletos de salario. En las siguientes semanas, luego de darse a conocer esa información, la empresa se deslindó de cualquier vínculo laboral con ellos.

Otra información que han hecho llegar a las familias, pero a través de fuentes no oficiales ni ministeriales, enlaza la desaparición de los cuatro a un “levantamiento” del grupo armado denominado “La Maña”, asentado en Jalisco; mientras se detuvieron a comprar víveres en la tienda de conveniencia, a pie de carretera.

BUSCANDO A CALEP ADONAI MALDONADO MONCIVAIS

Berenice Moncivais sigue buscando a su hijo de 18 años. “¡Por favor! Le pido a la ciudadanía que nos ayude a compartir las fichas de desaparición de nuestros hijos. Que, si alguien los ve, nos lo hagan saber para poder ir a buscarlos, porque esto es muy desesperante. Ya son muchos días y la angustia, la incertidumbre y el dolor crecen más”.

La madre de Calep cuenta que el joven entró a trabajar a Grupo Mysi por recomendación de un conocido y trabajaba directamente con Humberto Zamarrón, uno de los ingenieros de la empresa. Cuando entró tenía 17 años aún, pero pronto cumplió la mayoría de edad y ya tenía casi 9 meses trabajando ahí. “Se los llevaban a Tonalá los lunes y los regresaban a San Luis Potosí los sábados”, relata.

Calep, Israel, Alan y Jorge, como la mayoría de los jóvenes en San Luis Potosí, buscaban empleo. La oferta laboral de Grupo Mysi fue de las más atractivas, pagaban 2 mil pesos semanales, contrario a empleos locales donde el salario promedio es 900 pesos por semana. También se les ofreció traslado gratuito, alimentos y una casa en Tonalá donde compartirían espacio para dormir. Por eso los cuatro aceptaron.

El desencanto inició cuando las irregularidades saltaron a la vista. “No les estaban estaban pagando en tiempo y forma, no tenían Seguro Social ni otras prestaciones. A Calep nunca lo dieron de alta en el IMSS, aunque le pidieron papeles y prometieron que lo harían. A veces le pagaban los 2 mil pesos semanales, a veces solo mil. Era raro que le pagaran completo; lo que le quedaban a deber ya no se lo daban.

“Al principio los llevaron a una casa que estaba bien, pero las últimas semanas Caleb me contó que los cambiaron a otra donde eran más de 40 personas y ya estaban amontonados, no tenían ni en dónde dormirse”, cuenta Berenice a La Silla Rota.

La mañana del 26 de julio, Calep se fue en la camioneta de la constructora rumbo a Tonalá. Berenice le llamó por la noche para saber si había llegado bien, pero nadie contestó sus llamadas. Llamó al ingeniero a cargo para saber si todo estaba bien; le dijo que aún no habían llegado a la construcción, lo que la intranquilizó más. Entonces llamó a hospitales locales para saber si hubo algún accidente en las carreteras del rumbo. “Ninguno”, le respondieron en todos.

Al siguiente día, el ingeniero Humberto Zamarrón se comunicó con ella para avisarle que algunos de los jóvenes que viajaron a Tonalá estaban detenidos en Lagos de Moreno, acusados de asaltar una tienda de conveniencia en la carretera.

“Tráiganse un abogado”, le sugirió a la madre de Calep. Después de dos horas en carretera, Berenice llegó a la comisaría y encontró que solo había tres jóvenes (de los siete que viajaban desde San Luis Potosí) detenidos.  “Cuando dimos aviso armaron una averiguación y nos informaron que mi hijo Calep estaba desaparecido”, recuerda.

La versión oficial de esa investigación relata que siete jóvenes, trabajadores de Grupo Mysi, iban en una camioneta de la constructora camino a Tonalá, pero que se desviaron a Lagos de Moreno para recoger a otro empleado y, en esa ruta, pararon en una tienda.

De los siete empleados, tres se quedaron en la camioneta y encargaron víveres, cuatro entraron para comprar bebidas y botanas que, según los encargados de la tienda, no pagaron. El cajero llamó al 911 para supuestamente pedir una patrulla, pero en lugar de la policía llegó un grupo armado que amagó a los siete empleados.

Los integrantes del grupo armado los dividieron en dos grupos. En un grupo quedaron Calep, Israel, Alan y Jorge; en el otro, los tres jóvenes que fueron entregados como supuestos delincuentes a una patrulla de la policía local.

“Presentamos una denuncia por desaparición, pero la realidad es que no ha avanzado, por las trabas y falta de acuerdos para la investigación entre municipales y estatales –de San Luis Potosí y Jalisco–”, explica Berenice.

“No hemos visto resultados, solo repiten que están en investigaciones. El celular de mi hijo suena apagado, desde aquella noche ya no lo encendieron”.

BUSCANDO A ISRAEL ANDRADE HERNÁNDEZ

Efraín Andrade, padre de Israel, dice que su hijo tenía 19 años cuando los hechos, pero recién cumplió los 20. “Entró a trabajar a grupo Mysi porque un conocido lo invitó, lo recomendó e inmediatamente entró a trabajar. Tenía apenas 3 semanas allí”.

Los primeros días fue asignado a obras ahí mismo, en San Luis Potosí; después, lo enviaron a la construcción del hotel en Tonalá. “Les prometieron buen sueldo y buenas condiciones para trabajar allá, pero nunca las cumplieron. Ellos tenían que llevar su cobija, su comida fueron sopas instantáneas y frijoles de bolsa. Y de sueldo nunca les cumplieron lo que ofrecieron, mi niño no traía teléfono, no pude ni llamarle”.

Si Israel no dejó este empleo, pese a las malas condiciones, fue por la promesa de pago de 2 mil pesos semanales. “Fue la necesidad de unos pesitos más, eso no es ambición, todos los jóvenes aquí buscan un poquito más de sueldo”, explica don Efraín.

“Cuando mi hijo me contó las condiciones en las que estaba trabajando le dije ‘¿Y a qué vas hijo? Nada más estás batallando, estos señores no les cumplen las condiciones de comida ni nada’. Me dijo, ‘papá, ya es la última semana que voy, porque no nos están pagando lo acordado y estamos durmiendo en el suelo’”.

El 26 de julio, cuando la camioneta de la empresa pasó a recogerlo, estaba almorzando con su papá. “Entró y me dio un beso. ‘Ya me voy apá’ y se salía; entró como cuatro o cinco veces a despedirse. Le dije ‘hijo ya no te vayas, algo va a pasar, te estás regresando mucho’. Pero se fue y mire… Ahora aquí estamos”. En su tono de voz, don Efraín deja ver la fuerza de su carácter y el temple que lo sostiene para continuar la búsqueda de su hijo.

En las primeras semanas de la investigación, cuando pudo entrevistarse personalmente con el ingeniero a cargo, éste le dijo “nosotros como empresa no tenemos responsabilidad porque los muchachos ya son mayores de edad, ellos se fueron”. Don Efraín reviró: “espérame, iban en tu camioneta, ellos no se fueron porque quisieron, iban a trabajar”.

No obstante, Grupo Mysi les reiteró que no tenían nada que ver. “Dijeron ‘nosotros ya declaramos, que la Fiscalía se quede con la camioneta, no la queremos’. Entonces le dije a Zamarrón, ‘tu camioneta está asegurada, la dejas para no tener problemas, pero yo no tengo seguro de mi hijo’. Lo que no entienden es que el trasfondo no es el dinero, sino la forma en que se deslindan”, lamentó.

Abogados de esta empresa se han reunido con ellos con el fin de asegurarse de que estas cuatro familias no los demanden por la desaparición de sus hijos. “Yo digo que mi hijo está vivo y las otras madres dicen lo mismo. Queremos creer y confiar en eso. Le pedimos a la ciudadanía que nos apoye, mañana puede ser cualquiera de ellos. Pueden darnos información de manera anónima, tenemos ya muchos días en incertidumbre”.

BUSCANDO A ALAN MICHEL MARTÍNEZ VARGAS

Verónica Vargas busca a su hijo Alan. Cuando desapareció tenía 23 años, pero acaba de cumplir 24. Su primo, quien se desempeña como chofer en Grupo Missy, fue quien lo recomendó para el empleo. “Tenía dos meses trabajando ahí como albañil, electricista, de limpieza, lo que se pudiera. Él antes trabajaba aquí, en una fábrica de San Luis, pero como hubo recorte por la pandemia se quedó sin trabajo”.

El relato de Alan no es muy diferente a los de sus compañeros. “Entre semana me llamaba y me decía que le prestara dinero, que le depositara para que pudiera comer, porque no les alcanzaba con lo que les daban. Entiendo que en la casa donde se quedaban había más de 20 personas”, cuenta Verónica.

En cada llamada telefónica se percataba del cansancio de su hijo. “Eran como las 9 de la noche y me decía que apenas iban llegando a esa casa, que empezaba a trabajar desde las 7 u 8 de la mañana. Que no se había bañado ni comido, que estaba muy cansado y que no se podía bañar en ese momento porque todavía estaba caliente y el agua estaba fría, porque no había calentador. Nunca le dijeron que estarían en esas condiciones”.

Dos días antes de su desaparición, el sábado 24, Alan le dijo a Verónica que no estaba conforme porque esa semana solo le habían pagado la mitad de su salario. “Ya no estoy a gusto mamá, somos muchos en la casa. A veces no alcanzamos ni para comer y en las mañanas solo alcanzo un vaso de leche y cereal”, le contó.

“Le dije, ‘hijo no tienes ninguna necesidad, sabes que aquí en la casa no te va a faltar un plato de sopa y frijoles, busca otro trabajo aquí’. Me dijo, ‘sí mamá, solo dame chance esta semana de terminar el trabajo y te prometo que ya no voy a ir. Nada más término esta semana, entrego y les doy las gracias, para dejar la puerta abierta’. A la siguiente semana se fue y todavía no regresa”.

Hasta el momento, ninguna de estas familias ha tomado terapia psicológica. “No porque no la necesitemos, sino porque en este momento no tenemos tiempo para nosotros”, afirma Verónica. “Necesitamos tiempo para tocar puertas y seguirlos buscando, el teléfono de mi hijo lo apagaron cuando desapareció”. Y aunque enviaron un mensaje al gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, pidiéndole ayuda, no han recibido respuesta.

“Los abogados de Grupo Mysi dicen que los muchachos no estaban en su nómina, que estaban a cargo de Humberto Zamarrón y que según él es aparte de la empresa. Pero nosotros sabemos que Zamarrón es accionista y que el sueldo de ellos no salió del bolsillo de Zamarrón, sino de Grupo Mysi. Ahora, supuestamente, él ya renunció a la empresa”.

Hace unas semanas, la Fiscalía General de la República (FGR) tomó el caso, ante la insistencia de los padres en la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador. “¡Esto es un calvario para nosotros! No queremos represalias contra nadie, solo que nos regresen a nuestros hijos”, pidió Verónica.

BUSCANDO A JORGE RODRÍGUEZ ORTIZ

Jessica Martínez, la esposa de Jorge, cuenta que él –de oficio electricista– tenía poco trabajando en la empresa. “Escaseó el trabajo y tuvo la oportunidad de entrar a esta empresa, estaba contento de haberlo logrado y yo estoy muy decepcionada, porque ellos no están al pendiente de su búsqueda”.

Al igual que Calep, Israel y Alan, Jorge le contó a su esposa sobre las malas condiciones en que estaban trabajando. “De hecho estaba enfermo de la garganta, por bañarse con agua fría. Él había dicho en la empresa que no tenía disponibilidad para viajar, pero Mysi le pidió apoyarlos solo por unas semanas para trabajar en Tonalá. El día que desaparecieron los 4, después de la una de la tarde, ya no tuve noticias de mi esposo".

Las familias afectadas señalan que las autoridades locales dijeron tener muchas líneas de investigación, sábanas de llamadas, los videos de la tienda de aquel día, pero todo ello nos les aporta ningún avance.

El Colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros en San Luis Potosí contactó con estas familias para apoyarlos en la búsqueda de sus hijos; y el primer paso fue llevar el caso a una de las conferencias del presidente Andrés Manuel López Obrador. Solo así lograron que FGR asumiera la investigación del caso por desaparición forzada.

Edith Pérez, titular de este Colectivo, explicó que ahora se encuentran en comunicación con Abel Galván, fiscal especializado en Búsqueda de Personas, y Karla Quintana, comisionada nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas. El 26 de septiembre, dos meses después de ocurridas estas desapariciones, tuvieron la primera reunión conjunta con estas familias.

“Esperamos poder ir a Lagos de Moreno con ellos. No es que nosotros queramos entrometernos en el trabajo ministerial; pero por nuestros desaparecidos ya sabemos qué sí y qué no es correcto y cuando nos están dando largas”, afirma Edith. “Nuestra función no es pelearnos con nadie, solo proponer”.

Como colectivo, han hablado ya con estas familias sobre posibles escenarios a enfrentar. “Desde encontrar enterradas credenciales de elector o rastros de ellos, prendas, dijes, pulseras, lo que haya. Nosotros ya tenemos la experiencia en saber qué es un basurero, campamento o un depósito donde fueron calcinadas personas. No llegamos en blanco”.

Además, afirma Edith Pérez, se tiene que investigar al dueño de esa tienda por posibles nexos con el grupo criminal, pues no se descarta la posibilidad de que esa tienda de conveniencia estuviera pagando derecho de piso para recibir protección.

Edith Pérez subrayó que la desaparición de jóvenes en San Luis Potosí ha aumentado considerablemente en los últimos años. “Los policías dicen que es porque andaban por mal camino, pero tenemos conocimiento de que los sujetos armados revisan a los muchachos que están en las tienditas de la esquina. Les revisan su mochila, amenazan e intimidan. Estamos rebasados en cuestión de desapariciones, regularmente son jóvenes, porque en esta región los cárteles pelean en estas colindancias de los estados”.

Las familias entrevistadas solicitaron apoyo para difundir las fichas de desaparición.