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"Dale, dale, dale no pierdas el tino…” rompe la piñata del coronavirus

En “El Castillo de las Piñatas” surgieron las primeras piñatas con la imagen del coronavirus, enfermedad que ha puesto en vilo a México y el mundo

Escrito en NACIÓN el

“¡Que la gente saque su enojo contra el coronavirus pegándole a la piñata! Porque la fiesta tiene que continuar con o sin virus ¡Dale, dale, dale! ¡Súper dale! ¡Mátalo!”. Así resume Graciela el surgimiento de las primeras piñatas con la imagen divertida de esta enfermedad que ha puesto en vilo a México y el mundo, desde hace medio año.

 

Verdes, moradas, con el ceño fruncido y focos rojos de alerta; son las formas ficticias del coronavirus que sí puede entrar a las casas y convivir con los niños para ser molida a palos, una idea que surgió hace unos días en “El Castillo de las Piñatas”, la tradicional tienda para fiestas infantiles que reabrió hace unos días en la colonia Portales en la CDMX.

“La gente empezó a pedirla porque no hicieron fiestas en la cuarentena o se les canceló antes de ésta; o el cumpleaños se les había fastidiado en el confinamiento. Llegaron a pedir piñatas del coronavirus y Susana Distancia y se acaban muy rápido, traemos cuatro por semana”, relata Graciela mientras desde el techo, celosas y desplazadas por su rival, escuchan esta entrevista las princesas Disney, Iron Man, Nemo y Spiderman.

 

Le pedimos al artesano que hiciera bolas redondas con picos verdes que en la punta tuvieran algo rojo como señal de emergencia, con la cara enojada porque es un virus. Fuimos los primeros en hacerlo, luego el resto de las tiendas nos copió. Todas las piñatas tardan una semana en hacerse: primero se pone el molde, luego el periódico, hay que dejar secar, cortar, pegar y pintar. Son ocho días

No obstante, destaca, no hay comparación con la competencia. “Es que algunos las hacen de color rosita ¡Pero si esto no es nada de felicidad! Por eso los colores que nosotros usamos son de alerta, para que la gente vea que es peligro, emergencia ¡Un virus! Algo que no es bueno, que nos ataca y hay que pegarle. Y esa es la idea para que el niño le pegue y le pegue toda la gente, para ver si así se acaba”.

“Quiero esa papá”

Cuando un niño elige y dice claramente qué quiere, no hay manera de persuadir ni negociar. Por eso los vendedores de esta tienda familiar han presenciado que cuando los papás sugieren al menor “¡Mira hijo! Pide esa del hombre araña”, reciben por respuesta “¡No, no! Yo quiero la de coronavirus y la de Susana Distancia, hagamos la fiesta de Susana Distancia”. Punto. 

Entonces toca pagar 290 pesos por una de estas piñatas que, describe Graciela, conllevan un mensaje educativo. “Que los niños entiendan que sí existe la enfermedad, que hay que cuidase, que ésta es una piñata enojada, en rojo, alerta, por la situación que vive el mundo. Las dos se venden bien, la gente pide ambas para hospitales porque Susana Distancia mide exactamente el metro de distancia que debe haber entre personas. Entonces las llevan para educar a la gente en ese sentido; no tanto para una fiesta, sino para educar. Una alcaldía nos hizo un pedido y dijo que las utilizaría con fines educativos en un hospital y tal cual así la sacamos”.

Piñatas de la nueva normalidad

El confinamiento cambió radicalmente la forma de celebrar; y esta tienda entendió perfectamente el mensaje en cuanto reabrió sus puertas hace dos semanas. “Se acabaron las fiestas grandes”, sentencia su propietaria. “Ahora es pura fiesta pequeñita, solo para la gente que está en casa. El modelo de la fiesta cambio y con él, el de una tienda de piñatas por eso ahora hacemos éstas más pequeñas, de 60 centímetros de diámetro para partirlas entre familia, dentro de la casa o departamento. Y ya les caben menos dulces porque son para pocas personas; por eso ahora estamos ofertando la piñata grande”.  

Tres meses de encierro causaron estragos en esta tienda de 14 años de antigüedad que también vende todo lo necesario para realizar una fiesta infantil. “Mal, mal”, repite Graciela, “se caducó el dulce, se echó a perder la piñata porque se decoloró; se tuvo que tirar todo. Pedimos un préstamo al gobierno y nos lo aprobaron porque tenemos todo en regla, aquí se paga Seguro Social, Hacienda, tenemos todo en orden”. 

“Reabrimos apenas y solo al 30 por ciento”, explica mientras señala los cordones que delimitan el acceso a la entrada principal, una mesa con gel antibacterial, pistola termómetro y cubrebocas. Pero, aun así, los roces con la clientela han sido inevitables. “La gente se enoja porque no los dejamos entrar como antes, porque no pueden tocar el dulce, por todo se enojan. Y prefieren irse a las tiendas donde no tienen este control de sanidad ni de seguridad; no le voy a negar, en dos semanas las ventas naturalmente van muy mal, pero preferimos no venderles si se ponen en ese plan, por seguridad”, advierte.

“El Castillo de las Piñatas”, como cualquier negocio en este momento de reapertura económica, pide lo que todos pedirían. “¡Ayúdenos a volver a levantarnos! ¡Ya reabrimos! Hay que cuidarnos, por eso esperamos recibir sus pedidos en la página de Facebook con el nombre de la tienda. Ayúdenos por favor porque muchas gentes dependen de este negocio”.  

(María José Pardo)