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“Cuando está de por medio la seguridad nacional las leyes valen una chingada”

Retratados como víctimas, también fueron victimarios durante la “guerra sucia”, los miembros de la Liga Comunista 23 de Septiembre vuelven al escrutinio público, pero ¿cómo eran vistos en su momento estos jóvenes guerrilleros?

Escrito en NACIÓN el

“Valientes”, así calificó Pedro Salmerón en días pasados a los jóvenes que asesinaron –en su intento de secuestrarlo– al empresario regiomontano Eugenio Garza Sada el 17 de septiembre de 1973.

La discusión al respecto se dividió en dos, hubo quienes defendían las palabras de Salmerón y otros más quienes las descalificaban.

Por ejemplo, Gerardo Fernández Noroña, legislador del PT, afirmó en video #DesdeLaCurul para La Silla Rota: “Salmerón dijo que eran valientes, yo digo que, además de valientes, fueron revolucionarios esos jóvenes que ofrendaron sus vidas por cambiar al país”. El Congreso de Nuevo León lo declaró, junto a Pedro Salmerón, persona “non grata” para dicho estado. La Cámara de Diputados federal expresó su preocupación por esa decisión.

Por otra parte, José Antonio Fernández Carbajal, presidente de Femsa, escribió una carta dirigida a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, en la que reprueba las palabras de Salmerón calificándolas de injustificables e inaceptables, mismas que promueven el uso de la violencia para resolver la falta de oportunidades.

“(Las palabras de Salmerón) resultan altamente ofensivas para millones de mexicanos que han tenido acceso a oportunidades […] a partir de la obra de don Eugenio y porque perdió la vida en un cobarde atentado”.

Los dichos de Salmerón no solo provocaron el escrutinio público en su contra, sino que le costó su puesto como director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM).

Los jóvenes a los que se refería Salmerón eran aquellos que formaban parte de la Liga Comunista 23 de Septiembre, un grupo guerrillero nacido tras la matanza del 2 de octubre de 1968, quienes –argumentando la nula posibilidad de una transformación pacífica– se levantaron en armas contra el Estado mexicano.

El “Manual sobre la Guerra de Guerrillas” de Ernesto “El Che” Guevara y  el asalto al cuartel de Ciudad Madera en Chihuahua –analogía del asalto al cuartel Moncada en Cuba y primera insurrección guerrillera en el México contemporáneo– justo un 23 de septiembre, pero de 1965, fueron las bases de esta Liga Comunista.

La historia ha puesto principalmente como víctimas de la “Guerra Sucia” a estos jóvenes, quienes fueron perseguidos, detenidos, torturados e incluso asesinados y desaparecidos por las Fuerzas del Orden.

En contraste también fueron perpetradores de robos, secuestros, asaltos, asesinatos y demás enfrentamientos –algunos recibiendo preparación guerrillera en Alemania Oriental y en Corea del Norte– bajo el argumento de seguir una “causa justa”.

Pero, ¿cómo eran vistos en su momento estos jóvenes miembros de la Liga Comunista 23 de Septiembre?

La extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), así como las policías judiciales de cada estado y el Ejército Mexicano fueron los principales “enemigos” de la Liga Comunista 23 de Septiembre, en sus manos varios de estos jóvenes fueron detenidos, torturados, asesinados y desaparecidos.

Estas Fuerzas del Orden veían a este grupo –entre otras cosas– como un verdadero peligro para la seguridad nacional, según evidencia el expediente del caso de la desaparición forzada de Jesús Piedra Ibarra, miembro de la Liga Comunista 23 de Septiembre, realizado por la Fiscalía Especial en Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, consultado por La Silla Rota.  

Piedra Ibarra fue detenido y desaparecido por miembros de la DFS y de la Policía Judicial de Nuevo León, por cierto, es señalado como uno de los jóvenes que efectuó el intento de secuestro y asesinato de Garza Sada.

“Cuando está de por medio la Seguridad Nacional no hay Constitución ni leyes que valgan una chingada”, sentenció Miguel Nazar Haro, quien fuera director de la DFS, a Gustavo Adolfo Hirales Morán, miembro de la Liga Comunista 23 de Septiembre, de acuerdo con el expediente.

Hirales Morán fue detenido y –denunció– torturado física y psicológicamente por el propio Nazar Haro.

Las autoridades actuaban motivados, además, por “venganza” debido a en los actos “terroristas” de la Liga Comunista 23 de Septiembre varios uniformados morían de forma atroz.

Policías judiciales de Nuevo León, cuando hablaban de este grupo comunista en el expediente del caso Piedra Ibarra reiteraban que habían dejado a su paso varios uniformados muertos.

“(La Liga Comunista 23 de Septiembre) habían dado muerte a varios policías”, sentenció en su comparecencia el policía judicial Cesar Manuel Garza Espinosa, quien apoyaba con sus labores a la DFS.

La venganza es referida por el propio Hirales Morán cuando aseguró que Nazar Haro, durante su detención, le envió fotografías de Salvador Corral, otro miembro de la Liga Comunista 23 de Septiembre, asesinado.

“Esta muerte (la de Salvador Corral) fue una clara señal de venganza por parte de la DFS” decía Gustavo Adolfo Hirales Morán.

La venganza, en el caso particular de Nazar Haro, pudo haber nacido de una herida derivada de un enfrentamiento entre fuerzas del orden y miembros de la Liga Comunista 23 de Septiembre, relatado por el propio Nazar Haro ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en el expediente referido.

“Su labor de investigación siempre la realizo con discreción, de esa manera (Nazar Haro) descubrió varios casos de secuestro e inclusive al rescatar en un caso a algunos secuestrados resultó herido de una pierna con motivo del enfrentamiento con las fuerzas de seguridad pública con los secuestradores”.

Esta idea de venganza se habría fortalecido por la desfachatez de sus miembros, cuando Jesús Piedra Ibarra fue detenido en abril de 1975 relató sin arrepentimiento aparente las actividades delictivas e ideológicas que protagonizó, de acuerdo a un oficio firmado por el capitán Luis de la Barreda Moreno, entonces titular de la DFS.

“Inicié mis actividades políticas en 1971 […] platicaba de política terrorista y expropiaciones para que fueran alicientes, el proletariado tomara conciencia y nos apoyara […] La vez que maté al patrullero Guillermo Villareal andaba con Arturo en la camioneta de la organización”, según ese relato.

Por otra parte, los mismos policías judiciales argumentaban la persecución contra los jóvenes debido a sus actos delictivos.

 

“Se dedicaban a actos de terrorismo y vandalismo, así como asaltar instituciones bancarias y a particulares, incluso secuestraban personas por las cuales pedían rescate a sus familiares”, dijo –también en comparecencia– Juventino Romero Cisneros, policía judicial de Nuevo león que apoyaba con sus labores a la DFS.

En entrevista con Gustavo Castillo García, reportero de La Jornada, publicada después de su muerte, Miguel Nazar Haro defiende los actos contra la guerrilla, señalando que ellos eran recibidos a balazos por los comunistas.

“Este país tiene su riqueza enterrada. Muchos la han ambicionado, y también tener este país. Y para este país, lo que yo hice fue en misión de inteligencia y análisis, defenderlo. Yo no traje del extranjero gente entrenada para volar presas y puentes, asesinar soldados y policías, para asaltar bancos y secuestrar personas”, argumentó Nazar Haro al periodista.

En el mismo sentido, el Partido Popular Socialista (PPS) incluso se refirió a la Liga Comunista 23 de Septiembre como un grupo con “prácticas anticomunistas” formado por “delincuentes (que) realizó uno de los más monstruosos actos criminales de los últimos tiempos”.

Sin embargo, hay que recordar que la Liga Comunista 23 de Septiembre, en ese entonces conocida como Juventud Comunista, se separó en 1970 del PPS, se mantuvo en la clandestinidad para luego levantarse en armas, tras la decisión del partido de no participar en las elecciones presidenciales de ese año.  

Y como no iba a ser así, si la Liga Comunista 23 de Septiembre y demás grupos o células relacionadas protagonizaron actos atroces contra uniformados.    

Por ejemplo, el secuestro del policía judicial Jesús Rocha Zavala, quien fue amarrado, engrapado del rostro, cortado en diversas partes del cuerpo, violado y le dieron siete tiros.

También la emboscada a un convoy militar que dejó 10 muertos; cuando recibieron los primeros disparos, los soldados se volcaron hacia un barranco y ahí, sin poder salir, fueron masacrados.

En el caso de particular de Piedra Ibarra había una constante: se trataba de un personaje “peligroso” y su cara con un letrero de “se busca” forraba las oficinas de la Procuraduría de Nuevo León.

“(Jesús Piedra Ibarra) es un sujeto de alta peligrosidad por lo cual se debían de extremar las precauciones en caso de que fuera localizado”, refirió Romero Cisneros.

“Existían varias fotografías de Jesús Piedra Ibarra pegadas en la pared con letreros que decían ‘se busca’, además de contar con una amplia descripción de su persona, sus ideas, rasgos fisonómicos, así como una lista de los delitos cometidos por este individuo”, refiere Garza Espinosa.

Incluso, consta en la declaración de Romero Cisneros, durante la detención de Piedra Ibarra éste lo describe como un personaje violento.

“(Cuando fue detenido) Piedra Ibarra comenzó a gritar ‘mamacita, me agarran estos perros policías burgueses’ […] Cesar Manuel Garza Espinosa me dice que por el ombligo trae una pistola […] al sacarle la pistola Jesús le mordió el primer falange del dedo índice de la mano derecha (a Cesar Manuel) […] no dejaba de tirar patadas y de zafarse”

En el caso de Piedra Ibarra, la venganza y persecución que refiere Hirales Morán en el expediente del caso es tal que Jesús fue detenido, presuntamente torturado, asesinado y desaparecido, sin –según la procuraduría de Nuevo León en aquel entonces– una orden de aprehensión o antecedentes delictivos en esa entidad.

Sin mencionar que los uniformados consideraban sospechoso a cualquier joven universitario, más cuando este era de origen “norteño”.

“Los agentes de la DFS trataban de localizar a las personas de origen norteño matriculados en diferentes escuelas o facultades”, dijo Nazar Haro ante la CNDH.

También la ideología de izquierda que presumían los jóvenes guerrilleros era parte de las características que las autoridades judiciales persecutoras veían en ellos.  

“En relación a la Liga 23 de Septiembre, era un grupo de jóvenes mexicanos estudiantes de la universidad de este estado con ideología comunista que proclamaban la igualdad de los pobres”, definió en su comparecencia por el caso Piedra Ibarra, el policía judicial Ariel Salazar Castañeda.  

La ideología era fundamental en la percusión, según Hirales Morán, pues varios personajes de pensamiento de izquierda eran detenidos aunque no tenían relación alguna con la Liga 23 de Septiembre, ni con la guerrilla en general como, por ejemplo, miembros del PPS e incluso del Comité Nacional de Huelga (CNH).

Nazar Haro, durante la entrevista con La Jornada, calificó a los guerrilleros como fanáticos y dijo que se tenía que ser fanático como ellos para combatirles.

“Eran fanáticos en sus creencias, y para combatirlos había que ser fanáticos como ellos, pero en lo nuestro. Yo le enseñé a mi gente a amar su camiseta, amar a su patria y a ser fanáticos como ellos”, dijo Nazar Haro.