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Con agresiones y sin equipo continúan combate contra covid

Profesionales de la salud siguen siendo víctimas de insultos y agresiones físicas hasta de familiares, mientras luchan contra la covid-19 sin equipo adecuado

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Escrito en NACIÓN el

"Hasta que no te arrastre y te mate pendeja", fue la amenaza que recibió una enfermera del ISSSTE, por parte de una de sus propias tías, quien desde que se enteró que su sobrina trabaja en un hospital sede de pacientes covid-19, se ha empeñado a volver la vida de la auxiliar médico en un infierno.

Mientras que otros profesionales de la salud son recibidos como héroes cuándo llegan a su hogar, Martha es recibida a cubetazos de agua e incluso en una ocasión su tía le echó cloro desde el primer piso en el inmueble que ambas habitan, ubicado en la alcaldía Iztapalapa.

Además de esto la joven de 23 años también ha recibido en distintas ocasiones insultos y otras agresiones, pero el acto violento que orilló a la mujer a denunciar ante la Fiscalía General de Justicia (FGJ) de la Ciudad de México a su familiar, fue que el pasado viernes, la señalada la amenazó de muerte.

"Por culpa de esos pendejos (médicos y enfermeras) nos vamos a morir, por eso hay un matarlos primero", gritó la denunciada de 47 años de edad, cuándo vio a su sobrina llegando a su domicilio. "Te voy a matar vas a ver", le reiteró la mujer, mientras que la joven se metía a su apartamento con temor.

Después de asentar en la carpeta de investigación todas las agresiones y amenazas que ha recibido por parte de su tía, el Ministerio Público ordenó como medida de protección hacía la víctima el código "águila", que es que cada cierto tiempo una unidad de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) debe patrullar el hogar de la afectada.

En abril pasado, La Silla Rota dio a conocer la discriminación que sufrió un grupo de enfermería del estado de Morelos.

"Me dirigía al hospital donde trabajo, subí a la ruta, me iba a sentar y una señora me dijo, ''aquí no, no te puedes sentar, vete parada, no tienes ni porqué subirte aquí; vete en uber, con el chingo de dinero que ganan y vienen aquí a ponernos en riesgo. Bájate, bájate''", narró la enfermera.

Otra compañera, quien se traslada en transporte público hasta la ciudad de Cuernavaca señaló que los colegas se enfrentan también a la discriminación que ejercen los conductores del transporte. 

"Me subí, iba con mi uniforme blanco y el conductor se me quedó viendo y me dijo: ahí hay alcohol gel, en ese momento yo dije ´que amable´, pero en todo el trayecto a nadie más le dijo del gel (...), nadie se sentó junto a mí y toda la gente se me quedaba viendo cada movimiento que hacía, es muy incómodo".

Ante esto, las autoridades del estado optaron por girar un oficio en el que se les instruyó no viajar ni llegar con el uniforme puesto, sino que "salgan vestidas de civil y al llegar a su centro de trabajo se lo ponen", detalla el comunicado que recibieron.

EN CASI 3 SEMANAS HUBO 32 QUEJAS POR DISCRIMINACIÓN

Tan sólo en menos de tres semanas, del 19 de marzo al 6 de abril, el Consejo Nacional para la Prevención de la Discriminación (Conapred) sumó 32 quejas recibidas.

Además, el número de llamadas para pedir asesoría sobre probables actos de discriminación también se incrementó y mientras la semana pasada eran entre 8 y 12 al día, el 6 de abril fueron 14 por hora en promedio, aseguró a La Silla Rota el director de Quejas, César Flores Mancilla.

Respecto a las quejas, la Ciudad de México encabeza la cifra, con 10; le sigue el Estado de México con 6; Nuevo León y Tabasco con 2. Después con una están Aguascalientes, Baja California Sur, Campeche, Coahuila, Guanajuato, Michoacán, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora y Veracruz. De 2 más no se precisó el lugar.

Debido a que las denuncias son realizadas bajo distintos delitos como discriminación, amenazas y lesiones, La Silla Rota solicitó a la Fiscalía capitalina la cifra actualizada de carpetas de investigación por agresiones a personal de salud pero hasta el momento no se ha recibido respuesta.

SALVAN VIDAS PERO HUYEN POR LA SUYA

La madrugada del 11 de junio, un grupo de personas armados con palos y piedras ingresaron al hospital básico comunitario del municipio Villa de las Rosas, en Chiapas, rompían y vandalizaban todo a su paso. El médico Juan Carlos salió huyendo como pudo y se tuvo que refugiar en los pastizales cercanos a la carretera de entrada al pueblo.

Tres horas quedó agazapado, le ayudaba la oscuridad de la noche, hasta que los ánimos de la turba se calmaron y se fueron, no sin antes quemar una ambulancia.

Juan Carlos buscó a sus compañeras de trabajo y, todos en grupo, salieron del poblado.

Ese mismo jueves 11, en el municipio Las Margaritas, familiares de una persona que falleció y fue diagnosticada con covid-19, golpearon al médico Miguel Ángel Palacios Castro, director del Hospital de la localidad. Le reclamaron no haber atendido al paciente.

En un video que circuló en redes sociales se observa que entre gritos le dicen: “¿cuánto querías ganar por la vida de mi suegro diciendo que es covid?”.

-Nosotros no pagamos por matar gente, responde el médico.

Así como con Juan Carlos y a Miguel Ángel, también han ocurrido agresiones y amenazas al personal médico en los municipios de Totolapa, Ocosingo, Simojovel, Chilón, Comitán y Motozintla.

Además, tres hospitales han sido atacados, dos de ellos se encuentran actualmente cerrados, y persiste el riesgo de nuevas agresiones a médicos y enfermeras en municipios como Oxchuc, San Cristóbal, Tenejapa y San Juan Chamula.

María de Jesús Espinosa de los Santos, enfermera y líder de la Sección 50 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaria de Salud (SNTSA), cuenta que en marzo, cuando llegó la pandemia del coronavirus a México, las autoridades sanitarias de Chiapas poco o nada hicieron para prepararse ante la magnitud de la pandemia.

Esta falta de planeación provocó que ahora los hospitales estén colapsados y que el personal de la salud que los atiende, lo haga en condiciones de riesgo por contagios.

Además, médicos y enfermeras también deben enfrentar agresiones de la población que en algunas comunidades se ha dejado engañar con campañas de desinformación.

La enfermera cuenta que a la fecha no está claro si la agresión al personal médico, que de manera sistemática se ha repetido en una docena de municipios de Chiapas, es producto de una campaña de desinformación ante el nuevo coronavirus o hay algún motivo político.

En todos los casos, explica Espinosa de los Santos, la población ha recibido mensajes vía whatsApp, donde una voz “advierte” que no deben acudir a los hospitales porque “están matando a los pacientes”.

En otro audio acusan a los gobiernos municipales de tener “un convenio para entregar 60 personas muertos por día”, expandiendo un virus a través de la fumigación.

EQUIPO, EL SEGUNDO PROBLEMA

En medio de la pandemia, que enfrentan alrededor de 24 mil trabajadores de la salud en Chiapas, se suma la falta de equipo de equipo de protección para atender a pacientes enfermos de coronavirus.



Lo anterior debido a que las caretas, trajes, batas, guantes y cubrebocas que actualmente usa el personal sanitario, el 60 por ciento provino de donaciones de la sociedad civil, porque a la fecha, a más de 100 días de la llegada de la pandemia al país, el gobierno estatal sigue sin dotar de suministros de protección suficiente a los trabajadores de la salud de Chiapas.

Espinosa de los Santos afirma tener el registro de por lo menos 622 trabajadores del sector que han sido contagiados de covid-19, de los cuales 10 han fallecido. Esta cifra contrasta con los 218 casos que oficialmente son reconocidos “porque al personal médico que ya ha presentado síntomas no le han querido hacer las pruebas, solo les dicen que es presunto covid y que se vayan a recuperar a sus casas”.

La curva de contagios va al alza en Chiapas. De acuerdo al diagnóstico esperado, las próximas dos semanas se espera un incremento en los contagios. Oficialmente, hasta este martes 16, la entidad tiene un registro de 3,255 casos de coronavirus, de los cuales 538 son ambulatorios, 435 se encuentran hospitalizados, 144 con pronóstico estable, 203 graves y 88 muy graves (intubados), y hay 218 defunciones.