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Como AMLO, Calderonista también culpó al pasado por la violencia en México

Guillermo Valdés Castellanos, quien fungió como director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional ve así el fenómeno del narcotráfico en el país

Escrito en NACIÓN el

La violencia en México impulsada por el empoderamiento de distintas organizaciones del crimen organizado ya estaba en el país antes de que en el sexenio de Felipe Calderón se desatara la llamada “guerra contra el narcotráfico”.

Así lo consideró Guillermo Valdés Castellanos, quien fungió como director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) durante la segunda administración federal panista, en su libro “Historia del Narcotráfico en México” (Ed. Aguilar, 2013).

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“En 2006, las noticias de los decapitados comenzaron a ocupar las primeras planas de los diarios nacionales y las entradas de los programas informativos de la televisión”, escribe Valdés, quien también describe el halo de la violencia que comenzó a aparecer en dichos medios de comunicación.

El exfuncionario, no obstante, considera que aunque fue el comienzo de un nuevo tipo de violencia “pero no el de la violencia generada por las organizaciones mexicanas dedicadas al narcotráfico”.

Valdés rememora que en 2004 y 2005, durante el sexenio de Vicente Fox, Nuevo Laredo había sido el escenario de múltiples batallas entre grupos fuertemente armados de Sinaloa y del Golfo; así como “episodios de violencia en Tijuana, Guadalajara y Culiacán desde los años noventa, cuando Carlos Salinas y Ernesto Zedillo ocuparon sucesivamente  la presidencia de México”. 

El exdirector del Cisen resalta que en 2008 se contabilizaron casi siete mil homicidios cometidos por las organizaciones criminales, 140 por ciento más que en 2007. La cifra llegaría a 17 mil homicidios en 2011, es decir, 47 asesinatos diarios, uno cada 30 minutos. 

Valdés Castellanos enfatiza que “la fuerza con que irrumpió en los últimos años este fenómeno es nueva, pero no la existencia de una inclinación a la violencia asociada a las organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico”.

“Esa densidad criminal presente en el país en 2006 no nació el día anterior a la llegada a la presidencia de Felipe Calderón. Tiene una historia que debe ser conocida y contada”.

(Guillermo Valdés Castellanos, exdirector general del Cisen. Cuartoscuro)

EL ORIGEN DEL NARCOTRÁFICO EN MÉXICO

“Aún no hay explicaciones satisfactorias; tenemos que seguir buscándolas”, se lee en el libro, mismo en el que se asegura que la mayoría de las hipótesis explicativas se han centrado en lo acontecido durante el gobierno del presidente Felipe Calderón, “pues es cuando el fenómeno alcanzó su máxima dimensión”.

Sin embargo considera que se debe analizar el fenómeno desde sus múltiples dimensiones.

Para Valdés la pregunta fundamental que se debe contestar es: ¿cómo se formó la delincuencia organizada con ese poder y esa capacidad de violencia?.

Se debe conocer cómo llegó México a tener este grado de criminalidad, en términos cuantitativos, como la cantidad de organizaciones y personas involucradas, la infraestructura logística y el armamento del que disponen, etcétera; y cualitativos, en referencia al grado de sofisticación de sus organizaciones, la diversidad de sus actividades criminales, o la fuerza de sus capacidades corruptoras.

Un primer factor a analizar es que, “dado que se trata de un negocio extremadamente lucrativo, el comportamiento del mercado de las drogas ilegales: mientras más demanda, más oferta. El segundo son las políticas de los gobiernos de Estados Unidos (el mercado al que surten las organizaciones mexicanas) y de México, puesto que las organizaciones criminales son perseguidas por los gobiernos y si las políticas al respecto fuesen realmente eficaces, el crimen organizado debería desaparecer o reducirse a una dimensión insignificante”.

Un tercer factor para el fortalecimiento de las organizaciones criminales ha sido, “un doble mal que aqueja a las instituciones de seguridad y justicia: su debilidad y su proclividad, casi de origen, a la corrupción. Ambos males han llegado a tal extremo que en los ámbitos estatal y municipal las autoridades en vez de servir a la sociedad se han convertido en partes activas y defensoras de la delincuencia organizada”. 


(djh)