Científicos del Instituto Politécnico Nacional (IPN) de México trabajan en la búsqueda de precursores sísmicos para poder pronosticar cuándo una zona está en condiciones idóneas para que en ella se pueda generar un potente terremoto.
Los científicos utilizan algoritmos de identificación de patrones de quietud sísmica que sirven como precursores de movimientos telúricos grandes, con los cuales es posible advertir a las autoridades el estado de la zona.
Además de los algoritmos, los especialistas de la Escuela Superior de Física y Matemáticas (ESFM) Fernando Angulo Brown y Adolfo Helmut Rudolf Navarro monitorean e identifican señales electrosísmicas, las cuales son precursores de grandes sismos.
Asimismo, según indicó el IPN, aplican modelos de física no lineal para estudiar el comportamiento de la corteza terrestre y analizan si las variaciones de los campos electromagnéticos que se presentan previamente a un sismo pueden tomarse como señales válidas para pronosticar estos fenómenos.
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Dado el alto potencial sísmico de México, los investigadores tienen previsto instalar una estación electrosísmica en la población de San Marcos, en el estado de Guerrero, en donde tuvo lugar el potente terremoto del 28 de julio de 1957.
Angulo Brown comentó que desde hace más de 25 años aplican metodologías que arrojen indicios para prender focos amarillos ante la posibilidad de etapas de inminencia de sismos.
Rudolf Navarro, por su parte, indicó que con algoritmos miden el tiempo entre eventos consecutivos en una región y construyen mapas de quietud sísmica, que señalan la región donde probablemente se generará el terremoto.
Los potentes terremotos ocurridos el 7 y 19 de septiembre de 2017, sumado a algunos sismos leves ocurridos este año, obligan al país a extremar la precaución con acciones científicas como estas.
Hoy se cumple un año del terremoto del día 19, el cual castigó de manera severa la capital mexicana y que, con una magnitud de 7,1, se cobró 369 vidas.
El del 7 de septiembre (8.2 magnitud) dejó 98 muertos en los estados de Oaxaca y Chiapas.
Para finalizar, los investigadores enfatizaron en que México es un país con muy pocos sismólogos pese a la magnitud del problema.
Por ello, instaron a los nuevos talentos a sumarse a este "laboratorio natural" de sismología que es México, en donde no hay teoría o conjetura que no pueda investigarse.