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Caminan entre muertos y olor a gasolina

La gente camina sobre el pastizal, entre maleza, con la mano sobre la nariz para aguantar la respiración y que el crudo no penetre los pulmones

Escrito en NACIÓN el

Caminan entre muertos: muertos a los que sobreviven huesos –el cráneo sujeto al tórax y éste a las extremidades– porque el fuego consumió la carne tras la explosión de la toma clandestina y sólo dejó estos restos de lo que horas antes fueron humanos.

El olor a gasolina anida en los poros, mientras gases se disuaden en el aire, en la oscuridad de la madrugada. La gente camina sobre el pastizal, entre maleza, con la mano sobre la nariz para aguantar la respiración y que el crudo no penetre los pulmones ni limite la andanza.

A las tres de la mañana del sábado 19 de enero –ocho horas después de que explotara el ducto de Petróleos Mexicanos (Pemex) que cruza la localidad de San Primitivo, en el municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo–, decenas de personas ingresaron al predio que era resguardado por el Ejército para identificar los huesos quemados y los trozos de piel que quedaron adheridos a lo que fue cuerpo, a familiares no localizados, que no estaban en las listas de internos en hospitales ni de muertos reconocidos.

La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) no pudo impedir que los padres, madres, hermanos o hijos que buscaban a desaparecidos, traspasaran el sitio acordonado para tratar de reconocer pedazos de calzado y de ropa quemada, de cadáveres que estaban tendidos sobre el terreno, en el que aún se encontraban garrafas con las que la gente extraía combustible de la “ordeña”.

“Vamos a entrar porque vamos a entrar, ustedes no nos pueden impedir. Vamos a buscar a nuestros familiares”, reclamaban a militares y elementos de la Policía Federal (PF) que abrieron paso tras la insistencia de las personas, que llevaban horas apostados sobre la carretera Tlaxcoapan-Tlahuelilpan, pidiendo información porque en los hospitales Regional de Tula y de Cinta Larga, en Mixquiahuala –saturados de pacientes con quemaduras que fueron trasladados de emergencia– no se encontraban los suyos.

“¡Camínenle, camínenle!”, gritaban; sin embargo, conforme se adentraban a sitio, y, específicamente, al “punto caliente”, junto a la canaleta en la que está el túnel de Pemex por el cual primero corría gasolina Premium y luego componente MTB, los sollozos y alaridos aumentaron hasta convertir el aire en una jauría de sonidos en la que no era posible distinguir las voces.

¡Dios¡, quizás fue el clamor más concurrido, mientras mujeres que llevaban cobijas sobre la espalda se doblegaban ante los huesos quemados. Entraron antes que los peritos de la Procuraduría de Justicia de Hidalgo y se situaron al lado del cuerpo que reclamaban, porque algo en él habían visto suyo. Los cráneos primero, después las demás piezas se iluminaban con las linternas de los celulares. Había cachos de ropa y objetos dispersos.

El procurador de Hidalgo, Raúl Arroyo González, dio a conocer que 80 peritos localizaron 63 cuerpos: seis completos y 57 con algún grado de carbonización. Del total, nueve fueron identificados y 54 permanecen con el estatus “no reconocido”.

Añadió que realizarán pruebas de antropología, odontología y genética para identificar los restos humanos.

“¡Gasolina gratis!”

Tenían las piernas en la canaleta por donde corría el riachuelo que se formó de crudo. Al estallar, las extremidades fueron las primeras que se calcinaron. Había mujeres, había niños.

Testigos cuentan que vieron cuerpos correr en llamas, mientras sobrevivientes les gritaban: “tírate al piso, ¡al piso!”, para ver si se sofocaban; otros yacían inertes entre la hierba, encendidas las espaldas.

Carlos afirma que un mensaje se replicó, de reenvío en reenvío; de boca en boca, en Tlahuelilpan, Tlaxcoapan y Tezontepec de Aldama –municipios hidalguenses en los que, según la radiografía delictiva de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), opera una red de gasotraficantes que extraen crudo de Pemex: “¡Están regalando gasolina!”.

Le pareció extraño. Los huachicoleros aquí operan, reconoce. Sin embargo, asegura, cuidan “sus” ductos y no han compartido el crudo antes con nadie.

 

Faltan 50, dicen, pero hay registro de 71 desaparecidos

Ya es la tarde del sábado y familias se sitúan a la orilla del ducto que explotó la noche previa porque aún buscan a sus desaparecidos.

Julia Acosta busca a su esposo, Érick Flores. Él recibió una llamada y salió sin decirle nada.

“Nos dicen que hay que esperar hasta que hagan las pruebas, pues ya se llevaron los cuerpos”, cuenta con la voz cortada. Érick no está en las listas, no obstante, su esposa revela que su automóvil fue localizado en la carretera Tlaxcoapan-Tlahuelilpan, cerca de donde prendió la toma.

Mientras habla, con el semblante desencajado, un militar grita: “Familiares de Érick Acosta Maturano”, y los demás replican, “corran la voz, corran la voz”.

“En el Issste de Mixquiahuala un doctor busca a sus familiares”, añade el soldado; está muy grave, infieren.

Érick tiene 36 años, trabaja fuera de Tlahuelilpan como chofer, tiene tres hijos –dos mujeres y un hombre– de nueve, trece y seis años. Todos dependen económicamente de él.

El gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, comentó que tenían informe de 50 personas no localizadas. En el Centro Cultural de Tlahuelilpan, habilitado como centro de información, han sido registrados 71 personas, con edad, municipio de origen y complexión, que no aparecen desde el incendio en San Primitivo.

El Ejército estuvo en el sitio desde que las personas llenaban recipientes, mas no actuó porque eran rebasados en número por los pobladores, argumentó el secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana del gobierno federal, Alfonso Durazo.

“Estaban realizando tareas de inspección. No tenían capacidad de contención (…) se replegaron para no causar conflicto”.

No obstante, una fuente militar –que pidió no ser revelada– planteó que probablemente no intervinieron por lo ocurrido el 13 de enero en la localidad de Santa Ana Ahuehuepan, en el municipio vecino de Tula, cuando dispararon contra civiles presuntamente armados a quienes vinculaban con el huachicoleo, y el saldo fue un muerto y un lesionado.

Como reacción, alrededor de 200 personas retuvieron a tres militares, que, tras amenaza de ser linchados, fueron entregados al mando de la Sedena que estaba a cargo, con el compromiso de que el soldado al que señalaban por supuestamente haber disparado fuera puesto a disposición del Ministerio Público.

Exigen cavar y buscar cuerpos

La mañana del sábado, después de que peritos pusieran números sobre los cadáveres, y tras haber levantado los cuerpos con apoyo del Ejército y resguardo de Policía Federal (PF), las familias, aún a la espera de saber de sus desaparecidos, formaron una valla para impedir que los investigadores y los militares se retiraran sin antes comprometer que cavarían hasta tener certeza de que no había más muertos bajo tierra.

Seguridad Física de Pemex selló la toma clandestina.

Francisco Javier Neria y Angélica López Soto portaban fotografías de Lorenzo Neri Porras, de quien no conocer paradero desde hace un día, para saber si alguien lo ha visto o llega a identificarlo.

“No contesta el teléfono, luego luego entra a buzón. No entra la llamada. No aparece (en hospitales ni en las listas). Ya son casi 24 horas que no está”, dijo Francisco.

Tlahuelilpan, pobreza y huachicol

En el municipio donde estalló el ducto los deudos no conocían antecedentes de muertos por huachicoleo, excepto el caso de un joven calcinado en una toma clandestina cerca del Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Hidalgo (Cecyteh) en Tlaxcoapan, de quien se dice que ya había terminado, que llenaba el último garrafón, pero que su celular sonó y la radiación provocó el estallido.

El director general de Pemex, Octavio Romero Oropeza –quien estuvo en la zona del estallido la primera noche–, informó que habían detectado diez tomas clandestinas en el año previo, siendo la penúltimo, antes de la del viernes, el 18 de diciembre, con incendio que tardó en apagarse en 12 horas.

El ducto que estalló “transporta 70 mil barriles diarios, con una operación de 20 kilogramos en operación regular.

“Es importante porque surte a la refinería de Tula con gasolina o componentes para la gasolina, surte a la refinería de Tula y desde ahí se envía producto a Salamanca, la cual a su vez se envía a Guadalajara, Morelia, León, Irapuato”, especificó.

Tlahuelilpan llevaba dos días –otros habitantes dicen cuatro– sin gasolina en las estaciones de servicio, pero los “chupaductos” tenían abasto. Los guardan en bodegas y entregan en casas.

En la región, el litro de huachicol cuesta diez pesos. Los muertos por sustraer combustible, hasta el último corte, suman 73; los heridos graves, 74; sí, “se habla de mujeres y niños”, reconoció el gobernador Omar Fayad.

El fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, informó que la hipótesis que han abierto se basa en que en el ducto había gases sintéticos que pudieron reaccionar con la ropa sintética.

Con base en el Informe Anual sobre la Situación de Rezago Social del Coneval, en Tlahuelilpan, 65.1 por ciento de sus 17 mil 153 habitantes viven en pobreza, ya sea moderada o extrema.

El 22.7 por ciento se encuentra en rezago educativo y 11.6 por ciento, que representa mil 804 pobladores, habitan viviendas con mala calidad de materiales y espacio insuficiente.