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Así evadió la cárcel “La Nacha”, primera mujer jefa del narcotráfico en Ciudad Juárez

Su control del territorio era tal que junto a su esposo, mató en una noche a una decena de inmigrantes chinos para quedarse con el negocio

Escrito en NACIÓN el

En 1920 la venta ilegal de sustancias nocivas para la salud como la marihuana, la heroína y en el caso de Estados Unidos, el alcohol, le dieron a Ignacia Jasso y Pablo González una época de bonanza tras apoderarse del narcotráfico en la frontera con Ciudad Juárez. 

Ignacia Jasso, mejor conocida como “La Nacha” fue la primera jefa del cártel fronterizo y para el Gobierno de Estados Unidos representaba un peligro latente, semejante al que imponía Pancho Villa.

El Heraldo de México cuenta que en esta década el país vecino había impuesto la Ley Seca y para los traficantes de Chihuahua eso representaba una oportunidad, pues los veteranos estadounidenses que habían participado en la Primera Guerra Mundial se habían vuelto adictos a los estupefacientes. 

De tal forma que “La Fiesta” y otros bares, cafeterías, restaurantes, hoteles y casinos, le dieron a Chihuahua una época de prosperidad, pues se convirtió en el sitio en el que la ilegalidad para el consumo de drogas se terminaba cruzando la frontera. 

(Fotografía ilustrativa: Cuartoscuro)

Fue así que Pablo González y “La Nacha” vieron su oportunidad de hacer negocio y entonces comenzaron su carrera por monopolizar el mercado; a la mitad de la década ya controlaban el narcotráfico en la ciudad fronteriza. 

En una sola noche asesinaron a una decena de inmigrantes chinos que movían los alfiles del narcotráfico desde negocios fachada como lavanderías y cafeterías que en realidad eran burdeles.

Seis años después de establecerse, en 1931, Pablo González “El Pablote” le cedió el bastión del negocio a La Nacha luego de una pelea de cantina con un policía en la que hubo balazos de por medio y el oficial resultó vencedor. 

¿QUIÉN ERA “LA NACHA”? 

Ignacia Jasso era una mujer de tez morena, baja estatura, de complexión medio robusta; solía vestir con faldas debajo de la rodilla, zapatos cerrados y un peinado alto con chongo. Desde la calle Degollado número 128 dirigía el imperio en Juárez. 

La Nacha, además de gestionar la venta de drogas, también controlaba los “picaderos” conocidos como lugares retirados de la población donde los consumidores de diferentes drogas se reúnen, mismos que las autoridades conocían pero toleraban. 

Cateo en "Picadero" Ciudad Juárez / (Fotografía ilustrativa: Cuartoscuro)

Por lo tanto también tenía en su poder a la policía, a los habitantes del barrio de Bellavista y a los de las colonias aledañas, a quienes “ayudaba” con dinero para mantener alejada la violencia del sitio. 

Jasso nunca permitió que entrara competencia a su territorio, pero a pesar de ello jamás fue detenida, pues la corrupción de las autoridades y la solidaridad de las familias pobres, muchas veces evitaron que la mujer terminara en la cárcel. 

El negocio siguió en manos de Héctor González “El Árabe”, considerado uno de los máximos distribuidores de la droga en la década de 1960, y nieto de Ignacia y Pablo, quienes tuvieron cuatro hijos: Ignacia, Manuel, Natividad y Pabla, ésta última madre del heredero al trono.

EL FIN DE UNA ERA

El dominio del que se considera el primer cártel del narcotráfico en la frontera, se extendió a Estados Unidos y tras una trampa de la Oficina Federal de Narcóticos (antecesora de la DEA), la organización fue desarticulada. 

Harry Anslinger, el primer director de esta institución solicitó la extradición de “La Nacha” al gobierno del expresidente Manuel Ávila Camacho, sin embargo nunca se autorizó el traslado y logró lo que muchos narcos añoran: morir en libertad y heredar el imperio que por más de 50 años estuvo vigente.

De tal forma que Ignacia se convirtió en la segunda figura mexicana pedida por el Gobierno estadounidense para ser juzgada en sus tribunales, tal como se hizo con Pancho Villa por considerarse peligroso.

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