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Abuso sexual, violencia y drogas: la vida de un niño en prisión

En las cárceles hay niños viviendo con sus padres sentenciados, expuestos al infierno que es ser privado de la libertad; un informe de Reinserta expone los casos

Escrito en NACIÓN el

Javier tenía apenas dos años de edad y ya vivía en prisión junto con su madre. Él, como muchos otros menores de edad, acompañan a sus padres dentro de las cárceles en México.

El penal donde vive Javier es mixto, conviven tanto mujeres como hombres, sin restricción alguna. Su madre recibía ocasionalmente visitas conyugales, tiempo en el que Javier terminaba en manos de otro interno. 

En una ocasión, cuando la visita conyugal terminó, la madre de Javier lo encontró llorando dentro de su celda. Un médico lo revisó y le detectó dilatación anal, muy probablemente consecuencia de una violación.

El caso de Javier fue documentado por la organización civil Reinserta, quien hace un llamado a las autoridades -en el marco del día del niño- para combatir la normalización de la violencia dentro de las celdas y más allá de ellas. 

“En nuestro país existen niñas y niños que en este día del niño no tienen nada que festejar por diversas razones [...] cuyas vidas no merecen ser vividas por nadie, víctimas de un país cuya normalización de la violencia alcanza cifras cada día más altas, pero más importante aún toca vidas que merecen ser atendidas”, señaló Reinserta en un comunicado.

Más allá de los casos en prisión, Reinserta recordó los datos dados en 2018 por el entonces secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, quien dijo que alrededor de 460 mil menores realizan funciones para la delincuencia organizada.

La organización señaló que México ocupa el primer lugar en abuso sexual infantil, calculando 5.4 millones de casos al año, dicho de otra forma, existen 150 agresiones sexuales a menores cada hora. 

Al igual que el turismo sexual infantil, donde México ocupa el segundo lugar y produce entre el 60% y 70% de la pornografía infantil mundial.

El informe “Diagnóstico de Maternidad y Paternidad en Prisión” realizado por Reinserta expone la vida de los niños dentro de prisión.

Sara, una mujer de 36 años que -junto a su esposo de 42 años- lleva casi una década esperando juicio, vive en prisión con sus dos hijos: un varón de dos años y una niña de un par de meses. 

Entrevistada por Reinserta, Sara acusó que las autoridades médicas del penal no atienden a los niños enfermos, malestares que regularmente son generados por la propia comida de prisión. 

“Hay días que el doctor no quiere atender a los niños por más que se vea que están muy enfermos, solamente les da medicamento para calmar el dolor, pero no para quitar la enfermedad. También hay veces que la comida no llega en buen estado, por eso les cocino todo el tiempo, aquí si comes la comida de rancho seguro te enfermas”, explicó Sara.

Las prácticas maternas de Sara no son las mejores dentro de prisión y ella misma lo reconoce: “Tener a mi esposo adentro (en prisión) me tranquiliza, pero también a veces es difícil porque no le puedo dejar a mis hijos a nadie, entonces me los llevo a la visita íntima, sé que no está bien, pero intento dormirlos, aquí nada es seguro”.

Claramente, la vida de los menores no es segura dentro de prisión, tal como lo relató Fátima, de 22 años, a Reinserta: “Mi bebé es chiquito y a veces llora mucho en la noche [...] El otro día una de las chicas que consume [droga] se puso muy mal porque mi bebé no paraba de llorar, me amenazó con que si mi bebé no se callaba lo iba a matar”. 

Dentro de la cárcel, el 71.1% de los niños ha escuchado lenguaje no adecuado, el 19.5% ha estado en contacto con drogas, el 15.9% ha presenciado peleas, el 4.9% conductas sexuales y el 2.5% homicidios, según información de Reinserta.

Casi la mitad de los niños en prisión se enojan con facilidad, más de una tercera parte tiene problemas para dormir o padece pesadillas y una cuarta parte tiene dificultades en la alimentación.

Uno de cada 10 niños en prisión ha sido maltratado ya sea por otros internos o por custodios. Mientras que uno de cada 100 ha sido víctima de abuso o maltrato sexual. 

Las autoridades penitenciarias le dan la espalda a estos menores. Solo el 25% de ellos reciben alimentación adecuada, el resto sus padres la consiguen ya sea de afuera o dentro del penal. 

Más de la tercera parte de los niños no están vacunados y prácticamente la mitad no ha recibido atención médica especializada y el porcentaje aumenta en casos de atención psicológica, pedagógica y nutrición.

Ni que decir de las mujeres embarazadas, quienes carecen de atención médica dentro de prisión.

“Lo más difícil de estar embarazada en este lugar es que no siempre podemos ir al doctor cuando nos sentimos mal. Muchas veces, aunque le digamos a las guardias que algo nos duele, no nos sacan”, dijo Jessica, de 25 años, a Reinserta.

Mientras que Andrea, de 20 años, contó: “Yo tuve a mi bebé en el baño. Esa noche me empecé a sentir mal, pero como ya estábamos encerradas, nadie me hacía caso . Me salí al baño y ahí en la taza es que nació. Una de mis compañeras me ayudó a limpiarla y ya hasta después de eso es que nos sacaron al hospital”.

Los niños en prisión también esperan el momento de salir para cumplir sueños, como David, de cinco años de edad, quien dijo a Reinserta que quiere conocer el mar, jugar en parques, ir a la feria, entrar a la escuela y hacer nuevos amigos. 

Los menores de edad -regularmente durante sus primeros años- viven con sus padres en prisión debido a que no hay con quien dejarlos. El 59% de los niños en prisión tienen a ambos padres privados de la libertad.

No existe una cifra exacta de cuántos niños viven en la cárcel. De acuerdo con datos de Reinserta, una cuarta parte de ellos no está registrado legalmente. El 90% de los niños en prisión tienen entre cero y tres años, como lo marca la ley, el 10% ya superó los tres años y siguen en prisión. 

Aunque más de la mitad de las mujeres aseguró que están satisfechas viviendo con sus hijos en prisión, ese mismo porcentaje coincide en que estarían mejor fuera de la cárcel. 

 

rgg