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A 20 años, la huelga más larga que golpeó a la UNAM

Eran las 19:30 horas del 20 de abril de 1999 cuando la porra distintiva, que marco al movimiento, retumbó en el auditorio "Che Guevara" y dio inicio al paro que duró casi 10 meses

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Escrito en NACIÓN el

El auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía de la UNAM, rebautizado como “Che Guevara”, estaba a reventar. Había estudiantes de casi todas las escuelas, facultades y centros educativos. Durante cinco horas las diferentes corrientes debatieron sus argumentos para dar un paso histórico: declarar un paro indefinido de labores en ese momento y conformar el Consejo General de Huelga (CGH).

Eran las 19:30 horas del 20 de abril de 1999 cuando la porra distintiva, que marco al movimiento, retumbó en el auditorio mientras integrantes de la Asamblea Universitaria Estudiantil colocaron la manta alusiva a la huelga con la frase: "por un diálogo público y directo. No a las cuotas". Más de 2 mil estudiantes gritaron al unísono: “huelga, huelga, cachún cachún rara, chachún rara, huelga, huelga gratuita y popular”. Le habían cambiado “el goya”.

Foto: Cuartoscuro

Esa noche inició la huelga más larga en la historia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que culminó nueve meses después con la entrada de la Policía Federal Preventiva (PFP) y elementos del Ejército nacional. El movimiento nació, principalmente, en contra de la implementación del Reglamento General de Pagos que establecía el alza de cuotas de inscripción. Dicha medida a cargo del entonces rector Francisco Barnés Castro fue calificada por los opositores como una política privatizadora.

A 20 años del estallamiento de la huelga del 99, LA SILLA ROTA consultó a tres de sus participantes, quienes coincidieron a distancia que fue un movimiento exitoso y positivo, con todo y sus cuestionamientos internos, que logró frenar la privatización, no solo de la UNAM sino de la educación superior en el país, así como dar un aviso a la ciudadanía sobre el avance del proyecto neoliberador.

El movimiento estudiantil consiguió que se cumplieran tres puntos de los seis que integraban el pliego petitorio del CGH y que hasta la fecha se mantienen vigentes: la gratuidad con el cese del incremento de cuotas, la conservación del pase automático y la eliminación de la certificación del Ceneval.

Otra de las demandas era el alargamiento del semestre, lo cual se obtuvo, aunque fue más un tema administrativo. También se pidió que no hubiera represalias en contra de los líderes. Durante la huelga se cumplió, aunque después no. Muchos de ellos fueron criminalizados.

El punto más importante que no se consiguió fue la realización de un Congreso Universitario. “Esa demanda fue modificándose a lo largo de la huelga, al principio se planteaba que fuera como un proceso para la transformación democrática de la UNAM. En las mesas de negociación, las autoridades universitarias siempre se negaron. Nunca hubo un compromiso serio para eso”, explicó Francisco Retama, actualmente profesor de la Facultad de Economía y asesor sindical.

A 20 años, dijo que es importante reconocer la enorme trascendencia que tuvo el movimiento. Fue el parteaguas en una fase de políticas dirigidas hacia la educación superior, reiteró, no solo en México, sino en América Latina en su conjunto dictadas por el Banco Mundial, y con la huelga de la UNAM fueron derrotadas.

“Fue la política de privatización que contemplaba el incremento de cuotas, la reducción de la matrícula, la certificación de los estudios por instituciones privadas, en este caso por Centro Nacional de Evaluación (Ceneval).

“Por otra parte, los aspectos más negativos de la vida interna de la UNAM, que en el momento de la huelga prevalecían, prácticamente se mantuvieron intactas como es su burocracia que aún “tiene privilegios injustificables”.

Retama apuntó que el gran problema es que la organización estudiantil pagó un costó muy alto por lograr evitar la imposición de estas medidas, sobre todo el incremento de cuotas. “La huelga lamentablemente avanzó hacia un marasmo y una derrota, que implicó la destrucción del movimiento estudiantil. Esta burocracia tuvo que aceptar su fracaso y no avanzar a la privatización, aunque sí logró mantener sus privilegios”.

Para Mari Tania Castillo, psicóloga y abogada, quien cuenta con maestría y dos doctorados, comentó que a partir de las voces de sus líderes se ha concluido que fue un movimiento significativo, porque tuvo una estructura orgánica y funcionaba mediante un sistema de decisiones, que fue amplio y participativo. “Permitió establecer líneas de acción en común acuerdo, pero siempre orientadas con posiciones políticas diversas y que se tomaban las mejores decisiones para enfrentar el embate del Estado, en ese momento”.

La también consultora en derechos humanos y género, destacó la participación en el movimiento y huelga, no solo de estudiantes, sino de padres de familia, profesores, trabajadores, vecinos y organizaciones civiles. “Adquirió la simpatía de muchos sindicatos y sectores de izquierda”.

Reiteró que a partir de la oposición de un reglamento general de pagos y a modelos educativos que se querían imponer en ese momento, la huelga evidenció la política privatizadora con respecto a la educación, pero también a un proyecto neoliberal que se estaba implantando de manera voraz en el país.

“Eso ocasionó que el Estado fuera más agresivo en contra del movimiento estudiantil. Esos jóvenes fueron los que empezaron a dar ese primer aviso a la sociedad de la imposición cruel de estos modelos neoliberales que pretenden rezagar más al pueblo de México”.

Hugo Sánchez, profesor investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y de Aragón, expresó que el balance a 20 años es que fue un movimiento muy exitoso, porque fracasaron los intentos de aumentar las cuotas y privatizar el modelo educativo en la máxima casa de estudios, aunque para muchos líderes y protagonistas, que fueron detenidos y encarcelados, no lo consideran como un triunfo sino que piensan que fracasó. 

¿Cómo vivieron la huelga de 1999?

Francisco Retama estaba en los últimos semestres de la carrera de Economía y era profesor adjunto. “Tuve la oportunidad de participar en el movimiento habiendo ya acumulado una serie de experiencias previas. Había sido consejero universitario y técnico en la Facultad, y había apoyado otros movimientos que también ocurrieron en la universidad y que son un antecedente directo a la huelga del 99”.

Antes del conflicto más largo de la UNAM, se dieron varios movimientos estudiantiles en respuesta a los primeros intentos de privatización como en 1992 cuando el exrector José Sarukán pretendió incrementar las cuotas; en el 95 fue la huelga de los CCH en contra del cambio del plan de estudios y de la eliminación del pase automático.

“Esos antecedentes son importantes porque antes de la huelga se consiguió también destruir la organización estudiantil, pero de una forma atomizada. En el 99 cuando se pusieron de nuevo las cuotas la organización estudiantil era muy débil. Y en algunos casos como el CEU, se conservó una pequeña organización que tenía vínculos con otro tipo de corrientes políticas. En especial había una vinculada con el PRD y el gobierno de la Ciudad de México que en ese entonces encabezaba Cuauhtémoc Cárdenas”.


Relató que la huelga se enfrentó al dilema político de desarrollarse y estallar en contra, incluso de la voluntad de algunos de los activistas.

“Mi primera participación en el movimiento, que tengo presente y valoro es la de ser parte de un debate muy fuerte sobre la conveniencia de iniciar o no la huelga, porque había todo un sector que decía que estaba en contra de parar, porque afectaría al gobierno de Cárdenas y que se debería de pensar en otra alternativa para frenar el incremento de cuotas o al menos negociarlo.

Retama era parte de una corriente que defendía la idea que eso no era correcto, que se debería de impulsar la huelga como una herramienta para echar abajo el alza de las cuotas, conseguir un movimiento estudiantil vigoroso que se propusiera cambiar a la universidad y revertir las derrotas que se habían acumulado a lo largo de los años anteriores.

Fue una corriente que consiguió convertirse en mayoritaria, que ahora se llama Movimiento al Socialismo. Sus integrantes originales fueron parte del Bloque Universitario de Izquierda que lo formaron con otros grupos. Logró tener representación en casi todas las facultades. Consiguió convencer de estallar la huelga.

“El inicio de la huelga fue intenso, con una participación masiva en las marchas, guardias, brigadas y asambleas durante los dos primeros meses. Fue muy enriquecedor y gratificante ver el desarrollo del movimiento que claramente tenía la fuerza para conseguir sus objetivos”.

Retama participó hasta el final de la huelga. A dos décadas, reflexionó del porqué muchos de sus líderes no se percataron de los intereses externos en extender el conflicto.

“No logramos conseguir entender, la mayoría de los activistas, que el gobierno calculó que el alargamiento del conflicto iba a generar las condiciones que necesitaban para destruir al movimiento estudiantil”.

Al inicio de la huelga había cuatro corrientes: el Bloque Universitario de Izquierda, el Comité Estudiantil Metropolitano (CEM), la Red de Estudiantes Universitarios y la corriente histórica del CEU. Estas dos últimas, antes del estallamiento del conflicto, estaban en contra de empezarla, querían posponerla.

Estas corrientes siguieron participando durante todo el proceso, pero sufrieron cambios, hubo rompimientos. “El Bloque se fue fragmentando, hubo corrientes y colectivos locales de distintas facultades y escuelas que atrincheraron y radicalizaron la posición de que la huelga no debía de levantarse hasta cumplirse los seis puntos del pliego”.

“Me cambió la vida”

Mari Tania Castillo acababa de entrar a la Preparatoria 6 “José Vasconcelos”. Tenía 16 años. Siempre estuvo al pie del cañón desde antes de la huelga, durante y al final. Nunca desistió. Logró comprender la amenaza que implicaban los cambios que pretendía impulsar la Rectoría. Hubo un tiempo que se la pasó de tiempo completo en el movimiento. Prácticamente vivía en el plantel.

Para ella, el movimiento fue un proceso de formación y concientización política. La forma en como el CGH estaba organizado en asambleas públicas y abiertas, le permitió conocer las diferentes expresiones y balances sobre la situación que se estaba desarrollando.

“Eso me bastó para dotarme de elementos para el análisis. Para mi fue muy impactante todo el movimiento, porque me empecé a concientizar, mi nivel de participación fue de tiempo completo, yo vivía en las actividades del movimiento. Fue muy difícil haber sido víctima de la violencia del Estado de forma directa e indirecta”.

Con la huelga, Mari Tania se hizo de grandes amigos y compañeros. Aprendió lo que es la solidaridad. El movimiento también le enseñó a identificar a los traidores. Aquellas personas que se introdujeron con la finalidad de tener un hueso político o con reventar la huelga.

Participar en la huelga fue una gran experiencia, que le marcó su vida. A 20 años sigue cuestionando a personas que trataron de encabezar el movimiento como posición hegemónica y al no lograrlo hoy reniegan de lo que fue la huelga. “Hoy la siguen manteniendo muchos detractores. Hay quienes no la reconocen”.

A 20 años, Mari Tania emprendió un trabajo hemerográfico para documentar a la distancia todo el movimiento. “Es importante reivindicar la lucha del Consejo General de Huelga en su estructura, sobre todo independiente de todos los partidos políticos. Un movimiento que se rigió por los intereses de los estudiantes y de la sociedad, no del Estado. 

“A 20 años de la huelga, hay recordar al movimiento no como algo nostálgico, sino como de reivindicar una digna lucha por la educación pública y gratuita, así como por el castigo de los responsables de las violaciones a los derechos humanos. Hasta el momento no se ha alzado la voz para juzgar a los culpables de la represión y entrada de la Policía Federal”, indicó.

La huelga tuvo un costo muy alto para sus líderes

Hugo Sánchez ya era profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales cuando estalló la huelga el 20 de abril. Como investigador social fue testigo de todo el movimiento. Documentó desde los antecedentes, proceso, final y el después. Cada semana escribía una columna periodística de lo que ocurría en los periódicos El Día y La Crónica.

Refirió que el movimiento se enfrentó al presidente Ernesto Zedillo y a un rector que estaban totalmente aferrados a un modelo privatizador, quienes, según Sánchez trataron de impulsar una campaña para aumentar las cuotas en la UNAM.

El especialista comentó que de los líderes más importantes, que fueron metidos a la cárcel, principalmente de las Facultades que eran consideradas como el cerebro de la huelga: “El Gato”, de Economía; "La Jagger" de la Facultad de Ciencias, y de los emblemáticos está “El Mosh” y su grupo, que siguieron activos tiempo después de la entrada de la Policía Federal.

Foto: Cuartoscuro

Durante la huelga, señaló que se emprendió una campaña externa sobre los efectos negativos del conflicto y de la parálisis en las actividades e investigación. Sin embargo, una vez que se rompió el movimiento, en el corto plazo la universidad volvió a agarrar su aire. En menos de un año alcanzó estar en los mejores rankings en América Latina y del mundo.

“El impacto negativo no fue tal, más bien diría, que fue positivo pero que no fue debidamente analizado y evaluado en su momento. Lo que habría que agregar es que falta un análisis y crítica más seria y más propositiva sobre lo que ocurrió hace 20 años, y sobre las fortalezas y debilidades del movimiento”.

Sánchez indicó que hasta la fecha siguen existiendo muchas dudas e interrogantes. “Es necesario tanto retomar fuentes vivas como documentales para saber cómo ese movimiento logró detener un proyecto privatizador que ya se veía venir y que aplicó en muchos otros espacios, pero en la UNAM no se logró aunque tuvo un precio muy alto”.

Foto: Cuartoscuro

Difunden votación en favor de la huelga en la UNAM

Con motivo de los 20 años de la huelga de la UNAM, Francisco Retama difundió en su cuenta de Facebook la hoja que registró las votaciones que definió el paro de labores en la Facultad de Economía.

AJ