“Para mí él no es el diablo, para mí el diablo es una ofensa, el diablo eres tú, soy yo”, así responde Alexis, “El Chino”, a la pregunta en torno a su devoción por el Angelito Negro o al diablo.
“El Chino” es el fundador de la capilla del Angelito Negro, tal vez el único espacio público en la Ciudad de México en que la gente puede pedir un favor a las imágenes del diablo, prenderle una veladora o simplemente agradecerle.
La devoción del fundador de la capilla al Angelito Negro tiene su origen en una promesa que hizo si su madre, enferma de cáncer, sanaba. Tras algunos meses de tratamiento la señora se recuperó completamente y el joven cumplió su promesa y levantó el nicho en la colonia Morelos.
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Así, poco a poco, el templo del Angelito Negro, ubicado en los límites del barrio bravo de Tepito, ha ido creciendo, igual que el número de devotos; Oscar Pelcastre, quien ya tenía un templo similar en Pachuca, Hidalgo, ayuda al “Chino” en lo que considera su misión.
“Fue una promesa muy grande que le hice, que si él sacaba del cáncer a mi mamá yo le iba poner un altar donde viniera mucha gente a conocerlo, a saber un poquito más de él, a conocerlo, a romper ese estigma”, relata el dueño del templo.
Desde pequeño el diablo llamaba la atención de Alexis, incluso recuerda, un tanto extrañado, que en una pastorela hizo el papel del diablo.
“Es simplemente algo que te nace, a lo mejor me resistía a llegar aquí pero ya conociendo las cosas no es nada malo”.
Piden milagros al Diablo
Varios murales y una enorme figura de Baphomet, la cabra representativa de la iglesia del diablo, “recibe” a quienes visitan el templo del Angelito Negro.
Quienes acuden buscan ayuda para una necesidad de salud o un respiro económico.
César, un joven que platicó con La Silla Rota en el sitio cuenta que un familiar suyo había sido desahuciado por los médicos, pero él pidió por su salud en la capilla y la persona se recuperó, por lo que se volvió un fiel devoto del Angelito Negro y desde hace unos tres años acude con frecuencia al altar de la Morelos.
“Esa veladora la prendo en agradecimiento y también para que tenga buen camino todos los días, día y noche me esté cuidando, esa vela yo la prendo para que él tenga luz en su camino y me dé luz a mí, para que me cuide en todo”, dice.
Nayeli es una de los creyentes en el Angelito; desde hace medio año acude al templo para pedirle que la cuide. Dice que su fe se presentó como algo espontáneo.
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“Es simplemente algo que te nace, a lo mejor me resistía a llegar aquí pero ya conociendo las cosas no es nada malo, además nos ha ayudado en varias cosas”, así lo cuenta Nayeli, en el medio año que lleva como devota del Angelito.