Un día como hoy, 8 de agosto de 1879, nació en San Miguel Anenecuilco, Morelos, Emiliano Zapata Salazar, uno de los líderes militares y campesinos más icónicos de la Revolución Mexicana y un símbolo de la resistencia campesina en México. Zapata, quien falleció en 1919 a la edad de 40 años, es recordado por su incansable lucha en defensa de los derechos de los campesinos y por encabezar el Ejército Libertador del Sur, que jugó un papel crucial en la Revolución.
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Hijo de Gabriel Zapata y Cleofas Salazar, creció en un entorno humilde junto a sus seis hermanas y tres hermanos. Desde muy joven, se vio influenciado por las injusticias que presenció, especialmente cuando, según la leyenda, a la edad de 9 años fue testigo de cómo unos hacendados despojaban de sus tierras a campesinos locales. Se dice que en ese momento prometió luchar para devolver esas tierras, una promesa que cumpliría en su vida adulta.
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Huérfano desde los 16 años, Zapata tuvo que trabajar como labrador y arriero para mantenerse. En 1897, fue detenido por las fuerzas rurales tras un incidente en Cuernavaca, pero su hermano Eufemio logró liberarlo, según la historia, a punta de pistola. Estos primeros enfrentamientos con la autoridad marcarían el carácter rebelde y decidido de Zapata.
Durante su juventud, Emiliano Zapata trabajó como caballerango para importantes figuras del porfiriato, como Pablo Escandón y Ignacio de la Torre, yerno del presidente Porfirio Díaz. Sin embargo, su vida dio un giro cuando se unió al Ejército y comenzó a luchar activamente por la restitución de las tierras comunales que habían sido arrebatadas a los campesinos.
Zapata se casó varias veces y tuvo varios hijos, incluyendo a Nicolás y Elena Zapata Alfaro, fruto de su relación con Inés Alfaro Aguilar, una joven a quien, según algunas versiones, raptó. A lo largo de su vida, se le atribuyen varias relaciones y hasta se ha especulado sobre su orientación sexual, pero lo que es indiscutible es su devoción por la causa campesina.
La Revolución Mexicana le brindó a Zapata la oportunidad de llevar a cabo su lucha por la justicia social. Inspirado por el Plan de San Luis de Francisco I. Madero, que prometía la restitución de tierras, Zapata se unió al movimiento revolucionario. Sin embargo, su relación con Madero nunca fue del todo armoniosa. Según la leyenda, en una reunión con Madero en Palacio Nacional, Zapata rechazó una oferta de tierras que Madero le hizo como recompensa por sus servicios, declarando que no se había levantado en armas para conquistar haciendas, sino para devolver al pueblo lo que les había sido robado.
Emiliano Zapata murió traicionado en 1919, pero su legado perdura como un símbolo de la lucha por la justicia, la igualdad y los derechos campesinos en México. Su imagen es una de las más representativas de la Revolución Mexicana, y su espíritu combativo sigue siendo una inspiración para muchos.