Desde que asumió la presidencia de México a inicios de octubre, Claudia Sheinbaum ha mantenido el estilo de gobierno de su predecesor y mentor político, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), al tiempo que enfrenta desafíos económicos y diplomáticos que marcan un inicio turbulento para su administración, resaltó el diario británico The Financial Times.
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El medio de Reino Unido señaló que al igual que AMLO, Sheinbaum realiza conferencias de prensa matutinas, aunque más breves y directas, donde refuerza su compromiso con la llamada "Cuarta Transformación". En un reciente mitin, aseguró: “No vamos a traicionar al pueblo ni a nuestros principios”, dejando claro que continuará con el legado de su predecesor. Su gobierno, sin embargo, no solo busca continuidad, sino profundizar en las políticas más polémicas de López Obrador, denominadas "Plan C".
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Radicalización de políticas internas
Sheinbaum ha propuesto medidas como la elección popular de jueces, la eliminación de reguladores autónomos y la consolidación de empresas estatales en el sector energético. Estas acciones han sido criticadas por opositores y analistas, quienes advierten que podrían debilitar la democracia y desincentivar la inversión privada. Pese a las críticas, Sheinbaum defiende estas reformas como una manera de combatir la corrupción y acercar las instituciones al pueblo.
En lo económico, su administración enfrenta un panorama incierto. Desde las elecciones, el peso mexicano ha perdido un 15% de su valor frente al dólar, y el índice bursátil IPC ha caído casi un 10%. Inversionistas, inicialmente optimistas por las promesas de atraer capital extranjero, ahora expresan preocupación por la falta de claridad en las reglas de inversión, especialmente en el sector energético.
Desafíos en la relación con Estados Unidos
La relación con Estados Unidos representa uno de los retos más significativos para Sheinbaum, especialmente ante el regreso de Donald Trump a la presidencia. Trump ha anunciado su intención de imponer un arancel del 25% a las importaciones mexicanas, una medida que podría tener consecuencias devastadoras para la economía del país, dado que más del 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen al mercado estadounidense.
Además, Trump ha prometido intensificar las deportaciones de migrantes indocumentados y tomar medidas más agresivas contra los cárteles de la droga, incluyendo posibles incursiones militares en México. En respuesta, Sheinbaum ha adoptado un tono firme, amenazando con represalias comerciales y responsabilizando al consumo de drogas en Estados Unidos de la violencia en México.
En contraste con López Obrador, quien evitó participar en cumbres internacionales, Sheinbaum ha mostrado una mayor disposición a involucrarse en el escenario global. Durante su participación en el G20, se reunió con líderes como Xi Jinping y Joe Biden, marcando un cambio en la política exterior de México. Sin embargo, esta apertura ha estado acompañada de tensiones, como su decisión de no invitar al Rey de España a su toma de protesta, lo que generó fricciones con uno de los principales inversionistas extranjeros en el país.
Con un enfoque en la continuidad del proyecto de López Obrador, pero enfrentando una economía en desaceleración y relaciones exteriores complicadas, el inicio de la presidencia de Sheinbaum plantea preguntas sobre su capacidad para equilibrar las demandas internas con las presiones externas. Su capacidad para manejar estos retos definirá el rumbo de México en los próximos años.