A 25 años del voto en la CDMX es una serie no periódica de La Silla Rota que busca reflejar la evolución o retrocesos de la capital del país en el ámbito político, social, económico, cultural y de derechos humanos y lo que falta por avanzar
Cuauhtémoc Cárdenas recuerda que el día que asumió como Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, la gente lo arropó en el primer cuadro del Centro Histórico. “Había mucha gente afuera de la Asamblea Legislativa donde tomé protesta y de ahí me fui caminando al Palacio del Ayuntamiento”. Era el 5 de diciembre de 1997.
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En un cuarto de siglo, la capital del país fue gobernada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) –que en 2018 fue reemplazado por Morena en siglas, pero no en líderes–. Desde su balance personal, Cárdenas considera que la principal aportación de este conjunto de administraciones fue priorizar la atención social.
Es una cuestión que ha sido evidente, aunque todavía falta mucho para tener una ciudad equitativa para que todos tengan condiciones equivalentes en la calidad de los servicios públicos, calidad de vida
¿Puede decirse que fueron gobiernos de izquierda?
Yo no hablaría de izquierda, diría que han sido gobiernos con una vocación social, no sé qué quiere decir izquierda o qué interprete cada quien por izquierda.
¿Su gobierno sí fue de izquierda?
No sabría yo. Fue un gobierno sí muy comprometido con las cuestiones de orden social, tratando de ordenar el crecimiento mismo y el crecimiento material de la ciudad, que no hubiese abusos por parte de desarrolladores en cuanto a construcciones por encima de lo que la ley establece. El ver nuevos edificios y más gente son reflejo de su evolución aunado a otros servicios complementarios.
En entrevista con La Silla Rota, Cuauhtémoc Cárdenas afirma que el principal reto que aún tienen los gobiernos locales es garantizar el abasto del agua en zonas donde hoy todavía no la hay, pese a que ya es un derecho constitucional.
Es la gran obra que está pendiente, se requiere coordinación, aunque yo no la pude lograr con el gobierno federal. Habrá que ver de dónde se puede traer a la ciudad; será una obra costosa y que, a lo largo de su desarrollo, pudiera ser de algún punto de las cuencas de las corrientes que descargan del Golfo de México y a lo largo de ese recorrido tendrá que venir dejando beneficios a los estados de Veracruz, Puebla, Tlaxcala y la Ciudad de México. Todo lo que necesite ese gran acueducto que está a punto de construirse
¿CÓMO LO HICIERON SUS SUCESORES?
Cárdenas pasó a la historia como el primer Jefe de Gobierno electo en la capital del país, hecho que marcó la independencia político electoral del otrora Distrito Federal. Pero, además, este cargo es considerado como una catapulta para llegar a la presidencia de la República. Así, el ingeniero se permite hablar brevemente de sus sucesores.
Primero, de Andrés Manuel López Obrador, quien ganó la elección del DF al panista Santiago Creel por un estrecho margen de votos. “Yo quiero pensar que era mejor candidato en su momento y que ganó el que tenía que ganar”, dice.
Sin embargo, evita evaluarlo en materia de corrupción y combate a la violencia. “No tengo elementos para hacer eso, requeriría yo de meterme a estudiar y no lo voy a hacer”, comenta.
Luego, sobre los ahora aspirantes presidenciables: la actual Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y el canciller Marcelo Ebrard. “Los veo presidenciables, como cualquier otro de los 50 o 60 millones de ciudadanos que cumplimos con los requisitos que marca la constitución”, dice secamente.
No obstante, rechaza evaluar si el capítulo de la Línea 12 del Metro puede entorpecer el camino presidencial del secretario de Relaciones Exteriores. “No le sé decir”.
De la administración del ahora senador, Miguel Mancera, y por la cual el PRD perdió votos en la capital expresa concreto: “fui colaborador de ese gobierno en el área internacional, creo que cumplimos porque no ha habido ningún reclamo; hasta ahí podría yo decir”.
Finalmente, de Rosario Robles, quien fue su sucesora y mano derecha hace 25 años –y cuya carrera política fue en ascenso y descenso a contrarreloj– se limita a responder que los detalles de ese devenir habría que averiguarlo “con las autoridades judiciales”.
Ante la posibilidad de que en 2024 los partidos de izquierda pierdan las elecciones en la capital adelanta que “en una elección hay dos posibilidades: ganar o perder, quiénes son candidatos y qué ofrecen”. “Y pues yo no tengo bola de cristal”.
DE LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL DEL 88 AL DF
El ingeniero contextualiza así el año 1997: “fue un paso democrático importante en los derechos de los ciudadanos, que pudieron elegir a su gobernante y se logró también una primera elección, donde el voto fuera realmente respetado; además, logró que por primera vez en muchísimo tiempo no hubiese una mayoría absoluta en la Cámara de Diputados”.
Su triunfo fue contundente, por cada voto que recibieron sus rivales –el priista Alfredo del Mazo y el panista Carlos Castillo Peraza–, él tuvo dos. Aquel domingo 6 julio de 1997, el Zócalo de la Ciudad de México se vistió de amarillo y el último regente nombrado por el PRI, Oscar Espinosa Villarreal, tuvo que ceder el paso al primer gobernante de izquierda cobijado por el PRD. Un gobierno de transición con vigencia de 3 años.
Cárdenas no ganó por generación espontánea; llegó a la elección con 9 años de capital político bajo el brazo, después de conocido como “fraude del 88”, cuando el entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett –hoy titular de la Comisión Federal de Electricidad–, anunció la “caída del sistema” electoral y se nombró el triunfo del priista Carlos Salinas de Gortari. El resultado de aquella elección y el magnicidio de Luis Donaldo Colosio, en 1994, le marcaron la ruta para ganar en 1997.
La gente se impuso para que ya no hubiese el dedazo presidencial en la Regencia. Fue también consecuencia de una movilización interna del PRD, un parteaguas histórico. Después del 88 y valorar qué podía hacerse, fue el llamado a constituir un partido político, seguir participando. No quedar abatidos e irnos a nuestras casas. Yo diría que la elección del Distrito Federal indicó que había más voluntad de cambiar las cosas a que siguieran como estaban. Era la continuidad de un movimiento que estaba buscando democratizar la vida del país, no solo la de la Ciudad de México
Sus primeras decisiones se enfocaron en modificar la estructura administrativa del Distrito Federal hacia una entidad autónoma y priorizó el sistema de salud y la seguridad, que estaban regidos por leyes y autoridades federales.
EL DISTRITO FEDERAL EN 1997
La capital del país atravesó por una crisis de inseguridad frente los resabios de la crisis económica que dejó la devaluación del peso en 1994, cuyos resultados se reflejaron en enero de 1995. El desempleo se desbordó y el tema común era hablar de corrupción. La izquierda impulsó a Cárdenas como garantía de cambio y perfilaron una campaña de contacto con la gente.
Cárdenas ganó el debate público con su principal opositor, Alfredo del Mazo, padre del actual gobernador del Estado de México. Fue el inicio de los años dorados del PRD y corrió el rumor de una probable insurrección social sí él “perdía” la elección como en 1988. Días antes de la elección, la revista Newsweek en español le dedicó su portada y lo llamó “el segundo hombre más poderoso de México”.
“Por primera vez se abrieron los medios, ya no quedaba de otra, pero fue la primera vez que la oposición tuvo acceso a ellos; cosa que no había sucedido antes, ni en campañas nacionales o estatales”.
A pesar de ello, él sabía que había una posibilidad real de perder. “Cuando se entra a una elección siempre hay incertidumbre y desde luego la había. Pero, conforme fue avanzando la campaña y se dieron los resultados de encuestas, vimos con mucha confianza que se iba a ganar. Esto no quiere decir que el cambio de un sistema de una dependencia federal a autónoma fuera fácil. Había resistencias internas dentro de la propia administración e intereses que se iban a afectar. Y eso fue lo que encontramos”.
LA LLAMADA DE ZEDILLO
El día de la elección, después de las 22 horas, Alfredo del Mazo reconoció su derrota, acompañado de Enrique Jackson; Castillo Peraza hizo lo propio junto a Felipe Calderón. A las 23 horas, el presidente Ernesto Zedillo felicitó a Cárdenas “muy sinceramente”, en cadena nacional. Además, le llamó por teléfono.
“Simplemente fue una felicitación por el resultado electoral”, recuerda el ingeniero.
¿Lo sintió sincero?
Sí, desde luego.
A la medianoche, desde la sede local del PRD, reconoció la actitud de Zedillo y luego se dirigió al Zócalo para encabezar un mítin. Enfundado en traje gris y corbata amarilla, entonó el himno nacional con la “V” de la victoria con su mano derecha, junto a su esposa Celeste.
El 5 de diciembre tomó protesta en el recinto de Donceles, sede de la entonces Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Al salir de su domicilio fue abordado por la prensa; la pregunta de una reportera marcó la anécdota: “se pasó de afeitadas señor, unas cuantas cortadas en la cara”. Él sonrió.
A bordo de una camioneta blanca llegó al lugar. Ahí le esperaban Rosario Robles, Rosario Ibarra, Andrés Manuel López Obrador, Porfirio Muñoz Ledo, Emilio Chuayffet y el último regente, Espinosa Villarreal.
Entre aplausos ingresó al recinto y subió al lugar de la Mesa Directiva. El lugar estaba repleto. Detrás entró sonriente el presidente Zedillo y se colocó junto a Cárdenas. Con la mano derecha le saludó y con la izquierda palmeó su espalda, el acercamiento duró casi 10 segundos, pero pasó a la historia en fotografías y videos.
“Protesto guardar y hacer guardar la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, el estatuto de gobierno del Distrito Federal y las leyes que de ellos emanan”, juró. El PRD le arropó con más aplausos. Al final del acto el último mandatario priista del siglo XX abandonó el recinto; detrás de él, le siguió Espinosa Villarreal. Afuera, los asistentes los despidieron al grito de “¡Fuera el PRI!”.
LA ADMINISTRACIÓN QUE RECIBIÓ
La “sinceridad” del presidente Zedillo no duró mucho. Cárdenas sabía que estaba frente a una experiencia inédita y sintió la hostilidad con que fue recibido por los últimos funcionarios del tricolor; comprendió entonces que su reacción fue por temor a ver afectados sus intereses.
Su gobierno encontró información incompleta, proyectos o compromisos de vivienda sin asignación presupuestal, compromisos financieros no reportados y computadoras vacías. Aunque la relación con Zedillo fue cordial, no siempre lo respaldó.
En algún momento sí y otros no. Por ejemplo, el gobierno anterior del Departamento de Distrito Federal había contraído –yo diría, por asignación del gobierno federal– créditos para construir las plantas de tratamiento de aguas residuales. Y cuando hubo necesidad de hacer efectivos esos créditos pues ya no hubo el respaldo necesario para construir esas plantas que, incluso, correspondían a compromisos de carácter internacional para mejorar el medio ambiente en la capital
Cobijado por su partido y el respaldo de la gente, Cárdenas sentó desde la Asamblea Legislativa el nuevo andamiaje jurídico de la capital. “Se hizo mucho trabajo que no se ve”, enumera: la limpieza de la red de alcantarillado, eliminar a los llamados 2Dantes”, como inspectores en el transporte y mejorar los ingresos de los cuerpos judiciales. También se crearon las primeras secretarías capitalinas y el Instituto del Deporte.
¿En algún momento se sintió inseguro?
No. Mire, en el gobierno siempre son insuficientes los recursos (y sonríe), eso es en todos lados y todas las épocas. Pero yo diría que con lo que tenía se trabajó bien; y en ningún momento hubo ni inseguridad y menos sensación de riesgo, en ningún sentido.
UNA HERIDA POLÍTICA
La muerte del conductor de televisión “Paco” Stanley marcó al gobierno cardenista. Su administración tenía apenas la mitad del camino andado cuando ocurrió la muerte del comediante en una taquería al sur de la ciudad. Televisión Azteca no recibió bien las investigaciones del entonces procurador Samuel del Villar quien descartó que el móvil fuese un robo o secuestro; y abrió como línea de investigación un ajuste de cuentas.
Fue difícil el día que, desafortunadamente, asesinaron a Paco Stanley. Hubo una reacción excesiva de algunos medios, concretamente de Televisión Azteca y su cabeza Ricardo Salinas Pliego. Él entró a la televisión directamente y pidió la destitución tanto mía como del Procurador, el doctor Samuel del Villar
“Pero yo diría que fue una tempestad en un vaso de agua, por llamarlo de algún modo. Hubo algunas reacciones, pero evidentemente el gobierno no tuvo ninguna injerencia en el asesinato y lo que se hizo fue tratar de investigar qué causas podrían estar detrás”, dice.
El último año de su trienio cedió su lugar a Rosario Robles, su secretaria de Gobierno y brazo derecho; puso la capital del país en sus manos y él inició su camino hacia su última campaña presidencial, la del 2000.
Fue importante que fuera una mujer la que se hiciera cargo del último año de la administración; creo que salió bien y que a final de cuentas fueron positivos los resultados de los tres años de gestión
LA INSEGURIDAD
La seguridad es uno de los pendientes más dolientes en la Ciudad de México y Cárdenas considera que, desde 1997, la presencia de la delincuencia organizada en la capital es más bien un tema federal.
“Es un problema no solo de la Ciudad de México o de un municipio vecino, es de todo el país. Desde mi punto de vista es necesario buscar estudiar nuevos enfoques, nuevos participantes para tener un mejor combate a la delincuencia organizada. Y eso quiere decir mejor inteligencia, organización recursos; que sea un cuerpo civil el que se encargue de garantizar la seguridad de la gente en esta ciudad y por todo el país”.
Desde su perspectiva, los gobiernos que le sucedieron no han logrado una adecuada coordinación con el gobierno federal para enfrentar el problema “porque la mayor parte de los delitos vinculados a la delincuencia organizada son del ámbito federal, entonces me parece que ha hecho falta un cambio en las visiones para combatir la delincuencia; y en este combate se tienen que involucrar gobiernos estatales y municipales, pero tiene que ser a partir de la guía del gobierno federal”.
En cuanto a las decisiones locales por delitos del fuero común, resultado del modelo de reuniones mañaneras con el gabinete de seguridad que impuso López Obrador y que continuaron Ebrard, Mancera y Sheinbaum, considera que lo que importan son las decisiones. “No sé qué decisiones hayan tomado en esas reuniones, la reunión en sí no quiere decir nada, sino lo que se decidió en ellas. Y eso lo desconozco”, dice.
“NO CAMBIARÍA NADA”
En un balance general, Cárdenas afirma que no cambiaría ninguna de las decisiones tomadas durante su administración. “Ninguna. Difícil decir cuál fue la mejor decisión; creo que echar andar los programas culturales, darle más relevancia, además de la limpieza del drenaje, de toda la red de alcantarillado porque son varios miles de kilómetros y es una obra que no se ve”.
A su listado de logros sumó la atención a grupos indígenas, acciones para prevenir la violencia contra las mujeres y mejoras al transporte público “con todas las dificultades que implican no contar con el presupuesto suficiente”, reitera.
Su gobierno, afirma, logró sentar las bases de un nuevo andamiaje para el desarrollo de lo que hoy se conoce como la Ciudad de México; y esa fue la herencia que dejó a su sucesor. “López Obrador encontró un mejor andamiaje administrativo político que el que encontró el equipo que a mí me tocó encabezar”.
La autonomía electoral de la capital, 25 años después, trajo consigo su propia constitución.
Esta, afortunadamente, es una ciudad con mucha vitalidad; yo diría que ha mejorado en términos generales sus servicios, con muchas carencias principalmente en abastecimiento de agua. Pero es una ciudad con muchas capacidades; también con deterioro de sus condiciones materiales como el pavimento en la ciudad, la necesidad de llevar a cabo la limpieza de los drenajes, aunque no se ve, porque en esas obras no hay un listón que cortar
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