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Así es Mario Aburto, el asesino confeso de Colosio

Hace 25 años fue asesinado el candidato a la presidencia del PRI y de acuerdo con la versión oficial, el culpable fue un “lobo solitario”

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Mario Aburto Martínez nació en Zamora, Michoacán, y en su vida adulta, hasta su arresto, vivió en la colonia Buenavista, en Tijuana, Baja California.

Ahí trabajaba en una maquiladora, donde era operador del tercer turno, es decir, el de la madrugada. Con lo que ganaba pagaba no sólo sus gastos, sino los de sus hermanos, y el de su papá, quien necesitaba medicamentos.

Así era la vida de Mario Aburto hasta que el 23 de marzo de 1994, hace 25 años, lo acusaron de asesinar al candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio.

A partir de ese momento, pocos han sido las personas que han tenido contacto con el homicida confeso del priista presidencial.

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 Uno de ellos es Jesús Lemus, periodista michoacano que fue detenido, tras ser acusado, sin prueba alguna, de narcotráfico en 2008.

Jesús Lemus (Foto: Tomada de la web)

Durante los más de mil días que estuvo en el penal de Puente Grande, Lemus convivió con varios de los delincuentes más peligrosos del país, entre ellos Mario Aburto.

En su libro “Los Malditos”, el periodista relata sus encuentros con Aburto y lo describe como un preso carismático, de quien se habla por todo el penal, aquel que se gana la confianza de los oficiales, desde los blandos hasta los más bravos.

Pese a que ya rondaba los 40 años en el momento del encuentro, Aburto se veía joven, como un muchacho, pero confundido, desenfadado, con la mirada clavada en la lejanía.

Lemus, relata, conoció por primera vez a Mario Aburto durante el protocolo de vigilancia y traslado en la visita de familiares en el penal.

Durante este recorrido de 200 metros, lo primero que Lemus le preguntó a Aburto: ¿Sí mataste a Colosio?, Mario sólo le respondió con una sonrisa.  

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Jesús Lemus insistió: ¿De verdad lo mataste o sólo te pusieron?, el michoacano le susurró que era únicamente publicidad, aseguró que él no le mató, pero que nunca le ganaría la batalla de su inocencia al gobierno.

“Si ellos dicen que tú fuiste, pues tú fuiste y no hay otra forma de decir que no. Y mientras, aquí me estoy acabando la vida por algo que ni yo estoy seguro de que haya hecho”

La segunda vez que se encontraron el reportero y el asesino confeso, Lemus repitió la pregunta. “Oye, Mario ¿fuiste tú el que mató a Colosio?”, al igual que la primera ocasión, Aburto esbozó una sonrisa y respondió a secas con un “no”.

Pese a la respuesta, Lemus insistió: “¿no lo mataste?”, a lo que Aburto le contestó: “Te estoy diciendo que no. Ésa es la verdad y eso lo sabemos Dios, yo y los que lo mataron y me metieron a mí esta bronca que no alcanzo a comprender. A mí me tocó pagar y todavía no sé por qué; pero sí sé que un día todo se va a aclarar y entonces todos se van a dar cuenta de que por muchos años estuvieron acusando a un inocente”.

La última oportunidad que Lemus se encontró con Aburto fue en la sala de espera del consultorio médico del penal. Mario tenía hepatitis, Jesús tenía un malestar en el estómago.

En aquella ocasión, Mario Aburto le relató que desde que Ernesto Zedillo llegó a la presidencia y después de recibir 45 años de condena en 1995, ha enviado cartas a cada uno de los presidentes que han pasado.

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Sin embargo, estos sólo le envían a un representante para que explique los motivos de por qué asesinó a Colosio. Al respecto, Aburto detalla que gente de Vicente Fox y luego Felipe Calderón, le mandaron gente para que confesara quién le había ordenado cometer el crimen, pero Mario sostiene que no sabe nada al respecto y los funcionarios desisten.

Por su parte, la periodista Laura Sánchez Ley en su libro “Mario Aburto: testimonios desde Almoloya”, relata lo que éste gusta de hacer detrás de las rejas.

Detalla que dentro de prisión siguió estudiando hasta terminar la preparatoria, además de perfeccionar su nivel de inglés.

Gustoso de leer, los libros de historia y la revista Selecciones son sus preferidos.

Sánchez Ley menciona un relató que le hizo saber un profesor en El Altiplano, el primero de los penales en el que estuvo Aburto.

En esa ocasión Mario hojeaba un libro de historia en el que se hablaba de la muerte de Colosio, de repente Aburto peló los ojos y volteó a ver al profesor y le dijo: “Ya ve, no se ha comprobado y aquí me tienen”.

Laura Sánchez Ley  (Foto tomada de la web)

La guitarra, el ajedrez, la poesía y el futbol, son algunas de las aficiones que adquirió Mario Aburto en el encierro.

La pintura también ha sido una constante en su vida, incluso ha vendido algunas de ellas, firmándolas con sólo una “M”.

Lo que gana con sus cuadros, detalla Sánchez Ley, lo gasta en más pinceles y pinturas.

En Almoloya gustaba del cine, iba a las funciones de debate, pero no decía ni una sola palabra en ellos, sólo veía las películas.

 

De Almoloya fue trasladado en Puente grande y de ahí a un penal de mediana seguridad en Huimanguillo, Tabasco.

En esta última cárcel, Aburto imparte clases como maestro de primaria, sus alumnos son los presos con los que convive.

Sobre esta práctica, la directora del Instituto de Educación para Adultos de Tabasco (IEAT), Martha Osorio Broca, señaló que Aburto fue capacitado para formar parte de los educadores que imparten clases a internos de este reclusorio.

Si la sentencia de Mario Aburto sigue, él saldría de la cárcel hasta el año 2040, fecha en la cual tendría 69 años.

rgg