Hace dos semanas, el 8 de octubre, la activista Rosario Ibarra recibió una llamada telefónica de la senadora por Encuentro Social, Sasil de León. Le notificó que, por unanimidad, la cámara alta le había elegido para recibir la medalla de honor Belisario Domínguez por su activismo y defensa en materia de desaparición forzada. Ibarra, pese a su frágil estado de salud, comprendió perfectamente lo que eso significaba; y en ese momento decidió lo que haría.
Por eso esta mañana -en su representación- envió a las hermanas Ibarra. Rosario recibió la medalla y el diploma correspondiente; mientras que su hija Claudia pronunció el discurso escrito por ella y en el que explicó las razones por las que entregaba la medalla -en custodia- al presidente López Obrador, para que posteriormente él se la devolviera con información del paradero de su hijo Jesús, desaparecido en 1973 durante el período de la guerra sucia.
- Fue una decisión pensada de mi mamá al enterarse que le entregarían la medalla -narra a LA SILLA ROTA su hija, Claudia Ibarra Piedra-. Él es amigo querido, muy respetado, de mi madre. Él es gobierno ahora y por eso tiene obligación de responder.
- ¿Es una devolución de la medalla?
- No, se le puso en sus manos en custodia para que la devuelva junto con el saber de nuestros familiares, hermanos e hijos de todos.
Rosario, hermana de Claudia y aspirante a presidir la CNDH, explicó a LA SILLA ROTA otros detalles de esta historia.
- Para ella es una congruencia con toda su vida de lucha, no es una ocurrencia del momento.
- ¿Es una devolución simbólica?
- Es un simbolismo obviamente, pero un simbolismo con esperanza, con la esperanza de que vamos a encontrar la justicia porque es un cambio de régimen. No puede haber una 4T con desaparecidos políticos. Mi mamá tiene años en esta lucha y ella sabe que acciones contundentes debe hacer para lograr justicia.
UN “BUEN PAQUETITO”
No se le veía enojado. El rostro del presidente más bien lucía ligeramente desencajado, sorprendido de que en un acto político donde nadie esperaba nada fuera de lo rutinario, repentinamente sucediera lo inesperado. Sentada a su lado, Rosario presenció la reacción más cercana del mandatario. “No creo que se haya molestado porque él conoce bien a mi madre, solo dijo ya me dejaron un buen paquetito”, narró.
El paquetito tiene nombre y se llama Comisión de la Verdad, una promesa que lleva un año en el aire sin avance alguno. Fue por eso que, durante la lectura de la carta de su madre, Claudia -con la foto de su hermano Jesús al pecho- pronunció el mensaje.
Las familias del comité Eureka hoy seguimos igual que hace tantos años recibiendo escarnio y burla de los funcionarios… Señor presidente Andrés Manuel López Obrador, querido y respetado amigo, no permitas que la violencia y perversidad de los gobiernos anteriores siga acechando y actuando desde las tinieblas de la impunidad y la ignominia. No quiero que mi lucha quede inconclusa. Es por eso que dejo en tus manos la custodia de tan preciado reconocimiento y te pido que me la devuelvas junto con la verdad y el paradero de nuestros añorados hijos y familiares y con la certeza de que la justicia anhelada, por fin los ha cubierto con su velo protector
A metros de distancia, en el lobby del recinto de la casona de Xicotencátl, las familias integrantes de Eureka lanzaron su grito de batalla “¡Porque vivos se los llevaron! ¡Vivos los queremos!” y el eco del lugar potencializó su voz.
Vestido de color dorado, la estatua de Belisario Domínguez esperaba a las hermanas Ibarra para la foto oficial del acto. Ellas no tardaron en salir del recinto y se colocaron por separado, flanqueando la ofrenda instalada a los pies de la estatua. A la derecha de Belisario, junto al presidente, se colocó Claudia. A su izquierda Rosario, quien quedó en entre la presidenta del senado, la legisladora morenista Mónica Fernández; y el presidente del Poder Judicial, Arturo Zaldívar. Todos con vestimenta formal; excepto las hermanas Ibarra que fieles a la sencillez de su historia, vistieron pantalón y blusa color negro.
Detrás de Belisario y el grupo, la familia Eureka también se dejó retratar; con sus rostros cansados, arrugados y cabello encanecido, mostraron a la prensa las fotografías en blanco y negro de sus desaparecidos. Terminados los flashes, el presidente fue el primero en abrazar a Claudia y ella le extendió sus brazos
López Obrador se encaminó hacia la salida; miró a algunos reporteros acercarse y supo que sería inevitable guardar el tema para la conferencia mañanera del jueves. Un hombre le interceptó para pedirle un autógrafo en un libro y el mandatario aprovechó esos segundos para preparar su respuesta.
- Presidente, -le dijo LSR- ¿Algún comentario a la carta de Rosario Ibarra?
- Es una responsabilidad que voy a cumplir, voy a hacer todo lo que humanamente me sea posible para dar con los desaparecidos.
- ¿Lo detiene algo hasta ahora presidente?
- Nada, soy libre. Como es del dominio público no puede haber ningún grupo de interés creado que impida el conocer toda la verdad sobre las desapariciones, sobre los crímenes que se cometieron en los gobiernos autoritarios.
Al final envió un mensaje a la activista. “Un abrazo cariñoso, sabré cumplir con su encomienda. Voy a estar a la altura de las circunstancias”.
A pregunta expresa, Claudia Ibarra comentó que, a la fecha, López Obrador no les ha dado una explicación sobre el porqué del retraso para conformar un Comisión de la Verdad. “No ha habido ninguna explicación y no se han dado los mecanismos para iniciar una investigación siquiera”, dijo.
Mientras que el senador sin partido, Emilio Álvarez Icaza, adelantó “a ver si con esto ya se empuja la Comisión, el mensaje de Rosario es de grandísima altura, un encargo ético, político, para avanzar la causa de los desaparecidos en México”.
MJP