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A una semana del sismo, padecen hambre e incertidumbre

En Oaxaca, Chiapas y Tabasco, los damnificados tienen que dormir en las calles, a la deriva de la lluvia y el frío

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CIUDAD DE MÉXICO (La Silla Rota).- Ha pasado una semana desde el sismo de 8.1 grados que dejó a 98 muertos, más de 200 heridos y cientos de casas destruidas en el sur de México. Ahora, a los damnificados les toca enfrentar al hambre, la miseria y la incertidumbre: lo han perdido todo.

Oaxaca es el centro de la tragedia, pero también lo son algunos pueblos de Chiapas y Tabasco, donde tienen que dormir en las calles, a la deriva de la lluvia y el frío.

“La gente necesita comer”, reclaman ciudadanos y líderes de las comunidades afectadas a las autoridades que van de ‘pasarela’ por los pueblos que, también, son los más pobres de México.


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En el municipio de Matías Romero, en Oaxaca, el mercado municipal colapsó. Junto con una abarrotera, eran los principales puntos de venta de alimentos en esta comunidad, ubicada a poco más de 60 kilómetros de Juchitán.

Agua, alimentos y enceres personales es lo que más necesitan, pero hasta el momento no han llegado suficientes para todos sus habitantes.

Unión Hidalgo, Tehuantepec, Magdalena Tequisitlán, Asunción Ixtaltepec, Reforma de Pineda y San Mateo del Mar, son otros de los municipios más afectados por el temblor del trágico 7 de septiembre.

Pero, por otra parte, Juchitán ha sido el nombre del poblado que ha estado más presente en los medios de comunicación. Ahí, casi la totalidad de casas y el palacio municipal se derrumbó.

Y, aunque este lugar ha sido visitado por diferentes autoridades, como el presidente Enrique Peña Nieto, el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, entre funcionarios federales y legisladores, la ayuda no ha sido suficiente.

Sus habitantes también duermen en las calles, con temor a que una de las más de mil réplicas que van después el pasado jueves, vuelvan a sacudir sus casas y entierren vivos a los que faltan.

Por el momento, sus nuevos hogares son delgadas casas de acampar. Tardarán meses en construir de nuevo las edificaciones derrumbadas.

Los víveres, que llegan a cuenta gotas y en escases, son también un motín para quien no tiene piedad de los necesitados. Se ha documentado en fotografías y video el robo de despensas.

Uno de los tráileres que transportaban los alimentos se volcó en la carretera Puebla-Orizaba, pero fue saqueado por los pobladores de las inmediaciones. Incluso transportaron las botellas de agua, comida enlatada y enseres, en taxis.

Chiapas es el otro lado de la tragedia. El epicentro del sismo de 8.2 grados fue en Jijiapan: resultaron 40 mil 633 viviendas afectadas; 34 mil 621 con daños parciales y cinco mil 12 colapsadas.

En las poblaciones cercanas al mar, como Puerto Arista, las olas alcanzaron los dos metros y dañaron restaurantes y palapas también.

Ahí también padecen hambre, frío y se encuentran en la incertidumbre de qué sucederá en los próximos días.

lrc