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1968 en 2019

A 51 años, el autor afirma que esos crímenes siguen impunes, a pesar de que la ley obliga al gobierno a investigar y dar a conocer la verdad jurídica e histórica de lo ocurrido

Escrito en NACIÓN el

El sistema decimal ejerce un singular hechizo; no solo lo usamos como métrica de kilos, litros y distancias, también le concedemos importancia ritual en nuestras efemérides.

Así los festejos y conmemoraciones a los cinco, 10, 20, 25, 50 y 100 años de ocurrido un evento significativo, tienen una relevancia especial en el ánimo social.

De tal modo ha ocurrido con el 2 de octubre, fecha insignia del movimiento estudiantil de 1968 y desde entonces parteaguas de la vida política y social por su impacto y resonancias.

Las expectativas que se depositaron en la conmemoración de sus cincuenta años fueron excesivas, comparadas con la talla y trascendencia que alcanzaron.

Algunas instituciones gubernamentales realizaron diversas actividades alusivas y deslucidas que deformaron el significado de lo ocurrido hacía ya 50 años: la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) hizo público su programa de actividades "para celebrar" esa fecha juntamente con la UNAM.

 

Tales actividades incluyeron muestras fotográficas, conferencias y "conversatorios" a cargo de veteranos, desde brigadistas hasta dirigentes del Consejo Nacional de Huelga (CNH) y la develación de una plancha de cemento donde dejaron sus pisadas quienes aceptaron la invitación para hacerlo, como huellas del paso de miles por la historia, según afirmaron los autores de la obra.

El tono de las actividades fue propio de un museo con especímenes embotellados en formol, fotografías en sepia, papeles amarillentos y senectos decrépitos tan generosos como confundidos.

Para el rector Graue y los institutos de investigaciones jurídicas, sociales y políticas de la UNAM, la fecha 2 de octubre pareció el principio y fin del movimiento estudiantil; nunca se refirieron al bazucazo a la puerta de la prepa 1, ni a la toma del ejército de la CU, ni a la marcha y el discurso de la dignidad con que respondió Barros Sierra, ni al ametrallamiento de escuelas y encarcelamiento de cientos de universitarios; pareció que se buscaba una conmemoración "descafeinada, para familias bien, que no fuera a incomodar" a alguna sensibilidad añeja.

El asunto pasó sin pena ni gloria, ni siquiera es de recordarse si fue entonces que se inscribió alguna mención en letras de oro en la sede del legislativo.

A 50 años, el 68 mexicano y mundial fue reducido a ser una revuelta juvenil contra el "autoritarismo paterno" y la opresión de una sociedad caduca, amenizada con música estridente "muy rebelde", melenas y drogas; diversos mamarrachos nacionales, con micrófono y pluma, lo afirmaron durante las actividades de ese cincuentenario.

¿Y los muertos, y los torturados, y los presos, y el Estado de Derecho, y la democracia…? ¡Ah! eso tuvo el mismo carácter que una catástrofe natural, como un ciclón o un terremoto; no hubo ni hay responsables, "son cosas que ocurren a una sociedad que está avanzando en sus metas con libertad y que ha dejado ese pasado atrás".

Eso no podía molestar a nadie y permitió cumplir el expediente de conmemorar el 68 y tan tan.

Esa fue una farsa…

Lo ocurrido el 68 fue un crimen de Estado porque el Ejecutivo se coludió con el Legislativo y el Judicial federales y estatales, con sus homólogos de cada entidad, con las centrales sindicales y gremiales, con el empresariado y las iglesias para romper el Estado de Derecho e imponer su autoritarismo a sangre y fuego.

A 51 años esos crímenes siguen impunes, a pesar de que la ley obliga al gobierno a investigar y dar a conocer la verdad jurídica e histórica de lo ocurrido, a investigar y enjuiciar a los responsables, a garantizar que no se repita lo ocurrido y a indemnizar a víctimas y sobrevivientes.

Esto no es una consigna de barricada, esto es lo que la ley dispone como obligación del Estado: esta es la gran asignatura pendiente si se plantea la reconciliación entre gobernantes y gobernados, si se busca que los ciudadanos respeten a la ley, las instituciones y los gobernantes.

El aniversario 51 no es decimal, tal vez peor para él y para todos nosotros que seguiremos conviviendo en una sociedad enferma de impunidad y omisión de quienes debieran salvaguardarla.

¿Qué clase de conmemoración será la 51 de lo ocurrido en 1968?

MJP