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10 de mayo, un día triste para madres de desaparecidos

El dolor por la desaparición de Diego y Gustavo ha dejado secuelas emocionales e incluso físicas en Verónica y en Adriana; pero el amor por sus hijos las mantiene en pie de lucha

Escrito en NACIÓN el

Verónica Rosas no sabe nada de su único hijo desde agosto de 2015, Diego Maximiliano Rosas Valenzuela. El adolescente, que entonces tenía 16 años e iba en segundo de preparatoria, fue secuestrado en Ecatepec, estado de México. Aunque Verónica les entregó a los secuestradores un pago parcial de lo que le habían exigido para entregarle a Diego, nunca se lo devolvieron y desde entonces no sabe nada de él, por lo que el caso pasó de ser un secuestro a una desaparición por particulares.

Desde entonces Verónica participa cada año en la marcha del 10 de mayo -el Día de las Madres- en la Ciudad de México, organizada por madres de desaparecidos para pedir justicia a sus casos.

“Para mí, todos los días son difíciles. No hay ningún día que pueda estar tranquila. No hay ningún día en que Diego no esté en mi mente. No hay ningún día en que yo no haga una llamada, una visita, una visualización o compartir algo de mi hijo. Pero en especial este 10 de mayo es muy complicado pasarlo porque soy mamá soltera. No quise tener más hijos, solo dedicarme a Diego por la situación de que era sola, me entregué a él en todo lo que estuvo en mis posibilidades. Para mí es terrible estar vacía físicamente con su ausencia. Mi corazón está totalmente destrozado”, dijo.

“Pero el amor que tengo hacia él es tan fuerte que me hace salir y estoy aquí por eso, por el amor que le tengo y la personita que es merece ser buscada; merece seguir siendo amado, aunque no esté físicamente, porque eso me va matando día a día, porque he estado enfermando de una cosa u otra. La tristeza te va acabando, al no ver resultados por parte de las autoridades te desgasta. Sin embargo, el amor y la esperanza, la fe de saber qué pasó con mi hijo es lo que me va a mantener de pie hasta encontrarlo”, continuó, con la voz quebrada.

Otro caso es el de Adriana Nájera Ayllón, cuyo hijo Gustavo Nájera Ayllón desapareció en Jalapa, Veracruz, el 25 de junio de 2015. Ella es de Neza, también en el estado de México. Su hijo, entonces de 16 años de edad, tuvo una oportunidad laboral de ir a trabajar a la ciudad veracruzana, le pidió permiso a su mamá y ella se lo dio. Ya cuando él estaba allá, llamó a Adriana a su celular para decirle que había sido detenido por policías municipales y que estaba en el cuartel policíaco de San José. Desde entonces ya no ha sabido nada más de él. Conforme se acerca el día de las Madres, el dolor de desconocer el destino de su hijo se convierte incluso en malestares físicos. Se trata de un presunto caso de desaparición forzada, por la posible intervención de autoridades, representadas en este caso por los policías que lo detuvieron.

“Me enfermo muy seguido, se me sube la presión, me han querido dar tres embolias en el transcurso de este año. Lo resiento mucho el 10 de mayo, el 25 de junio que desapareció mi hijo y la fecha de su cumpleaños, me enfermo y lo resiento mucho porque quisiera saber dónde está mi hijo, si está comiendo, si está bien y me duele saber que no lo puedo encontrar, que las autoridades no me apoyan en eso, ni para mis medicinas. Estoy buscando el apoyo…”, platica sin poder terminar su frase porque, apenada, dijo que sintió destellos en su vista.

PARECE QUE LAS LEYES FAVORECEN A QUIENES NOS LASTIMAN

Como ocurre con miles de historias de desaparecidos en México –que ya rebasó la cifra de 40 mil personas en dicha situación, pero cuya cifra se disparó desde la llamada guerra contra el narcotráfico, decretada por Felipe Calderón cuando fue presidente- tanto Verónica como Adriana además de enfrentar el dolor de desconocer el paradero de sus hijos, también son el testimonio de la impericia de las autoridades para resolver estos casos, lo que las obliga a que ellas participen de la búsqueda personal de sus hijos.

En el caso de Verónica, hay personas detenidas por el secuestro de su hijo, pero aseguró que  “lamentablemente” no hay una ley que los obligue a decir dónde está Diego. Incluso, uno de ellos está a punto de volver a las calles, ya que argumentó que era menor de edad, pero en el expediente no hay un documento oficial que así lo pruebe, recordó.

“Le otorgaron el juicio abreviado porque se declaró culpable, en poco tiempo va a estar fuera y yo voy a estar sin saber dónde está mi hijo, y hay dos personas más que siguen defendiéndose y luchando por salir libres y hasta ahora no han podido ser sentenciados. Sé que todos los casos son importantes, que todas las personas tienen el mismo valor humano pero en mi caso sería más fácil encontrar a Diego porque ya hay personas directas que saben qué pasó con mi hijo, pero las leyes no nos ayudan a nosotros, al contrario pareciera que las leyes y los derechos humanos son aplicados a personas que nos lastiman”.

Verónica consideró que ellos no confiesan porque sería una forma de reconocer su delito. Aunque mantiene la fe de que Diego esté con vida, también es consciente de que pudo haber fallecido. Si esto fuera así, además de secuestro sería desaparición y homicidio.

“Espero que la nueva ley de desaparición pueda hacer algo más para tener respuesta de estas personas que son líneas directas para saber dónde está mi hijo”.

ERA MENOR Y NO ACTIVARON ALERTA AMBER

Adriana refiere que en su caso lo que priva es la indiferencia desde que reportó que Gustavo desapareció.

- ¿Qué fue lo último que supo de él?

- Supe que mi hijo estuvo detenido en el cuartel de San José, en Jalapa. Él me habla y me dice que está detenido. Luego le trato de llamar y suena apagado el teléfono.

- ¿Qué le han dicho en este lugar?

- Me dicen que nunca ha estado ahí mi hijo, que tengo que reportarlo como persona desaparecida, voy y lo hago pero no me hacen caso, me tratan mal. No activaron la alerta Amber porque mi hijo es menor de edad y hasta ahorita no tengo noticias de él, recordó.

La desaparición de Gustavo ocurrió en el ocaso del gobierno de Javier Duarte, por lo que cuando llegó el gobierno del panista Miguel Ángel Yunes (que duró dos años), Adriana pensó que habría una mejor atención para su caso y de otras personas como ella.

Pero desde su punto de vista solo se fueron contra Duarte y justificaron que no hacían nada porque no había dinero debido a la anterior administración.

Añadió que luego hacía llamadas al ministerio público, para saber si había avances y no le tomaba la llamada, y cuando lo hacía, se limitaba a pedir que llamara 15 minutos después, y ya no contestaba.

Cuestionada sobre si ya se reunieron con el subsecretario de Derechos Humanos del gobierno federal actual, Alejandro Encinas dijo que sí y que por lo menos ya fueron escuchados. “Cosa que con el gobierno de Enrique Peña Nieto no pasó”.

DEPRESIÓN

El dolor por la desaparición de Diego y Gustavo ha dejado secuelas emocionales e incluso físicas en Verónica y en Adriana.

Verónica, quien es vendedora, debió dejar su anterior empleo para dedicar más tiempo a la búsqueda de su hijo, e incluso analiza dejar la actual empresa para la cual labora, porque no siempre le dan permiso para ausentarse, pese a tener números destacados. Siente que sufre un trato discriminatorio, ya que mientras a otras madres les dan permiso para ir a los festivales de Día de las Madres, de cierre de ciclo escolar, a ella se lo niegan, aunque también es madre.

Compartió que en los primeros meses posteriores a la desaparición de su hijo sufrió depresión. Estuvo sometida a un tratamiento sicológico y siquiátrico, para no irse abajo anímicamente. Pero fue dada de alta y retomó su búsqueda y ya no ha cesado. Ha hecho búsquedas en vida, lo que significa que ha ido a Centros de Reclusión Social, para mostrar a reos fotos de su hijo y preguntarles si saben algo de él, y para ello les da un mensaje para que se sensibilicen. En ocasiones las respuestas que recibe son de indiferencia. “Me voy a quedar aquí para siempre, no gano nada con decir”, le han dicho. Otro simplemente le dicen que no saben nada.

De manera tranquila, reconoció que le impone tomar la palabra, y que la primera vez que lo hizo no fue por iniciativa propia, sino que otras compañeras la animaron, ya que tiene un hablar fluido.

“Lo único que pretendemos es que nos den algún informe, si vieron a nuestros hijos, si saben si en alguna parte han dejado cuerpos y es como una parte de la sensibilización con la fe e intención de encontrar líneas que nos lleven a nuestros hijos pues no nada más es Diego la única persona, son más de 40 mil, entonces las familias nos vemos en la necesidad de organizarnos porque este tema ya rebasó a las autoridades”.

Lo único que no se ha animado, por lo fuerte de la experiencia, es a ser una rastreadora y buscar fosas clandestinas.

ATAQUES DE ANSIEDAD

Adriana también se ha resentido en su salud. A la entrevista acudió acompañada de una compañera, ya que luego se marea y le dan ataques de ansiedad. Cuando sabe por los noticieros del descubrimiento de nuevas fosas clandestinas en Veracruz, se le baja la presión.

No va tan seguido como quisiera a Jalapa para ver los avances del caso de Gustavo, ya que trabaja de empleada doméstica y no le alcanzan los recursos. Después de la desaparición de su hijo decidió mudarse de la colonia Impulsora, en Neza, a Iztacalco, en la ciudad de México, ya que teme que por los niveles de inseguridad en el municipio mexiquense, su hija también pueda desaparecer.

Durante la entrevista, varias veces debió parar, para que no le ganaran las lágrimas.

“He vivido con tristeza, con impotencia de no saber nada de mi hijo, de no saber si está comiendo, si está bien, cada 10 de mayo es muy difícil para mí porque quisiera tener noticias de mi hijo y las autoridades no han hecho nada por él. O sea es la impotencia de que no hagan caso o de que no nos hagan caso a todos, no tienen esa sensibilidad de buscarlos”, dijo.

SOY LA VOZ DE MI HIJO: VERÓNICA

Verónica carga siempre carteles con la foto de Diego, incluso uno donde aparecen 10 posibles modalidades del rostro de su hijo, de cómo luciría actualmente, o en caso de que viviera en situación de calle, de que fuera trasvesti (por un tema de que fuera explotado sexualmente), adicto, desnutrido o con sobrepeso, entre otros.

Dio a La Silla Rota las razones de por qué acude a la marcha. “Me empecé a integrar porque es mi necesidad decir, gritar que me falta mi hijo, que sepa toda la sociedad, las autoridades y que volteen a verlo porque también hay mucha indiferencia. Hay gente muy buena que me he encontrado en este camino como las personas que nos acompañan pero también hay mucha indiferencia, entonces eso está en nosotros, como papás, mamás de personas desaparecidas el ir a alzar la voz porque ahorita Diego no está presente, entonces yo soy la voz de mi hijo, ante todo, soy la que tengo que luchar por él y hacer que se haga la justicia para él y tener la verdad”.

NO ES UN DÍA DE ALEGRÍA: ADRIANA

Adriana también lleva carteles de su hijo Gustavo. Explica por qué ella va a la marcha del 10 de mayo.

“Ya tiene tres años que voy a la marcha. Para mí es muy triste el 10 de mayo porque no está mi hijo conmigo. Esta marcha es simbólica porque vamos a pedir que nos hagan caso, que encuentren a nuestros seres queridos. También que se unan la gente en nuestro dolor. La gente ha de decir ‘estos solo vienen de revoltosos’. Pero no, son nuestros hijos, y nos hacen falta a nosotros. Les pedimos a las autoridades que nos hagan caso, que busquen a nuestros seres queridos.

- ¿Cómo es para usted marchar en este día?

- Para mí es reconfortante estar con personas que también les hace falta un ser querido y nos entienden. Para mí no es un día de alegría porque nos hace falta esa persona. Yo quisiera encontrar a mi hijo y que las autoridades se sensibilicen a nuestro dolor

En la foto que lleva se lee que su hijo tiene entre las señas particulares una cicatriz por una traqueotomía y que tiene estrabismo. Recordó que ello se debió a que a los 14 años fue atropellado por una moto. Cuando estaba en el hospital con él, pensaba “Dios, es la prueba más dura que me has dado con él”. Ahora piensa que no, que su desaparición es lo más difícil que está viviendo, concluyó.

MARCHA DIGNIDAD NACIONAL

En redes sociales y con los hashtags #MarchaDignidadNacional y #NosFaltanMásde43 inició la convocatoria a la sociedad para acompañar a madres de desaparecidos a la VII marcha, organizada por el Movimiento por Nuestros Desaparecidos, integrado por 60 colectivos de 22 estados y tres países centroamericanos.

“El 10 de Mayo para las madres de personas desaparecidas en México no es motivo de celebración, es un día de lucha y exigencia por la ausencia de sus hijas e hijos”.

Este año se harán marchas espejos, ya que además de la que saldrá a las 10 de la mañana del Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución, se realizarán en distintos estados. Este año, por lo menos se harán en 16 ciudades como el Puerto de Veracruz, Coatzacoalcos, Xalapa, Orizaba-Córdoba, en Veracruz; Ciudad Juárez, Chihuahua; Ciudad Victoria y Ciudad Reynosa, Tamaulipas; Torreón, Coahuila; Guaymas, Hermosillo y Cajeme, en Sonora; Culiacán, Sinaloa; Querétaro y Morelos.

Un caso a destacar es que en Sinaloa las Rastreadoras del Fuerte y Sabuesos Guerreras marcharán de la Fiscalía al monumento a la Madre a dejar una ofrenda. En la ciudad de México habrá un contingente de madres de migrantes.

El presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Luis Raúl González Pérez se refirió al tema de desapariciones, y propuso que ante la deuda que tiene el Estado mexicano con familiares  víctimas de este flagelo, debe construirse una Política Nacional de Reparación Integral que tome en consideración a las personas, en particular a las víctimas, y busque esquemas para abatir la impunidad y reconstruir el tejido social.

“Una visión que no descarte la justicia transicional como camino para lograr la verdad y la reparación para las víctimas, así como una efectiva rendición de cuentas por parte de las autoridades”.

AJ