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“Yo vi el infierno ese día”: sobreviviente de la bomba atómica de Nagasaki

Yasuaki Yamashita cuenta su historia en el nuevo libro de Sergio Hernández

Escrito en MUNDO el

“Si yo dijera que eso era algún infierno, yo vi el infierno ese día, pero no es suficiente esa palabra; mucho más que eso: cruel, grotesco, desolación total. No existe alguna palabra que pudiera representar ese horror, esa desolación”.

Así es como Yasuaki Yamashita, de 81 años, recuerda el día que Estados Unidos soltó la bomba atómica en la ciudad japonesa de Nagasaki, según relata en el nuevo libro de Sergio Hernández, Hibakusha: Testimonio de Yasuaki Yamashita.

“Hibakusha quiere decir, en japonés, un sobreviviente de la bomba”, explica el autor en entrevista con La Silla Rota.

 

Hernández, profesor e investigador de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología, afirma que las dificultades de los sobrevivientes no solo se deben al dolor de recordar los sucesos.

Los hibakusha también se enfrentaron a la discriminación, “al creerse que los problemas de salud que padecían (consecuencias de las bombas) pudieran ser contagiosos”, explica en el libro.


HABLANDO SOBRE EL TRAUMA

En el texto de Hernández, Yasuaki narra los hechos del 9 de agosto de 1945, pero además cuenta del sufrimiento que se vivió en Nagasaki, incluso varios años después. También relata cómo dejó Japón para llegar a México en 1968 y cómo fue que logró hablar de estas experiencias por primera vez.

“El camino que ha tenido que recorrer Yasuaki para intentar sobreponerse a esta pesadilla no ha sido fácil”, explica Hernández en la presentación del libro. “Tuvieron que pasar más de cincuenta años para que pudiera comentar y asumir de manera pública que él era un sobreviviente de la bomba atómica”.

Tras su llegada a México, Yasuaki hizo lo posible por evitar que se supiera que era un hibakusha. Sin embargo, años después, un grupo de estudiantes mexicanos le pidió que les contara su experiencia.

“Él se niega al principio, pero después entiende que platicarlo es como terapia para él”, explica Hernández. “Esos fantasmas que no lo dejaban dormir cada noche, esas imágenes… Que platicarlo podía sanarlo de alguna manera”.

En 1995, Yasuaki accedió a compartir su historia.

“Cuando comencé a hablar empecé a sufrir; la memoria me regresaba: me acordaba todavía de aquella cruel imagen, pero pude terminar de contar toda la historia que viví durante aquellos días”, recuenta en el libro. “Finalicé la plática y al mismo tiempo comencé a sentir que mi dolor estaba desapareciendo”.


EL POR QUÉ DEL LIBRO

Además de ser una experiencia terapéutica, varios hibakusha, como Yasuaki Yamashita, consideran que su labor como sobrevivientes es contar sus historias, para que sucesos como el de las bombas atómicas nunca se repitan.

Hernández explica que el tema no puede ser olvidado ni dejado en el pasado.

“Las de las bombas atómicas son historias que todos hemos escuchado alguna vez”, afirma. “De alguna manera son hechos que marcan la historia del siglo XX”.

Sin embargo, agrega que debemos recordar que una docena de países tienen este tipo de armas. “Se debe entender que la bomba atómica no es algo del pasado, es algo del presente que puede volver a suceder”.



Imágenes especiales e ilustraciones de Edu Molina.