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Vivir en EU es una jaula de oro y da miedo: campesina

Desde que Trump era candidato, nos atemorizaba que pudiera llegar y al ser presidente todo se ha convertido en la peor pesadilla, comenta la campesina

Escrito en MUNDO el

CIUDAD DE MÉXICO.- Vivir indocumentado en Estados Unidos ya no sólo es una jaula de oro, es una prisión voluntaria llena de miedo, afirmó la campesina Carolina Vega Sánchez,  madre de seis hijos nacidos en Estados Unidos.

Vega Sánchez compartió a Notimex cómo su vida ha cambiado con la llegada del presidente Donald Trump. “Desde que era el candidato nos atemorizaba que pudiera llegar y al ser presidente todo se ha convertido en la peor pesadilla de nuestras vidas”, manifestó.

“Ahora lo que estamos haciendo es que entre los indocumentados nadie está gastando en centros comerciales y lo estamos mandando a México para que ese dinero nos lo guarden para nuestro regreso”, resaltó.

Con 16 años de vivir en California trabajando en campos agrícolas, Vega Sánchez, de 30 años de edad, señaló que todos los campesinos “nos hemos visto obligados a cambiar hábitos”.

"En el pasado nos las pasábamos en los contados centros comerciales o en lugares de reunión, ahora ya todo es trabajo y casa, ya nadie sale".

“Los comercios se ven desiertos. Antes eran puntos de reunión los fines de semana, ahora ya nadie quiere salir por miedo a redadas y operativos de migración que se siguen dando en esta región, así como en otras áreas del país.

“Yo, como muchos de mis compañeros, ya tramitamos una carta notariada en donde damos autorización a un conocido para que nos envíen a los hijos”, mencionó.

“Ya lo he platicado con mis hijos y si me agarran y me deportan no les dejo a mis hijos, se van conmigo a México y serán de gran beneficio a mi país porque todos hablan inglés y español”, aseguró.

Nacida en Querétaro, México, Vega Sánchez muestra una cara curtida por años de trabajar bajo el sol, y en donde asegura es como muchos experta en trabajar de rodillas.

“Aquí no tenemos derecho a enfermarnos. Está prohibido. Una gripe, tos lo que sea, no nos impide ir a trabajar, el que no va es sólo porque ya no se pudo levantar”, manifestó.

Vega Sánchez vive en esta región de Delano, en el valle central de California, donde paga una renta de 800 dólares para vivir ella como madre soltera y sus seis hijos.

Muchos rentan de forma compartida para poder ahorrar, pero en mi caso yo no lo puedo hacer, así que yo me dedico a trabajar para pagar además 150 dólares de agua, además de luz y gas.

Carolina trabaja en los campos, en la pizca de arándanos, y se mostró feliz de que el año pasado ganaron un contrato con la compañía a través del Sindicato de Trabajadores Agrícolas (UFW, por sus siglas en inglés).

“Hubo mejores sueldos el año pasado, lo que ahora gano en cinco días -mil 038 dólares- lo recibía en siete días, así que estoy muy contenta por esta mejoría”, enfatizó.

“Por culpa de Trump ahora todos tenemos miedo a salir a trabajar. Todos sabemos que podemos salir, pero no estamos seguros de regresar”, se quejó. “Pero tenemos que salir a buscar para comer, así que ahí esta nuestro riesgo de nuestra jaula de oro y de nuestra prisión de miedo”, insistió.

“Lo que antes nos gastábamos en ropa o diversiones de fin de semana se está guardando y todos estamos enviando dinero a México, con nuestras familias, para nuestros ahorros al regreso”, anotó.

“Hace poco a un amigo y compañero que vivía en McFarland lo agarró la migra y lo regresó y él pudo mandar algo para defenderse en México”, señaló.

“Ese señor Trump no valora ni respeta lo que hacemos en el campo. No somos ni violadores ni criminales, somos quienes les permiten tener sus frutas y legumbres en su mesa”, enfatizó.

“Nos da tristeza, pero a esos que nos critican sólo les pedimos que vengan y estén un solo día de rodillas porque sabemos que con esa experiencia se les quitará ese menosprecio que sienten por nosotros”, invitó.

“Los invitamos a que vengan y pasen lo de nosotros desde fríos, calores, lluvias y pasar lo que pasamos y vean que es un trabajo muy cansado, ya que andamos de rodillas porque la mata es muy pequeña”, explicó.

“Todos los días me levanto a las tres de la mañana y levanto a mis hijos para llevarlos a la guardería hasta que regreso de trabajar a las cuatro de tarde y a comer y dormir, en una rutina de todos los días.

“Por eso digo que es muy triste que no sepan valorar cuando lo único que queremos es trabajar con honestidad y dignidad, y no con maltratos ni temores”, subrayó.

“Cuando nos tachaban de criminales y violadores me daba mucha tristeza porque no pueden generalizar por la razón de que habemos gente trabajadora, gente humilde que queríamos venir a progresar”, añadió.

“No puedo decir que no los hay, pero no todos lo somos, y en esos me incluyo yo, sólo quiero sacar a mis hijos adelante, y lo poco que gano es para sacarlos adelante”, dijo.

“Por tener hijos nacidos aquí podría estar viviendo de la ayuda del gobierno, pero no vine a eso, vine a trabajar mientras pueda y eso estoy haciendo”, aseveró.

Carolina contó que en todos los años que lleva de trabajar en el campo nunca le ha tocado ver a un anglosajon de compañero. “Eso habla de que ninguno se atreve a hacer este trabajo”, destacó.

“Eso demuestra y confirma así de manera simple y contundente que no le venimos a quitar el trabajo a nadie”, finalizó.


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