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“Una de nuestras metas es irnos de este país, aquí no vamos a prosperar”: joven salvadoreña

La falta de empleo y la violencia ejercida por las pandillas mantienen latente la migración en El Salvador pese al caso de Óscar y Valeria Martínez

Escrito en MUNDO el

A pesar de que la mayoría de los que tenían en mente migrar de su país y sumarse a las caravanas migrantes han desistido después de enterarse del caso de Óscar y su hija Valeria, ambos salvadoreños que murieron ahogados tras intentar atravesar el río Bravo, la falta de empleo y la violencia ejercida por las pandillas en El Salvador hace que las ganas de salir de ese país regresen de nueva cuenta.

Tal y como es el caso de Alex Rodas, de 20 años, quien también pensó en migrar desde principios de este año de su país para buscar una mejor calidad de vida, sin embargo, al ver la trágica fotografía en donde se puede ver a Óscar y a su pequeña hija ahogados a las orillas del río hizo que éste se negara a emprender su ruta migratoria, pues al igual que lo era Óscar, es padre, nada más que él de una recién nacida.

Pero, el panorama que vive junto a su familia lo vuelve a obligar a plantearse la idea de salir de El Salvador, pues las largas jornadas de trabajo no son suficientes para que su salario alcance: “Estamos un poquito mal. Sólo gano unos tres o cuatro dólares al día y son para que ella coma”, asegura Rodas.

Y es que la falta de oportunidades laborales en la zona llamada Altavista, misma que está dentro de un país donde la pobreza alcanza casi al 30% de la población, ha hecho que un empleo decente se vuelva el sueño más deseado.

“Una de mis metas a futuro es irme de este país”, apunta la novia de Rodas, Cecilia Alemán, de 17 años. “Si pudiera hacerlo legalmente, me iría”, asegura, “porque siento que aquí no voy a prosperar”.

Pero, esta falta de oportunidades no es el único problema de la juventud en Altavista, las amenazas y la presión de los pandilleros son otro factor de gran peso que expulsa a la gente de El Salvador.

Pues en esta zona residencial, la gente vive en unos barrios que se llaman polígonos, unos conjuntos de pequeñas casas apiñadas y rodeadas de alambrada, originalmente diseñados para protegerse del crimen, sin embargo, de los 48 polígonos que hay en total, la mayoría cuenta con gran presencia de las pandillas y algunos están completamente dominados por estas bandas. Allí, no entran ni las fuerzas de seguridad ni nadie que las maras no quieran, y la ley que rige cambia según el grupo criminal que domine.

“Nadie se va solo por pobreza, se van huyendo de las pandillas”, comenta Alemán.

Por lo que las caravanas de migrantes centroamericanos que comenzaron a verse a finales del año pasado reflejaran la gravedad de un fenómeno gestado durante años, tan sólo entre 2015 y 2017, más de 50.000 personas emigraron desde El Salvador hacia Estados Unidos, según datos de Naciones Unidas

Y mientras el impacto provocado por la muerte de los Martínez se disipa, los jóvenes en Altavista continúan en la disyuntiva entre resistir a la violencia y al desempleo o emprender la ruta migratoria.  MJMP