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Trump intentó quemar todo antes de irse: Selee

En Washington se registran diversas manifestaciones contra el gobierno, pero lo de ayer fue provocado desde la misma Casa Blanca por el presidente en turno

Escrito en MUNDO el

La ciudad de Washington registró ayer uno de los días más turbulentos en décadas luego de que una turba se apodero del Capitolio para detener el conteo de votos electorales y con ello formalizar el triunfo electoral de Joe Biden.

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De acuerdo con Andrew Selee, presidente del Instituto de Políticas Migratorias y columnista en El Universal, asegura la protesta de martes fue el primer ataque directo en décadas a unas de las sedes de los poderes de la nación y fue un recordatorio de lo débil que pueden ser las instituciones de la democracia.

Aunque en Washington se registran diversas manifestaciones contra el gobierno, este acto fue provocado desde la misma Casa Blanca por el presidente en turno y aunque el mandatario Donald Trump pidió a sus seguidores retirarse del Capitolio, no condenó los hechos violentos, sino que tuvo un papel instigador al incitar a sus seguidores a ponerse bravos para impedir que se reconociera el triunfo de Biden. Dudo que haya tenido injerencia alguna en la planeación del acto mismo, pero fue deliberado en crear el ambiente que propició el ataque y pareció no estar disgustado con los hechos, comenta Selee.

Sin embargo, hay también que reconocer que la gran mayoría de líderes gubernamentales en Estados Unidos ha mostrado una gran institucionalidad y respeto hacia la democracia en medio de estos disturbios, incluyendo a los líderes republicanos que han actuado a favor de la democracia. Esto empieza con los oficiales estatales encargados de contar los votos, que son de ambos partidos y a veces de ningún partido, y los jueces, nombrados por republicanos y demócratas, que han tenido que decidir sobre los casos legales postelectorales, sin encontrar casi nada de irregularidades.

Por ejemplo el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell mostró integridad en su decisión de apoyar la certificación de las elecciones, así como el vicepresidente Mike Pence en supervisar un proceso limpio sin poner su dedo en el balance. Ambos mandaron señales claras respecto al ataque al Congreso, junto a los republicanos que han sido congruentes en todo el periodo de Trump, como los senadores Ben Sasse y Mitt Romney.

A pesar de cuatro años de un presidente que no respeta las instituciones y trato de tumbarlas, el asalto al Capitolio fue simplemente un último intento de quien se va derrotado a quemar todo antes de irse. Trump se va, pero las instituciones y los líderes institucionales se quedan.

Eso dicho, también hay que reconocer que sí vive algo oscuro y peligroso en el seno de la sociedad estadounidense que permite que una turba, mayormente compuesta por grupos de nacionalistas blancos, allane la sede del poder de la nación con el amparo del presidente en turno. Trump es causa del envalentonamiento de estos grupos, por los guiños que les ha hecho durante cuatro años y los mensajes aún más claros en días recientes, pero Trump también es producto de ellos y de sectores de la sociedad estadounidense que se sienten marginados y desean un regreso a un pasado mítico.

Hay que enfatizar que la gran mayoría de personas que votaron por Trump no son racistas ni apoyan el allanamiento del Congreso, pero estos grupos son el ala radicalizada y extremista de una población que sienten que el rumbo del país los está dejando atrás. Algunos temen la creciente multiculturalidad y otros el creciente alcance del gobierno, pero todos temen lo que ha sido el gran avance del Estado norteamericano, que es construir una democracia cada vez más plural e incluyente con un gobierno que puede atender las necesidades de la población.

De acuerdo con el académico, la división registrada ayer en Washington sirve para que se empiece a componer la cordura y el diálogo para construir un futuro mejor y prueba de ello, la reacción de los líderes clave, desde el presidente electo, Biden, al vicepresidente Pence, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi y el líder del Senado McConnell.


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