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Tribu del Amazonas se prepara para luchar contra Bolsonaro

El nuevo líder de Brasil amenaza la Amazonía, promete aprovechar la "riqueza" debajo de tierras indígenas protegidas

Escrito en MUNDO el

En los últimos años, el gobierno brasileño ha reducido considerablemente los fondos destinados a comunidades indígenas y varios legisladores han impulsado cambios regulatorios para que varias industrias puedan acceder a zonas amazónicas protegidas en la Constitución.

Esto implica no solo la supervivencia de las tribus indígenas, sino de qué sucederá con toda la Amazonía y con su papel clave en el combate contra el cambio climático.

Ahora Brasil eligió a Jair Bolsonaro como presidente, figura de utlraderecha que promueve la eliminación de las tierras indígenas protegidas. Él ha prometido reducir la vigilancia de leyes ambientales, a las que califica de obstáculo al crecimiento económico, y ha dejado muy claras sus intenciones para la Amazonía.

“Donde hay tierra indígena”, dijo en 2017, “hay riqueza debajo”.

Mucho antes de la victoria de Bolsonaro, los descendientes de las tribus originales que poblaron la Amazonía, la selva tropical más grande del mundo, ya eran vulnerables a mineros, leñadores y agricultores que habían talado a niveles que los activistas advierten son insostenibles.

De 2006 a 2017, la Amazonía brasileña perdió más de cuatro millones de hectáreas de cobertura —un territorio mayor a seis millones de canchas de fútbol o al de todo Nueva York, Vermont, Nuevo Hampshire, Nueva Jersey y Connecticut juntos—, de acuerdo con un análisis hecho con imágenes satelitales por Global Forest Watch.

En tierras indígenas ya han sido talados cientos de kilómetros de bosque pese a que ahí se prohíbe la actividad industrial a gran escala. Con la victoria de Bolsonaro los líderes de diversas tribus temen que esto empeore.

“Representa la institucionalización del genocidio en Brasil”, dijo Dinamã Tuxá, coordinadora de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil. Un portavoz del equipo de transición presidencial de Bolsonaro indicó que no harían ningún comentario sobre las preocupaciones de grupos indígenas ni responderían a críticas de las posturas de Bolsonaro al respecto, porque los oficiales estaban enfocados en “temas mucho más importantes”, informó The New York Times.

Los expertos han explicado que la tasa de deforestación en la Amazonía, que ha sido llamada “el pulmón del mundo”, porque absorbe cantidades enormes del dióxido de carbono, vuelven casi una certeza que Brasil no alcance las metas de mitigación medioambientales que estableció en 2009, cuando se presentó como ejemplo del desarrollo sostenible en una cumbre de la ONU.

De continuar esta tendencia, ambientalistas y procuradores federales advierten que la Amazonía se acerca a daños irreversibles, con la potencial extinción de comunidades indígenas que han sobrevivido diversas calamidades a lo largo de los siglos.

Los impactos combinados de la deforestación, el cambio climático y el uso extenso del fuego han dejado a la Amazonía en un punto crítico”, dijo Thomas Lovejoy, profesor de ciencias y políticas ambientales en la Universidad George Mason. “Los pueblos indígenas, que son los mejores defensores de sus tierras, quedan vulnerables si se desvanece el bosque”.

LOS PELIGROS

Muchos líderes indígenas ven en las amenazas contra sus comunidades una lucha estilo David y Goliat, con las tribus a merced de bandas violentas de hombres que quieren aprovechar la falta de monitoreo policial para lucrar.

La batalla por el futuro de la Amazonía se da muy lejos de las cámaras legislativas en la capital. En 2014, después de que la economía brasileña cayera en recesión, políticos y líderes de industrias que promueven reducir las regulaciones ambientales consiguieron una ventaja.

Han tenido éxito para debilitar varias protecciones establecidas en la Constitución de 1988. Pero en muchos casos esos cambios están retrasados frente a la realidad: mineros, leñadores y agricultores ya han incursionado a la Amazonía, legalmente o no, y con ello ha cambiado el panorama.

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MINERÍA ILEGAL

Esa nueva realidad es visible desde al aire: tajos de colores naranja que fueron excavados entre los ríos y árboles. Hay pocos tajos de explotación tan claros como la mina de oro ilegal en Posto de Vigilancia, uno de los poblados munduruku más remotos.

Osvaldo Waru Munduruku, el jefe de la tribu, lucía pálido cuando explicaba cómo fue que su aldea, que alberga a unas quince familias, se convirtió en un punto de minería ilegal y comercio que transformó a la región.

El presupuesto de la Fundación Nacional del Indio (Funai), agencia federal dedicada a la asistencia de grupos indígenas, se redujo sustancialmente en los últimos años, lo que dificultó que poblados más remotos consiguieran alimentos o servicios básicos. Más allá de eso, muchos líderes indígenas como Osvaldo Waru querían mejorar los estándares de vida en sus comunidades de maneras que no necesariamente permiten una existencia aislada.

Así que cuando en 2015 llegaron los primeros “mineros blancos” y le sugirieron hacer un acuerdo, Waru se vio tentado.

Él y otros líderes indígenas sabían que no iban a poder hacer mucho para detener a los mineros. La recesión había llevado a muchos brasileños desempleados a buscar oro en la selva y Waru pensó que si iba a haber una fiebre de oro en esa parte del estado de Pará, quizá convendría que el pueblo pactara ganar una parte.

Es cada vez más común que se intente cooptar de esta manera a quienes viven en las áreas remotas de la selva, y es algo que los líderes indígenas quieren evitar.

ASÍ VIVEN LAS TRIBUS

Las familias viven en chozas de madera deterioradas y duermen en hamacas. Hay perros muy delgados con heridas sin curar que olfatean a ver qué sobras consiguen. Cuando alguien es mordido por una serpiente venenosa se usa el mismo cuerpo de la serpiente a modo de torniquete mientras el paciente hace el viaje de seis horas en barco a la ciudad más cercana.

A algunas familias les va mejor que a otras: tienen televisores, teléfonos celulares y otros electrodomésticos que usan con ayuda de generadores viejos. Eso se debe a las ganancias por la minería ilegal que han transformado tanto al área como a la tribu.

A medida que crecieron los campos de mineros —y con ellos la llegada de los alimentos procesados, las drogas, el alcohol y la prostitución—, muchos hombres munduruku intentaron hacer dinero. Cambiaron sus dietas; adoptaron vicios. Muchos munduruku temen que su estilo de vida haya sido alterado de manera irreparable.


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