Main logo

"Si el sexo fuera un deporte, tendría muchas medallas de oro"

“Como adolescente fugitiva aprendí la vida difícil; ¿Para qué casarme y hacer a un hombre miserable cuando puedo hacer felices a miles”

Escrito en MUNDO el

Así es la vida en un burdel de Estados Unidos cuyo futuro se decidirá en las próximas elecciones para saber si se les pone fin a estos establecimientos que son legales.

También puedes leer: Los países europeos en donde es legal la prostitución

Un letrero luminoso parpadea sobre la barra del local, débilmente iluminado. Algunas chicas en lencería o ligeramente vestidas están sentadas en sofás de terciopelo con computadoras portátiles y teléfonos.

Air Force Amy camina alrededor de la piscina sobre sus zapatos de tacón para mostrarme el gimnasio donde las mujeres pueden ejercitarse entre los clientes. Señala el patio para barbacoas y el jacuzzi antes de abrir la puerta de un garaje en el que había algunos cuatriciclos polvorientos.

"Tenemos todo lo que necesitamos aquí, incluso ponis en el establo de atrás", dice. "Yo no monto porque es muy arriesgado. Necesito mi cuerpo para trabajar", agrega entre risas.

Estamos en el burdel Bunny Ranch (Rancho Conejito), el más famoso de los 21 burdeles legales esparcidos en las zonas rurales del estado de Nevada, en Estados Unidos. Los burdeles son legales en Nevada desde 1971, pero en uno de los 16 condados del estado esto podría estar a punto de cambiar.

El Bunny Ranch está ubicado en medio de un paisaje de arbustos salpicado de estaciones de servicio, casinos y tiendas de armas. Se encuentra justo dentro de la línea del condado de Lyon. La prostitución está prohibida en la cercana Carson City, la capital del estado de Nevada, y otras áreas urbanas.

Coincidiendo con las elecciones de medio término en Estados Unidos, el próximo 6 de noviembre, los votantes del condado de Lyon también tendrán que decidir si ponen fin o no a los burdeles legales.

AIR FORCE AMY PUEDE LLEGAR A GANAR HASTA MEDIO MILLÓN DE DÓLARES Y ADEMÁS “AMA SU TRABAJO”

Detrás del bar hay un pasillo, que lleva a docenas de habitaciones, cada una ocupada por una trabajadora sexual a cambio de una renta diaria.

Cuando un cliente toca el timbre de la puerta, una campana interna convoca a las trabajadoras sexuales a la recepción. Cuando el cliente elige a una de las mujeres, ella se lo lleva a su habitación a negociar un precio. La inmensa mayoría de los clientes son hombres, aunque ocasionalmente llega alguna pareja.

Air Force Amy aún es, a sus 53 años, una de las mujeres que más ganan en el burdel -dice que recauda alrededor de medio millón de dólares al año-. Las paredes están decoradas con fotos de ella en su juventud.

Con su cabello rubio platino, su cintura de avispa y sus uñas rojas brillantes, parece la estrella de una telenovela de los años 80. Pero su conversación alegre también me recuerda a la sex symbol del Hollywood de los años 30, Mae West.

"Si el sexo fuera un deporte, tendría muchas medallas de oro", dice Air Force Amy. "Nací con este talento y me encanta mi trabajo. ¡Veo a todos esos hombres, pasamos un buen rato, me dan dinero y se llevan su ropa sucia a casa con ellos!"

Admite que no tiene algo parecido a una vida hogareña. "¿Para qué casarme y hacer a un hombre miserable cuando puedo hacer felices a miles?", se ríe.

Su falta de entusiasmo por una vida familiar es comprensible. Criada en el Ohio rural, Amy se describe a sí misma como una "niña salvaje" que dejó su casa a los 13 años. Les permitía a los niños en la escuela que le bajaran los calzones a cambio de dinero para el almuerzo.

Dice que ahora puede detectar a un cliente que está borracho o es peligroso porque, como adolescente fugitiva, aprendió por la vía difícil: vendiendo sexo en la carretera para sobrevivir.

Y, sin embargo, Amy terminó haciendo un buen trabajo con la Fuerza Aérea de Estados Unidos. A finales de la década de 1980, ella estaba en Filipinas enseñando a los militares cómo defender una pista de aterrizaje en la jungla.

Cuando regresó a EU., dejó la Fuerza Aérea y empezó a trabajar en burdeles donde las mujeres tenían prohibido abandonar el lugar durante un turno de tres semanas. Finalmente, Amy se encontró con Dennis Hof, propietario de Bunny Ranch, quien la invitó a trabajar para él.

Él dice que las mujeres en sus establecimientos son libres de ir y venir y no se refiere a ellas como empleadas; prefiere llamarlas "contratistas independientes".

“LOS BURDELES LEGALES BENEFICIAN A TODO EL MUNDO”

Hof posee un tercio de todos los burdeles legales de Nevada, y cuatro de ellos en el condado de Lyon. Para él, las mujeres como Amy son la cara exitosa de una industria vibrante y moderna.

"Estas chicas son mujeres de negocios, somos socios", dice Hoff, sentado en el burdel con su brazo rodeando la cintura de otra de las trabajadoras sexuales. Ella, conocida entre los clientes como Honey, tiene alrededor de 20 años; la edad de Amy cuando comenzó hace casi tres décadas.

"Trabajos juntos", agrega él. "Este es un negocio sucio, repugnante y lleno de drogas, hasta que lo legalizas". Hof llevó la industria de los burdeles al siglo XXI, con un toque del glamur de Hollywood y marketing inteligente.

Al igual que en una oficina o concesionario de automóviles, los nombres de las empleadas del mes se muestran en una cinta electrónica dispuesta en la pared. Algunas son elogiadas y reciben obsequios, desde artículos de tocador hasta artilugios electrónicos, para asegurar la mayor cantidad de reservas.

El ambiente es mitad conferencia de ventas, mitad comuna de New Age. Las mujeres tienen que hacer declaraciones positivas como: "Trata de ser un arcoíris en la nube de alguien". Hof constantemente las insta a utilizar las redes sociales para atraer a más clientes. "Las chicas que publican, le sacan el máximo provecho, es un hecho", les dice.

De lo que ganan las mujeres, la mitad se queda en la casa. Y como se jacta en su autobiografía, "The Art of the Pimp", Hof se ha beneficiado ampliamente. Sin embargo, argumenta que los burdeles legales benefician a todo el mundo.

Afirma que su negocio contribuye con otros 10 millones de dólares al año a la economía local mediante el empleo de camareros, cocineros, conductores, médicos, peluqueros y otros, y dice que la industria del sexo impulsa el turismo en todo el estado.

PERO NO TODO ES COLOR DE ROSA

Algunos argumentan que los burdeles hacen que todas las mujeres que viven en las cercanías sean más vulnerables a los ataques, aumentan el peligro del tráfico sexual y disuaden a las empresas respetables de invertir en el área. Pero hasta el momento, los burdeles no parecen haber detenido el desarrollo económico en el norte de Nevada.

Tesla construyó recientemente su fábrica de baterías de litio, Gigafactory, a unos pocos kilómetros de un burdel legal en el vecino condado de Storey. Sin embargo, los críticos argumentan que llegarían más industrias de alta tecnología si los burdeles no existieran, y que aquí es donde radica el futuro de Nevada.

También tienen objeciones éticas. Brenda Simpson, del Comité de Acción Política para el fin de la trata y la prostitución, dice que es hora de dejar de mirar hacia otro lado

"Antes se consideraba correcto traer esclavos de África", dice Simpson en el parque frente al congreso estatal en Carson City. "Y finalmente, alguien tuvo el valor de decir: ''No, no vamos a tener esclavitud''. Este solo es otro tipo de esclavitud. Estas mujeres en los burdeles legales son esclavas".

Activistas como Simpson quieren terminar con el trabajo sexual legal en todo el estado. El condado de Lyon fue el único de los 16 condados en el que suficientes residentes firmaron una petición para incluir el cierre de burdeles en la boleta electoral en las elecciones de noviembre.

Si la votación es exitosa, ella cree que otros condados probablemente seguirán el ejemplo.

Melissa Holland, quien dirige un refugio para mujeres que sufrieron abusos en la cercana ciudad de Reno, tampoco compra la imagen de la "prostituta feliz".

Cita un estudio de la industria del sexo de Nevada realizado por un académico californiano que concluye que la prostitución legalizada mejora las condiciones para los proxenetas y los propietarios de burdeles, en lugar de para las mujeres que trabajan allí.

Y denuncia una atmósfera casi de culto en muchos burdeles legales, lo que impide que las empleadas hablen con franqueza sobre los peligros que enfrentan, incluidas las drogas y la agresión sexual.

"También gané mucho dinero. No podría haber ganado tanto en la calle y me siento mucho más segura", dice, señalando el botón de pánico en la pared de su habitación, decorada con cojines plateados brillantes.

¿VIOLACIONES A UNA “PROSTITUTA FELIZ”?

 

Sin embargo, siguiendo el consejo de Melissa Holland, me acerqué a algunas extrabajadoras del burdel. Durante los dos últimos años, Jennifer O''Kane ha estado diciéndole a cualquiera que escuche que fue violada por Hof. Ella alega que el ataque tuvo lugar en 2011 cuando comenzó a trabajar en su burdel Love Ranch, en el condado de Nye, a un par de horas de Las Vegas. "Me agarró por el cuello y dijo ''ahora eres mía''... todo lo que podía hacer era llorar y le supliqué que parara", me cuenta.

Jennifer dice que cuando fue por primera vez a la policía, no le tomaron una declaración adecuada y no se asignó ningún número a su caso. Hace dos años, acudió a una reunión de funcionarios del condado de Nye e intentó escalar sus acusaciones contra Hof, pero fue silenciada.

El 5 de septiembre se anunció que el magnate de los burdeles está siendo investigado por presunta agresión sexual por el Departamento de Seguridad Pública de Nevada, aunque no está claro si esto está relacionado con las acusaciones de O''Kane o con las acusaciones hechas en 2005 y 2009 por otras dos extrabajadoras sexuales de los burdeles de Hof.

Mientras tanto, es posible que las “prostitutas felices” de Nevada tengan que buscar otra carrera, pues el futuro de continuar con los burdeles legales o no se decidirá en las próximas elecciones de noviembre.

Con información de la BBC News

iarb