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¿Quién es la exnovia, amiga y alcahueta de magnate depredador sexual?

Le llamaban “la madame”, “la madrota”; se sospecha que Ghislaine Maxwell colaboró en los abusos sexuales de Jeffrey Epstein

Escrito en MUNDO el

Le llamaban “la madame”. Ghislaine Maxwell era una millonaria venida a menos, acababa de perder a su padre, un magnate británico de los medios, así como gran parte de la fortuna de su familia y su posición social.

Cuando llegó a Nueva York volvió a subir con la ayuda de su nuevo novio, Jeffrey Epstein, un financiero acaudalado. Era el comienzo de una relación en la que ambos obtenían beneficios. Con Epstein, Maxwell pudo recuperar el estilo de vida que codiciaba.

Viajaba en su avión privado, disfrutaba de sus mansiones de Nueva York y Florida, y al final tuvo su propia casa adosada de cinco pisos en Manhattan. A Epstein, que había crecido en Coney Island y no había concluido la universidad, Maxwell le proporcionó nuevos senderos sociales. Entre sus amistades importantes figuraba el príncipe Andrés del Reino Unido, que se convirtió en un invitado frecuente en las casas de Epstein.

El príncipe Andrew, Ghislaine Maxwell y Virginia Roberts, que afirma haber visto a Bill Clinton en la infame isla de Epstein mientras ella estaba siendo traficada sexualmente.

Actualmente, tras la acusación federal contra Epstein por cargos de tráfico sexual y abuso de niñas, cada vez hay más cuestionamientos sobre qué era en realidad lo que sucedía con su cercana relación con Maxwell.

Epstein se declaró inocente; ella ha rechazado todo acto indebido y no ha sido acusada penalmente. No obstante, en años recientes, Maxwell ha llegado a acuerdos de confidencialidad en el tribunal civil con dos mujeres que dicen que ella participó en el abuso sexual que Epstein cometió en contra de ellas. Se espera que en las próximas semanas se divulguen miles de actas selladas de uno de esos casos, lo cual podría revelar más sobre la presunta conducta predatoria de Epstein y lo que Maxwell quizá haya sabido al respecto.

Es sabido que su colaboración era profunda y compleja, y persistió inclusive después de que terminó su romance. A lo largo de más de una década, Maxwell, ahora de 57 años, se encargó de  administrar las casas de Epstein, facilitar sus relaciones sociales y reclutar a masajistas para ayudar a satisfacer su apetito al parecer insaciable por los masajes, de acuerdo con sus exempleados. Algunas de las acusadoras de Epstein afirman que, en su experiencia, los masajes eran solo un pretexto para el abuso sexual de Epstein, según actas judiciales.

Juan Alessi, quien ayudó a administrar la mansión de Palm Beach de Epstein durante una década, describió a Maxwell básicamente como su supervisora, de acuerdo con una declaración en un caso civil presentado por algunas de las acusadoras de Epstein. “Me decía: ‘Voy a cuidar la casa’”, recordó.

Una exempleada de la mansión de Epstein en Palm Beach, Florida, se refirió a Maxwell como “la señora de la casa”. Euan Rellie, una banquera de inversiones que asistía a las cenas que organizaban Maxwell y Epstein en Nueva York, dijo que “parecía ser tanto su novia como su empleada, su mejor amiga y su encubridora”.

En las actas judiciales, una de las acusadoras de Epstein usó otra palabra: madrota o madama.

Luego de que Epstein se declaró culpable en 2008 respecto de los cargos del estado de Florida de haber solicitado servicios de prostitución y cumplió trece meses en la cárcel del condado de Palm Beach, Maxwell siguió con su vida y continuó cultivando otras conexiones de alto perfil y, al parecer indemne, no se vio afectada por su larga relación con Epstein.

Emprendió causas medioambientales y fundó una organización sin fines de lucro para salvar los océanos. Dio una conferencia en un evento de TED. Y siguió recorriendo los círculos sociales: asistió a la boda de Chelsea Clinton, fue fotografiada junto a Arianna Huffington y Martha Stewart y la vimos sonriendo al lado de Elon Musk en la fiesta de los Premios Oscar de Vanity Fair.

Aunque también había señales de problemas. En 2015, una demanda que acusaba a Maxwell de complicidad en los abusos de Epstein atrajo la atención de los medios. En 2016, la casa adosada del Upper East Side donde había vivido se vendió y ella desapareció de los círculos de fiestas de Nueva York. Un año después, sus abogados afirmaron que estaba en Londres, pero dijeron que no conocían su dirección, lo cual enfureció a un juez que se encargaba de otra demanda en su contra. El fin de semana pasado —tan solo una semana después de que se revelaron al público los nuevos cargos presentados por los fiscales federales neoyorquinos en contra de Epstein— la organización sin fines de lucro de Maxwell, TerraMar Project, fue cerrada. El sitio web publicó un mensaje que decía que “le entristecía anunciar que cesaría todas sus operaciones”.

Christopher Mason, un viejo amigo, estableció una conexión entre los escándalos en los que se ha visto involucrada Maxwell; el primero, tuvo que ver con su padre, cuya vida terminó en desgracia y, en el segundo, participa Epstein, el personaje masculino más definitorio en su vida adulta.

“Su padre era un canalla temerario”, dijo Mason en una entrevista. “Jeffrey tenía una personalidad menos sociable, pero también era temerario a su manera”.

Una resurrección financiera

Maxwell creció en una mansión de 53 habitaciones en Buckinghamshire, donde las actividades de su infancia incluían zarpar en un yate de la familia llamado Lady Ghislaine y convivir con aristócratas y la realeza. Su padre, Robert Maxwell, fue un héroe de la Segunda Guerra Mundial nacido en la República Checa que fundó Pergamon Press, una casa editorial muy exitosa de libros médicos y científicos. Después de eso, compró tabloides británicos, entre ellos The Mirror, así como una participación en MTV Europe y el gigante editorial estadounidense Macmillan.

Maxwell era la más joven de nueve hijos y, si el nombre del yate es indicación alguna, la favorita. Asistió a Oxford y se mudó a Nueva York en 1991, más o menos cuando su padre compró The Daily News.

Sin embargo, ese mismo año, su padre cayó de su bote, murió y dejó una enorme deuda; poco después se reveló que había saqueado las pensiones de sus empleados. Con gran parte del imperio editorial de su familia ahora en el pasado, Maxwell se mudó a un apartamento modesto en el Upper East Side.

Más que masajes

Epstein buscaba una fuente constante de jóvenes hermosas, entre ellas modelos, que se esperaba que lucieran atractivas mientras pasaban el rato en sus casas o viajaban en su avión privado.

Las casas tenían mesas de masajes en varias habitaciones y masajistas que atendían a Epstein, Maxwell y los invitados que se quedaban ahí. Alessi contó a más de doscientas personas que fueron a la casa de Palm Beach para proporcionar masajes a lo largo de varios años, y dijo que Epstein solicitaba hasta tres masajistas al día.

Un anuncio de 1993 en Yoga Journal buscaba a una instructora de yoga para una “persona privada”. El número publicado era el de la oficina de Epstein y las interesadas debían llamar a la “señorita Maxwell”.

“Recuerdo una o dos ocasiones en las que me decía: ‘Juan, dame una lista de todos los spas del condado de Palm Beach”, dijo Alessi. “Y yo la llevaba en auto de uno a otro”.

Durante algunas sesiones de masajes, Epstein también se aprovechaba y abusaba sexualmente de las chicas, de acuerdo con cargos judiciales y varios casos civiles que se han presentado en su contra. Dos acusadoras han dicho que Maxwell participó en el abuso.

El artículo original en The New York Times 

JGM