Main logo

Por una ‘Shannon’ en EU, en México le pagan a 16 empleados

La principal bandera del presidente Donald Trump, desde su campaña ha sido “América primero” y acusa a las empresas de llevarse los empleos a México

Escrito en MUNDO el

“Por el costo de una Shannon, Rexnord podía pagarles a dieciséis Ricardos en México”, le dijo Ricardo Valdez, ingeniero de procesos a Shannon Mulcahy, quien lo capacitaba para trabajar en una de las máquinas que se llevarían a México, junto con toda la empresa.

También puedes leer: La cláusula del TLCAN que dificulta las negociaciones 

La principal bandera del Presidente Donald Trump, desde su campaña ha sido “América primero” y acusa a las empresas de llevarse los empleos a México.

Sin embargo, las empresas se manejan por un esquema de ganar-ganar, con el que la mayoría de ellas, las de manufactura y metalurgia traen sus procesos a México porque se abaratan los costos.

En Estados Unidos hay normas y leyes que protegen los derechos sus ciudadanos, por lo que estos consorcios deben dar salarios remunerados con prestaciones, mientras que en México los salarios son dimensionalmente menores.

Es decir, lo que pagan las empresas de salario a un estadounidense como Shannon Mulcahy, le pagan a 16 ingenieros de procesos, como Ricardo Valdez.

The New York Times cuenta la historia de Shannon, una madre soltera en Indianápolis, Indiana que debe pagar casa, carro y mantener a dos hijos y una nieta con discapacidad. Pierde su empleo porque la empresa donde trabajó por casi 20 años se mudará a México.

Cuando tenía 25 años comenzó a trabajar en Rexnord, una planta que fabricaba rodamientos de hierro que se usaban para máquinas excavadoras, cosechadoras de trigo, elevadores, escaleras eléctricas e incluso en los techos plegables de estadios de futbol.

En ese entonces, Shannon sólo quería escapar de su novio que la golpeaba. Pero, a pesar de encontrarse en un área repleta de hombres, aprendió a usar una de las máquinas más complicadas del lugar donde se ganó el respeto de sus compañeros.

Tiene ahora 43 años, pero con toda una trayectoria como obrera metalurgia. Incluso, sus compañeros acudían a ella para apoyo en sus máquinas.

Su vida personal siempre había sido turbulenta. Sufrió abusos sexuales de su padrastro cuando era adolescente. Después, su novio y padre de su segunda hija la golpeaba. Su hijo mayor embarazó a su novia y la pequeña nació con problemas; tuvo que ser intervenida quirúrgicamente en varias ocasiones y respira por un tubo en su garganta.

Lo único que se había mantenido firme y estable, era su trabajo en la fábrica Rexnord, en Indiana.

Sin embargo, en octubre del 2016 recibió una de las noticias más duras de su vida: la planta se trasladaría a Monterrey, en México y ella, con sus compañeros perderían sus empleos.

“Los jefes la llamaron una decisión empresarial, pero se sintió como una bofetada”, describe Shannon.

La preocupación sobre qué pasaría con su futuro y cómo mantendría a sus hijos, no la dejaban dormir por las noches. Shannon no había terminado la preparatoria, por lo que no tenía mayores estudios. Lo único que sabía hacer y donde era toda una experta desaparecería pronto.

En los días siguientes recibieron otra noticia por parte de los jefes: tendrían que capacitar a los nuevos trabajadores mexicanos.

La reacción de todos los empleados de Rexnord fue de rechazo. No querían ayudar a quienes se quedarían con sus empleos. Shannon también se sintió mal.

Pero después, pensó que no era culpa de ellos, por lo que aceptó instruir a los nuevos. Además, le darían un pasaporte, le pagarían un viaje a México y un bono de 5 mil dólares.

Para ese entonces, Donald Trump fue electo presidente de Estados Unidos. Sus palabras y sus discursos resonaron entre los empleados de Rexnord, por lo que tenían las esperanzas de que el magnate neoyorquino lograra salvar sus trabajos.

Incluso, Trump publicó en su cuenta de Twitter “Rexnord de Indianápolis se mudará a México y está despidiendo vilmente a sus 300 trabajadores. ¡No más!”, lo que avivó aún más el ánimo de todos.

Sin embargo, el tiempo pasaba y la fábrica se vaciaba cada vez más. También comenzaron a llegar los mexicanos que se capacitarían con ellos. Solo unos cuantos los trataron bien. En los baños escribían frases como “construyan el muro” y “¡regresen a México!”.

Pero Shannon pensaba: “Son mucho mejores como trabajadores porque no tienen esta oportunidad en su lugar de origen”.

En los siguientes días conoció a Ricardo Valdez, ingeniero en procesos que venía de la nueva planta en Monterrey, también a un joven de 21 años, llamado Tadeo. Los capacitó y fue amable con ellos. Eso le valió el rechazo de algunos de sus compañeros, pero no le importó.

La mayoría de los que también apoyaron en las capacitaciones a los mexicanos eran mujeres y personas afroamericanas.

- “¿Por qué no te mudas con la fábrica?”, le preguntó Ricardo un día.

- “No nos ofrecieron ir”, respondió Shannon.

Fue entonces cuando Ricardo supo que ellos tomarían los trabajos de todos los de la fábrica en Indianápolis.

Ricardo le preguntó cuánto le pagaban y Shannon le mostró su recibo. Sacó su calculadora, hizo cuentas y el resultado fue 16 empleados, con el sueldo de un estadunidense.

La mudanza culminó por completo. La fábrica Rexnord se trasladó a Monterrey, donde ya había otras compañías americanas establecidas.

Ahora Shannon busca otra oportunidad de trabajo para una obrera metalurgia, madre soltera y sin estudios.

Mientras, las negociaciones por el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) continúan en vilo entre México, Estados Unidos y Canadá. Donald Trump presiona cada vez más para que cedan a sus peticiones o deshace el acuerdo.

Si lo logra, serán miles mexicanos que ahora tienen una oportunidad laboral en plantas estadounidenses, perderían sus trabajos.