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Mujer colombiana fue esclava sexual de la mafia japonesa; y así escapó

Al ser enredada y mandada a Japón se le informó que tendría que prostituirse para pagar la deuda acumulada por concepto de pasaporte, boletos de avión, vivienda, alimentación, transporte y dinero entregado por anticipado

Escrito en MUNDO el

Tras ser reclutada por un “agente” que auguró para ella, Marcela Loaiza, un futuro brillante como bailarina fuera de su natal Colombia, pronto la mujer fue víctima de la mafia japonesa que la obligó a prostituirse en dicho país asiático.

Envuelta en la desesperación financiera –a la edad de 21- debido a la enfermedad de su hija de cuatro años, Loaiza cedió ante las promesas de ganar grandes cantidades de dinero como bailarina, de acuerdo a lo informado por BBC Mundo.

Luego de que su pequeña fuera dada de alta, la mujer avisó a su madre que iría a Bogotá en busca de trabajo para saldar la cuenta de los gastos médicos.

Sin embargo, momentos antes de abordar el avión, el “agente” le entrega un pasaporte falso a nombre de informa que Margaretta Troff, además de que el destino de su vuelo es Japón.

Posteriormente, al llegar a la nación nipona se entera que de ahora en adelante sería reconocida como Kelly.

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Al tratar de aclarar la situación con la mujer colombiana que la recibió en el aeropuerto –quien le dijo que su trabajo sería "putear"- se le amenazó con que si trataba de denunciar el hecho con la policía, quien afrontaría las consecuencias sería su hija.

Por lo que tendría que prostituirse para pagar la deuda acumulada por concepto de pasaporte, boletos de avión, vivienda, alimentación, transporte y dinero entregado por adelantado.

EL ESCAPE

Tras año y medio de ejercer la prostitución, obligada por la mafia Yakuza –la cual toma su nombre por una mala combinación de cartas en un juego japonés- hubo un cliente que se enamoró de Marcela Loaiza.

La comunicación fue difícil al principio por la diferencia en los idiomas, sin embargo mediante dibujos pudo hacerle saber que intentaba regresar a Colombia.

Así, con la ayuda de otra compañera que había pagado su deuda con los tratantes, planearon el escape.

Mediante la comunicación en papelitos, acordaron que el enamorado dejaría una peluca, además de ropa dentro de una bolsa en una sucursal de McDonald''s que quedaba muy cerca del lugar donde tenían a Marcela trabajando.

La mujer explica que el hombre dibujó un mapa para ayudarla a llegar al consulado de Colombia, por lo que en un descuido de su guardia, echó a correr y de dirigió hacia la embajada de su país, donde recibió la ayuda pertinente pare regresar con su familia.

djh