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"Mi uniforme es un camuflaje"; enfermero mexicano combate covid en EU

Hasta 29 mil profesionales de la salud beneficiarios del programa DACA que luchan contra la pandemia en Estados Unidos podrían ser deportados

Escrito en MUNDO el

El mexicano Jonathan Vargas Andrés, enfermero de una unidad de cuidados intensivos en un hospital de Winston-Salem, en Carolina del Norte y que trata a pacientes de coronavirus, es uno de los cerca de 29 mil profesionales de la salud de primera línea que hacen frente a la pandemia en Estados Unidos y que podrían ser deportados ante la revisión que la Suprema Corte estadounidense hace sobre el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por siglas en inglés), detenido desde 2017 por Donald Trump.

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Según el think tank de izquierda, el Centro para el Progreso Americano, estima que 12 mil 900 indocumentados más se desempeñan en otros sectores de la industria de la salud y el cuidado, recoge BBC Mundo.

En total, todos los beneficiarios del DACA rondan los 800 mil.

"A veces siento que mi uniforme de trabajo es un tipo de camuflaje", dice el mexicano. "La gente me ve con la bata y asumen que soy de los ''buenos'' o que estoy aquí legalmente.

"Pero tan pronto como me cambio, no hay forma de que sepan que soy enfermero, así que me vuelvo un ''espalda mojada'' como suponen sobre todos los demás que parecen hispanos".

INDOCUMENTADO

Jonathan nació en 1990 en en un pequeño pueblo cerca de Puebla, donde su padre manejaba un autobús para ganarse la vida, con lo que apenas podía mantener a la familia.

Recuerda que la casa en la que vivían no tenía ventanas, el piso era de tierra, y no había agua.

En el 2000 su padre emigró a EU y dos años después, cuando tenía 12 años, junto con su hermano y su madre, Jonathan cruzó el río que separa a México de Estados Unidos para entrar a territorio estadounidense de manera ilegal.

Hasta 2012, año en que la administración de Barack Obama aprobó el DACA, toda la familia vivía “fuera del radar”. Como niños indocumentados podían asistir a la escuela pública, pero no a las universidades públicas ni a las universidades privadas, que eran demasiado caras.

El anuncio del programa "fue un cambio de vida", dice el enfermero. "No sé cómo describirlo. Saber que iba a tener la oportunidad de trabajar legalmente y tener la posibilidad de ir a la universidad".

(Jonathan Vargas y su hermano)

 

Cuando se aprobó el programa DACA, él y su hermano inmediatamente intentaron inscribirse en el ejército, pero fueron rechazados por su estatus de ciudadanía. Por lo que su deseo de servir los llevó a la enfermería.

SU LUCHA CONTRA LA COVID-19

A Jonathan le encanta ser enfermero a pesar de enfrentar una pandemia a los cuatro años de haber iniciado su carrera.

"Obviamente, da miedo cuando estás allí", dice. "Te vuelves muy, muy, muy paranoico con lo que tocas (...) pero tienes que dejar ese pensamiento de lado, porque estás allí para ayudar a estas personas. No se trata de ti".

"Es muy triste, muy deprimente ver a las familias tener que despedirse a través de un iPad", dice y agrega: "No solo es estresante, sino emocionalmente agotador".

Pese a que su hospital tiene suficientes equipos de protección personal, la moderación en el uso de los insumos lo pone nervioso.

Al menos en la unidad hay solidaridad, pero a veces siente que está viviendo una doble vida ya que sus compañeros de trabajo no saben sobre su estatus en el país.

“Ni siquiera sabes si algo de lo que estás haciendo para ayudar a tu país será apreciado. Y en un par de meses, podría ser deportado".

NO VOLVERÍA A MÉXICO

Ante la posibilidad de ser deportado el enfermero dice que no volverá a México, no cree que su profesión de enfermería sea valorada en el país. Él y su hermano investigan sobre la opción de mudarse a Canadá.

Ello significaría dejar atrás a sus padres y su vida de los últimos 18 años, entre lo que se incluyen sus estudios para obtener una calificación adicional en enfermería.



(diego joaquín)